Asia Menor: la ansiedad de la vida moderna

Oriundos de Temuco, la agrupación conformada por Jorge Scheuermann (guitarra y voz), Diego Seguel (guitarra, sintetizador y voz), Aníbal Vergara (bajo) y Cristóbal Mora (batería), está dispuesta a llevar la batuta de una escena underground que se encuentra en surgimiento y de la que ellos son sus más noveles representantes. Proyecto iniciado el 2018, Asia Menor gana cada vez más adeptos de los fanáticos del post punk de jovial pesimismo, el post rock y el rock experimental contemporáneo.

 

Después de lanzar su primer disco, que lleva por nombre “Enola Gay”, se han presentado en distintos lugares del país, promocionando este trabajo. Contando con la ayuda de Víctor Muñoz en la producción (Niños del Cerro), lograron un álbum que, a través de once canciones, consigue ser referencial en lo que respecta las problemáticas con las que debe lidiar una generación que se ve reflejada en el álbum. 

 

La banda se encuentra trabajando en dos presentaciones que darán a fines de este mes en Santiago. La primera el 26 de enero en Sala Master, y la otra, al día siguiente, 27 de enero, en el Centro Cultural Rojas Magallanes junto a las bandas de Chillán, Phuyu y la Fantasma y Osmiini. Bajo ese contexto en Rockaxis pudimos conversar con Jorge Scheuermann, quien entrega detalles sobre sus comienzos, la elaboración del disco, sus presentaciones y lo que depara para ellos de aquí en adelante. 

 

-Hola Jorge, gracias por tu tiempo ¿Qué nos puede contar de la gestación la banda?

 

-La idea fue mía y de Diego. Tuve grupos desde muy chico y conocí a Diego, que tocaba en una banda que se llamaba Ojos de perro azul. Por distintos motivos, invité a Diego a un proyecto que tenía. Estábamos muy comprometidos con hacer música. No para que le fuera bien a esa banda, ni nada, particularmente. Y con él nos fuimos a tocar solos y ahí invitó a Cristóbal, que estaba en otra banda. Eso fue el año 2018. Ensayamos todo el año, cero veces en vivo. Era música que para nosotros en ese momento era muy difícil de tocar y ahora ya no tanto, obviamente. Hicimos como un año de entrenamiento.

 

-¿Cuáles han sido las influencias musicales que contribuyeron a la creación de este proyecto?

 

-Siempre me gustó mucho el post punk, así como Gang Of Four, The Pop Group y me gusta harto el new wave en general. Pero no tenía nada tan claro, porque me gustaba mucho la música contemporánea también. Quería hacer una banda que entendiera la música como hacer un ruido, pero que eso dijera algo, y, en ese sentido, me gustaba mucho ese abordaje que tenía Sonic Youth. Y después conocí otras bandas que de verdad influenciaron harto en mí, derivadas desde ahí, del post punk, o sonidos de guitarra que yo asociaba como a Television. Un grupo que me gustó mucho fue Women, que es importante porque trabaja bajo esa lógica. Además, fue influencia para un montón de bandas que vinieron después, nosotros somos como un derivado de Women. De ahí empezamos a meter cosas más técnicas, pero dentro de un sentido muy punk. De ahí salió el sonido, entre un tecnicismo que esté tapado en ruido, que responde a una inquietud de complejizar algunas cosas. 

 

-¿Qué tan presentes están estas influencias en el disco?

 

-Harto, hay citas muy textuales a otras canciones. Por ejemplo, hay un tema que tiene un final muy parecido a otra canción. Entonces nosotros decimos, ya, hagamos este final, pero le cambiamos la métrica. Hacemos un experimento que después nos llevó a hacer otra canción. Prácticamente deconstruir otras canciones. Yo, por mi parte, cuando inventé muchas de las canciones, me imaginaba, para algunas partes, el trabajo muy meticuloso de sampleo. Como que fue tocar cosas y deformarlas. Todas las cosas que nos gustaban, las subvertimos en otra cosa. Fue un trabajo de mucho pensar en la música que nos gustaba. Tocar dos horas, pero conversar otras dos, trabajo super consciente de sí mismo. Y muy conversado. 

