Beck: el alma de un hombre El regreso del norteamericano fue todo un disfrute Miércoles, 29 de Noviembre de 2023 Martes 28 de noviembre, 2023 Teatro Caupolicán Galería de imágenes AQUÍ Finalmente, Beck logró dar un concierto en solitario con todas las de la ley en nuestra capital. Los shows de antesala que lo habían traído a nuestro país previamente -abriendo para The Police (2007) y Blur (2013)-, habían dejado un sabor agridulce en la fanaticada, ya sea porque la performance del artista nunca es la misma cuando juega de visita, o simplemente porque las barreras de entrada a esos megaconciertos siempre son mayores. Ciertamente, el show íntimo que el estadounidense brindó un día antes de la cita con Blur, hace 10 años en el Club Amanda, no ayudó mayormente a saldar cuentas con una fanaticada que se merecía un show en solitario como correspondía. De hecho, la historia estuvo a punto de repetirse, porque Beck Hansen venía a Chile este año como parte de Primavera Sound, pero como el mismo compositor confesaría anoche en el show, luego de la cancelación del festival en nuestro país, no le quedó otra y dijo “fuck it, vamos igual”. Es difícil recordar otro momento en Chile en que la oferta de conciertos del circuito alternativo/indie haya sido tan generosa en un período tan corto de tiempo. Así, el show de Beck tuvo el desafío de disputar audiencia en un lapso de solo días con bandas como Pulp, Blur, The Cure, Slowdive o Pet Shop Boys, por solo nombrar a algunos. Para alivio de muchos, esto no impidió que los y las fanáticas repletaran el Teatro Caupolicán. Y lo convirtieran en una caldera. Luego de la presentación del pulcro pop de Zebra 93, el músico angelino salió a escena cerca de las 9:15, y de entrada comenzó con las sorpresas agradables. A diferencia del habitual inicio con ‘Devil’s Haircut’ que venía practicando en su actual tour, partió regalándonos ‘Everybody’s Gotta Learn Sometime’, aprovechando la intimidad que ofrece el Caupolicán. Luego, las sorpresas no vendrían tanto desde el setlist, sino más bien desde la performance. Lo cierto es que la presencia escénica de Beck y su banda anoche fue sencillamente apabullante. Generoso en visitas a álbumes de distintos momentos de su carrera, el show combinó el repaso de populares álbumes como “Odelay” (1996) o “Midnite vultures” (1999), con visitas breves a distintos sectores de su catálogo. Así, hubo también espacio para joyas de “Modern Guilt” (2008), “Güero” (2005), el fantástico “Sea Change” (2002), e incluso para “Colors” (2017), un disco que marca el giro hacia el synthpop y el alternative dance que el compositor ha venido explorando en los últimos años. Lo de anoche en el recinto de San Diego fue bueno por todos lados. Al balanceado setlist se suma un uso notable de pantallas gigantes que aportó majestuosidad a la puesta en escena, y un Beck que como frontman equilibra simpatía en el trato al público, habilidad en el baile, coreografías divertidas con sus compañeros de banda, y un virtuosismo en la guitarra ejecutado en justa medida. Por su parte, el afiatado grupo consigue algo poco usual: además de sonar impecable, es realmente impresionante cómo logran transformarse rápidamente, manejando los exigentes tránsitos de un estilo que el paso de una canción a otra requiere, no solo respetando su estructura, sino, ante todo, su sonido. Con ayuda de cambios de instrumentos, a veces desde las cuerdas al uso de sintetizadores y cajas rítmicas, los músicos logran decodificar el sonido de cada canción, reproduciendo fielmente el momento de la historia del músico al que pertenecen. Así, del synthpop de ‘Wow’ pasan como si nada a interpretar a la perfección el surf rock lo-fi de ‘Gamma Ray’, y luego al blues crudo y estridente a la White Stripes de la excelente ‘Soul of a Man’. Mención aparte para ‘Chemtrails’, pura psicodelia en clave “Magical Mystery Tour”. En una semana plagada de visitas ilustres, Beck la tenía difícil para anotarse con una presentación memorable y lo logró con creces. Consiguió convertir el Caupolicán en una verdadera caldera, haciéndole la pelea en intensidad a ese verdadero bidón con bencina que fue The Hives la noche anterior. Hansen tenía claro que estaba viviendo una noche especial, y luego del final habitual de su repertorio con ‘Where is at’, puso en problemas a los técnicos del recinto saliéndose completamente del libreto. Cuando ya estaban a punto de prender las luces y poner la música de retirada, salió a un improvisado segundo bis, esta vez solo con su guitarra, a regalar una linda versión de ‘True love will find you in the end’ de Daniel Johnston. Fue el mismo Beck el que lo dijo hacia el final del concierto, acompañado de una gestualidad tímida y humilde que denotó pura sinceridad: “este es uno de mis shows favoritos de la gira”. Felipe Godoy Fotos: Juan Maralla Tags #Beck #Zebra 93 #Beck Hansen Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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