«Violeta Existe»: La permanencia eterna de una figura universal El reflejo familiar de Violeta Parra Martes, 30 de Agosto de 2022 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis227, mayo de 2022) Sin recovecos: Violeta Parra es la figura musical más importante que el siglo XX chileno entregó al mundo. Maestra de las artes, lo ético y lo político, Violeta sigue viva en cada rincón de este país, cuando un fuego creativo rompe vallas y moldes preconcebidos. Violeta está sobre la academia, estilos estéticos, disciplinas artísticas, ideologías políticas y sistemas económicos. Es la imagen más real de la chilenidad y, por ello, como titula el documental de Rodrigo Avilés, existe. Aún existe. Siempre existe. Por Cristofer Rodríguez Violeta es un árbol con raíces y ramas que se extienden de manera continua e indomable. De sus raíces podemos reconocer una solidez no vista antes ni después en otro u otra compatriota, pues se originan en el momento fundacional de la nación, cuando moros, esclavos y mapuche dieron origen a la cueca en la gran fogata nocturna del valle central. Cuando la mujer que parió sola en una casa de campo debió recoger los frutos y amasar el pan fresco para patrones, inquilinos e hijos. Cuando Rugendas pintó al huaso y la lavandera coqueteando al borde del río o cuando Recabarren agitó la conciencia del pampino calichero allá en el desierto infiel. Su tronco robusto, enorme, macizo, fue columna creativa y florida, que alimentó especies de todo tipo y sirvió de hogar a quienes buscaron refugio, pues su corteza era la patria y su médula, su espíritu. Un tronco que creció tanto, que temprano el bosque se le hizo pequeño y se quitó la vida, no sin dejar una copa robusta de hojas que aún no dejan de caer, 55 años después. Por eso Violeta existe en los parrones, en los asados y en los carnavales urbanos. En las penas de su pueblo que amó, tanto como regañó cada vez que fue necesario, pues fue faro, madre y profesora. Existe en el canto, las bordadoras, vendedores ambulantes y migrantes. En la niña que dibuja la bandera chilena cada 18 de septiembre y en la banda de rock más desenfrenada y arrojada de la escena under santiaguina. Y claro, Violeta Parra, también existe en sus herederos, y continúa siendo el centro de gravedad de esa familia, la más importante de la cultura chilena del siglo XX. Es impresionante pensar que, pese a su irrebatible lugar en la biografía cultural de Chile, todavía representa una figura lejana y de quién sigue quedando mucho por conocer. Más increíble es verificar que su posición en la cultura universal, sigue lejos de su techo de reconocimiento. Esta inquietud –y otras personales–, motivaron a sus nietos, Javiera y Ángel, a iniciar uno de los proyectos de valoración más bellos y urgentes que han sido producidos en Chile. Un proyecto que surge desde el amor y el deseo de descubrir este árbol en su dimensión más íntima y que se plasmó en un disco, una gira y un documental. «Ángel me invita a este proyecto y me doy cuenta que iba a significar mucha intensidad, mucha risa, mucho llanto, estar un buen tiempo en esto. Siempre nosotros hemos visitado la obra de la Violeta, el Angelito con sus versiones o las anticuecas, yo con el disco “El Árbol de la Vida” (2012) con Los Imposibles y las miles de versiones que me han invitado a participar, siempre con el arrojo necesario para no sentirse inmovilizados por ser los nietos, con mucha humildad y respeto, pero también con mucha candidez y sentido del humor, sin tomarlo como algo monumental, porque si no, nos paraliza. Y también estudiando mucho, las cadencias, los tonos, los ritmos del charango, los ritmos del cuatro, para sacarle el rollo bien, con respeto, pero con autoridad». Javiera Parra recuerda la temperatura de esa primera reunión en el estudio de su hermano, Ángel, mismo lugar en que este concede la entrevista. Ambos reproducen en tiempo real ese ánimo solemne y nostálgico, porque, después de todo, el ejercicio de revisitar fotos, cartas y ropa de los antepasados es, para cualquiera, una experiencia potente. «Estábamos los dos solos, con cuatro, con charango, tratando de acercarnos a su música, estudiarla desde lo micro y su desnudez absoluta y hubo momentos de una conexión gigante, donde estábamos los dos con los pelos parados, donde nos