 

-¿Cómo fue el proceso de creación de “Enola Gay”? 

 

-Cuando nos juntamos a hacer el disco, prácticamente no se descartaron canciones. Se hizo la canción uno, sabíamos cómo tenía que sonar la canción dos y ahí nos fuimos con un material que quedó en 13 canciones. Con otro tema adicional y otro instrumental que no se grabó. Y se agregó una canción al final. Nos llegó una propuesta de grabación, pero nosotros, cuando empezamos a hacer canciones, se pensaron con un propósito de disco. Al final, cuando teníamos todo este producto terminado, lo escuchamos un par de veces, lo revisamos, yo sentí que le faltaba otra canción, la hicimos y escribí otras partes de temas para que cupieran en el disco. Pero la banda siempre trabajó con el rigor de hacer un proyecto.

 

-¿Cuáles podríamos decir que son los principales conceptos tras la elaboración de “Enola Gay”?

 

-“Enola Gay” se trata de muchas cosas, y uno de los temas más recurrentes, aunque este no es un disco conceptual, es la ansiedad de la vida moderna. Los temas que contiene son el azar, el estrés, cómo se ordena el mundo, cómo creo yo que se ordena el planeta y esa noción de que cuesta entender cómo nos organizamos los seres humanos, como sociedad. Hay cierto pesimismo a través de eso. Es un disco que es muy juvenil y, de hecho, yo miro para atrás, porque siento que he madurado desde que lo escribí. Es un disco que es muy pesimista, porque sitúa un narrador que ve la vida pasar, y no hace nada. Hay un sentimiento de desesperación. Entonces, claro, es un álbum que es depresivo en ese sentido, pero en ningún caso se autocompadece de sí mismo, solamente es una noción de disconformidad y profunda tristeza. Habla harto de eso, de la depresión, quizá de mi depresión, si te soy más personal.

 

-¿Cómo fue la propuesta de producción de este disco?

 

-Nosotros debutamos en un festival, y nos vio Simón Campusano de Niños del Cerro. Yo era de la organización, así que me tocó repartirle comida. Venía de tocar, le fui a entregar un pan con tomate, me acuerdo y me dijo que era buena la banda y que deberíamos grabar. No pesqué, porque era una persona que acababa de conocer, y para mí era rara la propuesta. Tiempo después me soplaron que él andaba compartiendo un material que nosotros teníamos, que era un demo, y yo pensé: parece que era una propuesta seria. Después él vino a Temuco a tocar y tuvimos una conversación sobre cómo se podría grabar el disco. Ahí me dijo: tú me dejarías hacer una especie de plan para que hagamos esto, y yo dije que bueno. Él hizo un plan con otro amigo nuestro para que nosotros grabáramos el disco de forma igual, muy amateur y grabando todos por separado. Hasta que llegó Víctor Muñoz, que es el productor de Niños del Cerro. Y me habla y me dice: Te tengo que decir que hay una necesidad de que el disco de ustedes se grabe todos tocando juntos, al mismo tiempo. Quiere decir, grabar el disco en vivo, porque no lo he dicho en muchas entrevistas, pero este disco se grabó en vivo completamente. Él pensaba que la mejor forma de grabar la música de nosotros era esa. Funcionaba mejor, porque al menos transmitía más lo que nosotros hacíamos en las presentaciones. Él movió un montón de cosas para tocar, que son cosas que jamás hubiésemos podido hacer solos. Con su ayuda y un montón de gente que empezó a aparecer en el camino, que quería que este disco saliera. “Enola Gay” existe porque había un grupo de personas que lo querían tirar para arriba.

 

-¿Hay recuerdos de cómo fue la primera presentación de la banda?

