Andy Summers: cuando la experiencia y clase hablan sobre el escenario

Jueves 8 de agosto, 2024
Club Blondie, Santiago

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Treinta años no pasan en vano y esto bien lo sabe la mítica Blondie, reconocido lugar en la cultura popular gracias a las miles de historias y anécdotas que casi cualquier santiaguino ha tenido allí. Son muchas las generaciones que alguna vez han carreteado por esos lugares. Pero esto sólo sería hablar de la punta del iceberg, ya que también se ha convertido en un reconocido recinto a la hora de recibir a importantes artistas, y esta vez no podía ser la excepción. La celebración tenía que ser a lo grande y que mejor que hacerlo con el apoyo de una leyenda.

Andy Summers no es un desconocido para nadie, su historia con nuestro país es longeva y digamos que siempre se ha mantenido fuerte. O al menos, así lo hacía ver la expectación de los minutos previos al show. Desde las filas más cercanas al escenario, y en algunas de atrás, se agitaban con algo de desesperación en el aire los discos de la legendaria The Police. Ya sea un “Zenyatta Mondatta” o el “Ghost In The Machine”, todos buscaban irse a su casa con el premio máximo: la firma de su ídolo. Y no es para menos, si la noche estaba programada para ser un recorrido por los mejores clásicos de estos y más álbumes.

No hace falta recalcar las obvias ausencias de este tributo a la banda, sin embargo, si es importante usar este espacio para destacar a los músicos que intentarían llenar los zapatos de estas leyendas. Tarea difícil para cualquier ser humano en la tierra, pero que, gracias a la conexión que ha formado por tantos años con Rodrigo Santos en el bajo y Joao Baraone (Os Paralamas do Sucesso) en la batería de este Call The Police, hacían que el agradable ambiente fluyera de manera natural. Desde la increíble apertura que dio 'Driven To Tears' a Andy se le veía algo contenido. Su mirada estuvo dirigida hacia su guitarra durante varios minutos del tema, aunque la calurosa recepción de sus acordes fue poco a poco cambiando el panorama. Su sonrisa no tardaría mucho en aparecer y ya para 'Synchronicity II' podríamos decir que dejó salir su carisma sobre el escenario.

 

No pasaría mucho para que los grandes clásicos llegaran, 'Spirits In The Material World', 'Walking On The Moon' y 'De Do Do Do, De Da Da Da', fueron un bombardeo de nostalgia que se convertía en euforia y energía. La euforia era total y los saltos incansables. Aunque tuvo un pequeño percance a la hora de dirigirse al público, su molestia fue brevemente apagada con los gritos de ánimos de una fanaticada chilena que ya estaba rendida a sus pies. Sobre todo, cuando el maestro hacía lo que mejor sabe hacer en su guitarra en medio de los espacios instrumentales de canciones como 'Tea In The Sahara o King Of Pain' que alargaba a voluntad.

Las improvisaciones eran seguidas de cerca por los excelentes músicos brasileños. Con bastante personalidad Santos dejaba a un lado los intentos por parecerse a Sting para simplemente cantar a su manera y darles una nueva riqueza a los clásicos. Lo mismo se repetía con la batería de Barone, que no dudaba en cambiar los compases y acentos de cada canción y extenderlos hasta que el maestro estimara suficiente. Curiosamente era en estos momentos en los que el silencio reinaba y muchos quedaban inmóviles ante la postal que se plasmaba frente a ellos. Pero esto era algo que no duraba mucho, más aún en temas como 'Can’t Stand Losing You' que fue uno del momento más alto de la jornada.

Como no podía ser de otra manera el cierre comenzaba con el rojizo ambiente que trajo la icónica 'Roxanne' -con catarsis instrumental incluida-, seguido de la bella calma que 'Every Breath You Take' traía a escena y la aceleración a contratiempo que siempre tiene 'Message In A Bottle'. Mientras que el encore trajo a colación los clásicos que no podían faltar en una jornada de estas características, 'So Lonely' cantada a todo pulmón y 'Every Little Thing She Does Is Magic', eran canciones que hasta en las partes más lejanas del escenario se celebraban con todo.

Fue ante una Blondie llena que Andy Summers se despedía nuevamente de nuestro país luego de regalarnos una presentación impecable. En este nuevo capítulo de su historia quedó en evidencia que el cariño mutuo que hay entre la leyenda y el público chileno, es impoluto al paso del tiempo. Por más que tenga el repertorio suficiente para hacernos vibrar con algunas de sus grandes piezas como solista, al parecer nada le gana a la nostalgia y sentimientos que nacer de oír aquellos clásicos y hermosos acordes con los que muchos han crecido.

Aarón Vergara

Fotos: Hernán Urtubia