caían las lágrimas. Cuando tú haces un ejercicio así de íntimo se produce una invocación y nos sirvió como algo catártico para la familia», se explaya. El centenario de Violeta Parra el pasado 2017 trajo su figura nuevamente a la esfera pública, con actividades para la ciudadanía y un sinfín de homenajes en Chile y el mundo. Uno de los hitos más importantes en esa coyuntura fue el lanzamiento de “Las Últimas Composiciones de Violeta Parra”, una reversión del clásico disco de la matriarca de 1966, dirigidas por Ángel Parra y con la participación de su padre, su hermana y amigos como Alex Anwandter y Álvaro López. Desde entonces, el relato de una Violeta merecidamente celebrada, se cruza con la enfermedad y fallecimiento de Ángel Parra Cereceda (Paparra). – Lanzarse a grabar un álbum como “Las Últimas Composiciones” y abrir las puertas de la intimidad familiar para mostrar los últimos meses de su padre. ¿De dónde emerge la valentía de producir un documental como “Violeta Existe” con todos esos elementos? – Ángel Parra: Uno siempre lamenta cuando las cuestiones que uno emprende no se documentan. Cuando nos juntamos a hacer el “Hágalo Usted Mismo” (2006) con Los Tres, no grabamos el proceso y hubiese salido un lindo documental. Cuando hay una cámara se supone que va a verlo harta gente, entonces uno tiene que tener cuidado porque va a quedar un documento y hay que verse bien. Ahí también tiene mucho que ver la Violeta. Cuando ella tocaba era muy ordenada, e incluso marcaba la diferencia con su presencia, cuando hacía callar al público cuando no la escuchaban. – Javiera Parra: Rodrigo Avilés es un gran camarógrafo. Esta es su ópera prima como director y tiene la habilidad de ser casi invisible. Esto era un registro, no un documental, y cuando él vio que se estaba armando una historia para contar, comenzó a investigar sobre las primeras grabaciones y le mete esta parte como histórica que es la parte del inicio y se hace una cosa coral muy linda: la historia del disco, la historia de Violeta, la historia de la familia y la historia de todos los músicos tratando de acceder a la Violeta. El canto de todos La ópera prima del director Rodrigo Avilés no ha parado de cosechar frutos. La materia prima era de calidad y, por lo tanto, el desafío mayor. Retratar a la familia Parra sin perder el foco narrativo en la matriarca parecía un equilibrio complejo de conseguir, sin embargo, lo logró. “Violeta Existe” es un documental que devuelve a Violeta Parra al público masivo a través de la narrativa de quiénes vivieron su época en vida y quiénes la siguen viviendo, porque ¿acaso hemos dejado de vivir en la era de Violeta? Luego de ganar la categoría a Mejor Documental Nacional en el Festival In-Edit 2021, recientemente fue estrenada en cines chilenos con el apoyo de Miradoc y, por si fuese poco, se presentó en el Grammy Museum en Los Ángeles. «La Violeta es una mujer completamente fuera de la industria, la palabra indie por definición. En tiempos pre globalización e internet hizo cosas increíbles, como ir a tocar a Polonia. Nosotros seguimos pensando que todavía no ocupa el lugar que la gente cree que ocupa y sigue siendo sin ser valorada en la plástica, en la música, en la poesía. Recibir una invitación desde el cerebro de la industria mainstream del mundo es como un mágico espaldarazo que nos llega desde arriba. Cualquier espacio reservado para los más grandes, ella debería estar ahí. A la Violeta lo único que le faltó fue tiempo. El Grammy es el comienzo de un reconocimiento bello que puede venir por delante y que puede ser el comienzo de algo muy bonito para ella», cuenta Javiera. Mucho se ha especulado sobre el origen de la depresión de Violeta Parra: penas de amor, frustraciones familiares y hastío del medio cultural chileno. Y, la verdad, es que es un poco de todo eso. Para Violeta la labor de investigadora del folclor chileno profundo no era una tarea académica, sino un mandato, una misión. Es natural entonces que, cada vez que tuvo la oportunidad, manifestó su enojo con quienes no comprendían la magnitud de la tarea que se había propuesto y, de cierta manera, la fueron empujando hacia su trágico destino. Javiera lo resume: «Violeta hizo una exposición en el Louvre en una época increíble y eso no fue suficiente para que acá la apoyaran. Es