Steven Wilson: La escalera sin fin

(Publicado originalmente en revista Rockaxis #244, octubre de 2023)

 

A dos años de “The Future Bites”, Steven Wilson vuelve a la carga discográfica con un sucesor que parece superarlo en fondo y forma. Mezclando electrónica, progresivo y jazz, entre otros géneros, “The Harmony Codex” es más que una evolución obvia: es parte de un camino ascendente en una escalera musical que no parece tener fin para uno de los personajes más relevantes y propositivos de la música contemporánea. 

 

Pablo Cerda

Colaboración: Javier Zapata

Fotos: Hajo Mueller

 

Decir que los discos son “viajes” es un lugar muy común dentro de la prensa musical, pero cuando hablamos de “The Harmony Codex” es difícil no caer en él. Y es que Steven Wilson lo pensó justo así, porque para él la vida es un viaje y no un destino, y este séptimo largo tenía que ser concebido como un trayecto auditivo a través de una escalera sin fin que se transforma en una metáfora de la vida misma. «Consiste en la idea de que hay veces en que nuestras vidas parecieran estancarse en esta especie de escalera sin fin y creo que, sobre todo en el mundo moderno, hay mucho estrés y presión, así es la vida y sociedad ahora», nos cuenta de manera muy entusiasta el músico inglés, una reflexión que envuelve la historia de Harmony y Jamie, dos chicos atrapados en un edificio a causa de un ataque terrorista que se musicaliza perfectamente a través de sus abrasivos sintetizadores.

 

Las diferencias con el anterior “The Future Bites” están a la vista y no solo en términos musicales. Fue lanzado en plena pandemia, por lo que el concepto que Wilson tenía pensado para presentarlo tuvo que posponerse varias veces debido a las medidas sanitarias que regían tanto en Europa como en el resto del mundo. Lo positivo fue que tuvo el tiempo suficiente para desarrollar su proceso creativo, como le pasó a muchos músicos durante la era del COVID-19.

Ahora es distinto con “The Harmony Codex”, está haciendo sesiones de escucha y firmando las copias para que los fanáticos disfruten la experiencia completa de este puzle sonoro, que en su edición de box set de lujo incluye “Harmonic Distortion”, disco con versiones alternativas y remixes hechos por ilustres invitados como Manic Street Preachers, Roland Orzabal de Tears for Fears, Mikael Åkerfeldt de Opeth, Interpol, Meat Beat Manifesto, Faultline y Radiophonic Workshop. 

 

A sus 55 años, Wilson no se deja engalanar por las mieles de la conformidad, prefiere seguir subiendo las escaleras del edificio musical que ha creado al frente de tantos proyectos y como un solista respetado por las nuevas generaciones y por sus ídolos de siempre.  

 

Muchas gracias por esta entrevista, Steven. “The Harmony Codex” es tu nuevo lanzamiento, así que nos gustaría saber cómo surgió este conjunto de canciones.

 

Empezó durante el confinamiento. No quiero llamarlo mi “álbum de cuarentena”, pero, en cierto modo, lo fue porque estábamos en una situación de aislamiento forzado. Tuve que cancelar una gira, así que de un momento a otro disponía de un montón de tiempo que no esperaba tener, como le pasó a todo el mundo. Al principio, todos estábamos en casa, preguntándonos qué íbamos a hacer, había mucha incertidumbre. En ese contexto, desarrollé algunas ideas para este disco y también empecé a escribir un libro. Parte de ese libro, que fue publicado el año pasado, era una historia corta llamada “The Harmony Codex”. 

 

Por eso el disco parece una banda sonora.

 

Claro, es que es la banda sonora de esta historia, en cierto modo. Ese relato breve era lo que se podría describir como una pieza de ciencia ficción distópica sobre dos niños, un hermano y una hermana, que entran en un edificio en el que ocurre un ataque terrorista y quedan atrapados. Sólo pueden subir por este edificio y se encuentran con una escalera que no tiene fin, por lo tanto, se convierte en una historia surrealista, fantástica y onírica. Empecé a desarrollar parte de la música en torno a este tema, a veces más relacionado con los personajes y otras con la idea de una escalera interminable como metáfora. Ahí fue donde las ideas empezaron a juntarse con una historia corta y la música, y creo que las dos cosas ayudaron a hacer de este un disco experimental y bastante cinematográfico.

 

Trabajaste en un pequeño estudio en Londres con Jack Dangers de Meat Beat Manifesto y Sam Bogarino de Interpol, dos personajes muy interesantes. ¿Qué aportaron a este disco y cómo puedes definir su resultado?

 

Es muy difícil articular exactamente lo que alguien aporta a un proyecto. Una de las cosas más hermosas de estar en aislamiento durante este álbum fue que no era posible entrar en un estudio con un grupo consistente de músicos, tuve que crear las canciones y, luego, enviarlas como archivos compartidos a los músicos y eso significaba que podía pensar en mi “banda ideal” para cada canción. Y normalmente no pienso así, siempre digo: “Mira, necesito un baterista o bajista de este estilo para el álbum”. Cómo sabía que iba a hacerlo a través de Internet, pude pensar en qué baterista se adaptaría mejor a una canción en particular, como es el caso de Sam, que toca la batería en ‘Staircase’, pero trabajé con un montón de bateristas, bajistas, guitarristas y tecladistas diferentes y todo eso fue realmente resultado del confinamiento. La respuesta a tu pregunta es que realmente no puedo darte una respuesta (ríe). Es algo muy intuitivo; hay que tener en cuenta el estilo del músico en particular, y lo mismo ocurrió con Jack, en realidad es lo mismo con todos los músicos del álbum. No siempre funcionó, pero los que están en el disco, obviamente, son los que siento que aportan algo especial a las canciones.