 

-Sí, e igual tiene algo de mística. Trabajábamos con otro sello, de Temuco. La persona que organizaba este sello era de verdad muy producida. Y fuimos a un festival, en el campo, en una comuna aledaña. En este festival estaba recién con el proyecto de Asia Menor, se llamaba Reforma, incluso. Estaba construyendo los escenarios, porque había que hacerlo todo uno mismo, y se nos ocurrió meter a la banda a tocar porque estábamos ahí, porque no hacerlo. Si éramos las mismas personas que estábamos trabajando en hacer los escenarios y toda la logística de este festival, donde estaban bandas grandes, como Niños del Cerro, y otro par de bandas buenas. Y nos pusieron en un horario bastante malo, que a mí me acomodaba mucho, porque yo no quería tocar frente a tantas personas. Y justo no sé por qué motivo, fue mucha gente a vernos. Fue un lindo debut, porque estaba tocando en un espacio lleno de músicos que yo alguna vez había escuchado. Fue como una especie de recibimiento. Gracias a ese debut que a nosotros nos empezó a ir bien.

 

 

-¿Qué significa para ustedes poder presentarse en otros lados del país?

 

-Es muy bacán viajar y tocar, porque antes también lo hacíamos, pero era una forma mucho más punk, como a la suerte. No nos conocía nadie e íbamos por ir, pero miro para atrás y pienso que bueno haberlo hecho de esa forma. Ahora creo que para nosotros es mucho más difícil hacer las cosas de esa forma y, afortunadamente, estamos en un momento donde podemos viajar a distintos lugares teniendo un respaldo de que la gente va a las tocatas y de que para nosotros los viajes son viables de alguna manera, porque también es insostenible la vida buscando pasaje, viajando todo el rato. En ese sentido, me siento súper agradecido de tener un público. A mí todavía me sorprende el hecho de que esta banda tenga un público, es increíble. Por ejemplo, nos fue muy bien con las presentaciones acá en Santiago, se llenan al tiro. Se venden las entradas muy rápidamente, estoy hablando de horas, y eso para mí, en este momento, no podría estar más agradecido.

 

-¿Cuáles son las expectativas para las presentaciones de fin de mes?

 

De Rojas Magallanes lo que yo espero, que es lo que pensaba cuando empecé a tocar, es ver bandas que me gusten, gratis. Ver a Phuyu y la Fantasma, ahí, siento que va a ser increíble, me muero por ver ese show. Y la expectativa que tengo de Sala Master es ver que tan bien podemos representar el disco. Como vamos a tocar con una buena técnica, vamos a ir con un montón de cosas adicionales, que en general no usamos. Entonces para mí es una oportunidad de ver qué tan bien podemos hacer sonar esto o qué tan loca puede ser la experiencia. Pero como vamos a estar apoyados de un sonido bueno, estamos tomando muchas libertades creativas, y eso, igual, va a hacer todo un desafío y una oportunidad de experimentar cosas súper buenas.

 

-Si tuvieses que escoger una canción de disco para que la escuchase cualquier persona y de esta forma adentrarse en el mundo de Asia Menor, ¿cuál sería?  

 

-Elegiría ‘La Naturaleza’, que es una canción que, personalmente, ya no me gusta tanto, porque siento que la pude haber hecho mejor. Pero a nivel lírico me sigue gustando y estoy bien contento de lo que escribí. Como que siento que al texto no le cambiaría nada, pero estructuralmente podría haber sido mejor. Y elegiría, también ‘Flores del naranjo’, que es la canción que más disfruto tocar. No la compuse yo, eso es importante porque todos somos autores de todas las canciones, pero yo escribí las letras. Entonces que haya una canción que no haya escrito yo, es bacán, es una canción que responde mucho al criterio del azar. Y habla más o menos de eso. La canción se relata sola a través de un sentido estrictamente musical, y ya si complementas con lo que dice el texto, a mí me cierra perfecto ese tema. Siento que artísticamente es quizás lo más potente del disco.

 

-¿Qué es lo que viene para Asia Menor de aquí en adelante?

 

-Asia Menor grabó un disco en 2023, así que espero que este año se trate de terminar de cerrar este proceso del “Enola Gay”. Y lanzarse únicamente a terminar el segundo disco. Sería hermoso tener el álbum nuevo para el 2025, así que se viene para Asia Menor, mucho trabajo.

 

Jeremías Sepúlveda