Benoît Pioulard: poética sonora El músico estadounidense debutó en Chile junto a Icalma y Esqueleto Jueves, 29 de Agosto de 2024 Miércoles 28 de agosto 2024 Centro Cultural San Ginés, Santiago Galería de fotos aquí. Una extensa jornada de música electrónica y más allá, se vivió ayer en el debut en nuestro país del músico estadounidense Thomas Meluch, alias Benoît Pioulard, quien compartió escenario con los proyectos nacionales de vasta experiencia Esqueleto e Icalma. Fueron tres propuestas sonoras bien definidas y muy distintas entre sí, pero que, sin embargo, en la experimentación sonora y sensibilidades exploratorias, encontraron un terreno común. En cerca de cuatro horas, los tres actores exhibieron los ricos matices y colores de sus invitaciones musicales, todas idiosincráticas y de profundidad estética. La música comenzó cerca de las 19:40 horas con la performance de Esqueleto, proyecto solista del renombrado músico Ottavio Berbakow, también conocido por ser parte del grupo LEM. En 40 minutos de gran intensidad sonora, el artista desplegó aquel ambient ruidoso, oscuro y, por momentos agresivo que lo caracteriza, generando amplios mantos de sonido que eran intervenidos con ruidos y elementos de la electrónica glitch. En los cinco sets que ejecutó, Esqueleto combinaba paisajes más abiertos y espirituales, con otros de frentón subterráneos y tenebrosos, pero siempre comedido y en los márgenes estilísticos del ambient, en lo que fue una experiencia inmersiva y de hondura sónica. Un hecho importante de la jornada, fue la actuación de Icalma, prestigioso proyecto liderado por Philippe Boisier (teclados, efectos, guitarra), quien regresó a los escenarios en formato de trío con el multi-instrumentista Marcelo Leturia -a quien el mismo Boisier presentó como "arquitecto del sonido”- y el legendario percusionista Pedro Greene. Su actuación abrió con un set solista, fusionando una suave y parsimoniosa línea de teclado con sonidos acuosos, en una pieza contemplativa que también incluyó grabaciones de campo y unos textos sobre las piedras, adelanto de “La Montaña Imaginaria”, nuevo disco que, de acuerdo a la producción del evento, saldrá en noviembre. Con la incorporación de Leturia, el dúo plasmó un ambient delicado y suave, en un cruce entre la música clásica y la electrónica contemporánea, entre la tradición y la vanguardia. Desde la tercera pieza en adelante, la presencia de Pedro Greene en numerosos instrumentos de percusión, le entregó otros matices a la presentación, con una mirada más latinoamericanista, a la que Boisier también aportaba interpretando una flauta, en un discurso musical tan futurista como ceremonial. Tanto Boisier como Lemuria iban cambiando de instrumentos en cada set, interpretando indistintamente teclado, bajo, guitarra y Greene ejecutando las distintas percusiones con sus manos. En ocho piezas tocadas en una hora de actuación, el trío fue del ambient más tradicional, pasando por sonidos folklóricos, hasta llegar a momentos más noise y shoegaze, pero nunca perdiendo la cualidad atmosférica que los define. Con una puesta en escena muy sobria, solo con su guitarra y rack de efectos, Benoît Pioulard entró en escena pasadas las 10 de la noche, para exponer ese ambient pop íntimo y nostálgico, que desenvolvió en dos extensos sets de aproximados 40 minutos. Al principio, con la guitarra ejecutada con un arco, Pioulard manifestó de inmediato aquella estética recóndita que lo caracteriza, en una actuación que combinó momentos de sonido puro con secciones vocales melancólicas, que, en menor o mayor grado, recordaban a músicos de tradición indie estadounidense como Jim O’Rourke, David Grubbs y Tim Kinsella de Joan Of Arc. La guitarra intervenida con algún utensilio, haciendo acordes o procesada con los efectos, eran la superficie para las melodías vocales de raíz dream pop e indie folk evocador y de potente sentimiento. Entre un set y otro, Pioulard solo emitió unas pocas palabras de agradecimiento, para continuar con una segunda pieza que, aparte de las características ya mencionadas, tuvo partes más experimentales para la guitarra, con referencias al post-rock más sentimental y onírico. Solo usando sus efectos de guitarra, el artista era capaz de generar espaciosas capas de sonido, de gran presencia, que fueron un largo final para una actuación que lo expuso como un músico con su propia frecuencia, su particular vibración y su personal poética sonora. Héctor Aravena A. Fotos: Juan Pablo Maralla Tags #Benoît Pioulard #Icalma #Esqueleto Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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