slowdive: de frente al ruido Los británicos y su retorno a Chile Martes, 05 de Diciembre de 2023 Lunes 4 de diciembre, 2023 Teatro Coliseo En su primera visita a nuestro país en 2017, los ingleses parecían saldar una importante deuda con su fiel fanaticada local. Ya en 2013 Neil Halstead, alejado de lo que fuera alguna vez su banda principal y enfocado en su faceta acústica e íntima, visitaba Santiago para un pequeño show en Bar Loreto, marcando el camino para el esperado debut del reformado grupo pilar del shoegaze. En esa ocasión, Halstead se vio particularmente cómodo y agradecido de la recepción, que contó además con miembros de la banda chilena Inverness como soporte, con quienes se forjó una estrecha amistad. Seis años más tarde, Slowdive retorna a nuestro país en su primer show en solitario ante un repleto Teatro Coliseo presentando “Everything Is Alive”, su más reciente álbum. Tras la cosecha de años de amistad y colaboración, los encargados de abrir la jornada no podían ser otros más que los mismos Inverness. El grupo, con más de 10 años de trayectoria a cuestas, se paraba ahora en uno de los escenarios más grandes de su carrera ante un desafío que los situaba junto a sus maestros con el único objetivo de mostrar con actitud y templanza por qué eran los elegidos para acompañar el show. Una cálida recepción y un buen marco de público se combinaban para que los nacionales desplegaran entre guitarras y a dos baterías parte de sus últimos lanzamientos “Anubis” y “Orbital”, además de clásicos en un breve pero potente set, que no descuidó elementos visuales, lumínicos ni sonoros, logrando un destacable sonido en un siempre difícil recinto. Hacia el final, nuevos arreglos adornaban las canciones y motivaban tímidamente a las primeras filas, donde el grupo liderado por Rodrigo Jarque despachó “Luz Ignota” (grabada justamente junto a Halstead) y “Continental”, coronando una presentación sobria e intensa, a tono con lo esperado por los ingleses. Puntuales, Slowdive salían a escena ante la ovación del expectante y ansioso público que agotó el Teatro Coliseo. Previo a su salida, la banda informaba sobre el estado de salud de Rachel Goswell, quien por un cuadro respiratorio no podría cantar. Ante la excusa, el público coreaba el nombre de la cantante y acompañaba en todo momento la interpretación de Halstead en voces. “shanty” y “Star Roving” fueron los primeros tracks que presentaron de una antes de sorprender con las clásicas “Catch the Breeze” y “Souvlaki Space Station”. Sin duda que la más querida de la noche fue Goswell, quien nunca dejó de prestar atención al público, agradecer, moverse sobre el escenario e interpretar parte de las letras a través de lenguaje de señas. Al no poder cantar, fue el mismo público quien hizo de sus partes en “Sugar for the Pill” o la colorida “kisses”. Si bien el brillo de su voz se extraña como parte fundamental de la idea armónica del grupo, largos interludios y las secciones clásicas de atmósfera y efectos hacían del viaje una experiencia aún más sensitiva, que se fundía con el intenso juego de luces y visuales trippy de figuras, colores e ilusiones ópticas. Secundado por dos amplificadores Jazz Chorus, Halstead se perdía a contraluz entre el ruido y las capas de texturas que agregaba a sus guitarras, tratando de suplir con un poco más de ruido la carencia de la voz de su compañera. Y es que tras años de experiencia, uno de los pilares del género que se popularizó por el uso excesivo de pedales y efectos, además de una personalidad en escena cabizbaja y tímida, se paraba de frente como desafiando el concepto del shoegazer. Desde que decidieron reformarse en 2014, ya no son los jóvenes que buscaban competir por quién era el más ruidoso, hoy administran un catálogo de hits y nuevos clásicos siempre revisando la fórmula y manteniéndose frescos, con una calidad y técnica que no cambia. En lo que pareciera un breve espectáculo, la banda se despedía con “Alison” y “When the Sun Hits”, dos clásicos que desataron la locura de todo el público y que fueron coreadas de principio a fin. No importaban las capas de ruido ni la imperturbable prestancia de Halstead que sólo se limitó a agradecer en un tibio español. El regalo final sería “Dagger”, una de las canciones más lindas de “Souvlaki” (1994), interpretada por Halstead casi en solitario y en completo silencio del teatro, con la banda interviniendo en pequeñas secciones. Slowdive completa dos visitas a un Chile que evidentemente los quiere y aprecia mucho. Resulta curioso que con el paso de los años pareciera revivir un gusto genuino por el shoegaze y la música de corte etéreo y volátil en un público más joven de lo que se esperaría en un show de los ingleses. Ese cruce generacional es sumamente vital y atractivo, dejando sensaciones más que agradables para un show que da gusto en todos sus niveles. Matías Muñoz Fotos: Luciano Candia Mira nuestra galería de fotos en el siguiente enlace. Tags #Slowdive #Inverness Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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