 

 

En el anterior “The Future Bites”, el tema central era el futuro, la globalización, los medios sociales y el consumismo, entre otros. ¿Hay algún tema más general en “The Harmony Codex” que trascienda a la historia de estos niños subiendo la escalera sin fin?

 

Esta idea de la escalera sin fin que mencioné anteriormente es una metáfora y, para mí, consiste en la idea de que hay veces en que nuestra vida pareciera estancarse en esta especie de escalera sin fin y creo que, sobre todo en el mundo moderno, hay mucho estrés y presión, así es la vida y sociedad ahora. Cuando llegas a los 50, como yo, existe la presión de seguir el juego de la sociedad, para hacer las cosas que todo el mundo está haciendo y mientras tanto te endeudas, te rodeas de cosas que realmente no necesitas, tu vida está constantemente dirigida por la tecnología, y también estás siendo bombardeado todo el tiempo por el contenido, por la música, por la televisión, por las noticias, por la pornografía, por los medios de comunicación social y por lo que todos estamos viviendo en este mundo en el que nos sentimos constantemente estresados. 

 

¿Entonces, esa metáfora se convirtió en algo significativo?

 

Sí, muy significativo. Muchas de las canciones se relacionan con la idea de estar atrapado en una escalera, pero no siempre de forma negativa. La vida es un viaje, no un destino, y muchos de los momentos más hermosos de la vida son cosas que no esperabas, que no habías planeado y que suceden por el camino. Puedes tener sueños, metas y ambiciones, pero a menudo nunca llegas a concretarlos. Aun así, el viaje es realmente extraordinario y fascinante, a veces basta con estar en esa escalera y se puede sacar mucho provecho de ello.

 

Supongo que puedes compartir todo ese contexto con los fanáticos en las sesiones de escucha que has hecho con ellos en Londres, ¿no? ¿Cómo puedes describir estas instancias para tu público en Latinoamérica que no tiene esa oportunidad de escuchar el disco y compartir contigo?

 

¡Espero que tengan la oportunidad, me encantaría hacer una en Chile!

 

Sería increíble.

 

Me encantaría. Sé que no se puede en todos lados, pero lo que se necesita realmente es tener una sala de cine equipada con Dolby Atmos o un espacio para reproducir sonido que esté equipado con Dolby Atmos. Pronto estaremos haciendo eventos en Munich, ya hicimos uno en Amsterdam y París, me haría muy feliz hacer un evento para Chile porque es la mejor forma de escuchar el disco. He trabajado muy duro para que suene bien en estéreo, siempre lo hago, pero la manera óptima de escucharlo es en audio espacial con la música alrededor de las personas, toda esa información sonora en tres dimensiones, así te puedes sentir literalmente absorbido por la música. Quizá debería hablar con la oficina de Virgin en Chile para ver si podemos hacerlo, porque creo que sería genial para los fanáticos poder ir y escucharlo de esa manera, ya que no todos tienen un sistema Atmos en sus casas (ríe). ¡Hay que armar algo!

 

Sí, por supuesto, sería increíble compartir contigo algunas preguntas en ese contexto. Finalmente, Steven, no puedo dejarte ir sin consultar sobre la reunión de Porcupine Tree. ¿Cuál es tu evaluación de la gira y especialmente del concierto en Chile?

 

Creo que el concierto de Chile fue sin duda uno de los más destacados para nosotros. Siempre es emocionante tocar para el público chileno, tan apasionado y tan comprometido con la música. Fue muy divertido porque no había la misma presión de hace 15 años. No teníamos los mismos conflictos, hemos crecido un poco, cada uno tiene sus cosas y nos dedicamos a disfrutar. 

 

¿Te sentiste cómodo tocando las canciones nuevamente?

 

Bastante cómodo. ¡Fue maravilloso ser guitarrista nuevamente! Quiero decir, he gravitado más hacia la electrónica y dejo encargada la labor de la guitarra a otros músicos. Si es lo último que hacemos como Porcupine Tree, algo que no sabemos todavía, creo que fue una muy buena manera de cerrar esa parte de la historia.

 

Sí, todas las reseñas que leí rezaban el mismo mantra: “si “Closure/Continuation” es lo último de Porcupine Tree, es la mejor manera de poner fin a esa increíble carrera”. Además, todos los miembros de la banda tienen otros proyectos.

 

Me gusta avanzar. Si hay una cosa que saben mis fanáticos es que no me gusta volver atrás, pero esta fue una ocasión especial en la que sentí que era lo correcto y creo que lo hicimos bien. El concierto en Chile fue realmente un punto culminante de toda la gira, para mí y los otros chicos.