impresionante pensar que tres veces la Violeta le pidió a la Universidad de Chile recursos mínimos para ir a investigar por Chile y las tres veces le dijeron que no. La gente se pregunta por qué se suicidó, pero imagina la impotencia que sentía, que con esta tarea que ella sentía, que era muy importante, un designio y que le digan que no en su cara, debió ser muy frustrante». Pero esta imagen parca, de choque, mañosa de Violeta es también una dimensión que intrínsecamente mantiene viva otra gran injusticia. Y es que Violeta, como todos nosotros, era un ser humano complejo, con una cara tosca y punzante, pero también con dimensiones dulces, creativas y sensibles. «La Violeta en cada una de esas actitudes nos enseña a los seres humanos una serie de códigos de comportamientos éticos de cómo debe ser una persona íntegra para tener una existencia que le permita sobrevivir dentro de lo frío, calculador y capitalista de la vida, donde la plata es la que manda, no el cariño», reflexiona Ángel. – ¿Cómo podemos explicarles a las nuevas generaciones que hubo una mujer que desde esa sencillez se volvió universal? – AP: La Violeta con su actitud trabajadora, de mujer en contra del machismo, sacadora delante de sus hijos, defensora de los derechos. Sobre todo, por las actitudes de genio que tomó en cada momento de su vida, una mujer que en todo lo que hizo dejó una lección, desde lo más íntimo hasta la maestría de sus obras. – JP: Sus lecciones son interesantes, aunque no haya dictado cátedra. Su valentía, su consecuencia incomodante que sacó ronchas. No es solamente a nivel artístico, sino a nivel humano. La lección que entrega es súper completa y orgánica, de ser una persona bonita, empática con la naturaleza, con otros seres humanos. Eso es muy bonito y derriba el mito de que la Violeta era una vieja regañona. Ella fue dura y exigente para conseguir las cosas y tenía muchos motivos para hacerlo en ese entonces en un mundo mucho más injusto que hoy. Un corazón que palpita «Es a ella a quien nosotros vamos a visibilizar, no a nosotros. Nosotros somos los conductores de Violeta, pero no Violeta, ni menos los protagonistas». Javiera Parra habla con una mezcla entre humildad y empoderamiento. Ser conductora de Violeta es una verdad biológica, pues en sus venas corre la misma sangre de la cantautora, pero también es un desafío que ha implicado estudios, años de sumergirse en el universo creativo y personal de Violeta y un importante trabajo reflexivo personal. «Cuando hice “El Árbol de la Vida”, hice canciones de Violeta de un repertorio desconocido, pero con el sonido más pop y más rockero de Los Imposibles. En este caso no fue así, fue casi un cameo, con algunos ejercicios de acercarnos lo más posible a su versión. Como músicos es imposible que esto no nos lleve a un gran crecimiento musical y personal, al interpretar, a que la voz te cambie», cuenta. Junto con el trabajo de arreglos e interpretación de Ángel, en el disco y presentaciones destaca la voz de Javiera, en unas de las interpretaciones más sentidas de su carrera. Hay canciones, como ‘Pupila de águila’ o ‘Volver a los 17’, en que el trabajo de voz es emocionante, por su parecido con Violeta en los timbres y la potencia de la performance. «Ese descubrimiento ha sido preciosísimo, porque si bien siempre he sentido que hay una cosa en la tesitura de nuestra voz que nos iguala con la Tita, con la Isabel, que hay una cosa como pura, muy afinadita, como melódica, pero fue maravilloso darme cuenta que cuando empecé a tratar de cantar a ojos cerrados y tratar de entrar en esta cadencia media gutural de Violeta, muy conectada con la tierra, con el agua, empecé a sentir que estaba accediendo a una pequeña puerta. Sin mucha conciencia me empecé a dar cuenta que se estaba produciendo esa homologación. Intenté entrar en esa síncopa que va cambiando todo el tiempo, cambiando de compases. La voz salió muy de a poco, con muy poquito volumen, muy suave y amigos como el Pablo Ilabaca, el Camilo Salinas, el Isma Oddó me decían “Javi qué increíble, esa voz es nueva dentro de ti”, y yo les decía “¡Sí, es nueva!”. Yo también estaba sorprendida. Fue un regalo poder descubrirla, poder acceder a ella, saber que está ahí, que es un linaje que corre por las venas que finalmente encuentra su espacio y sale en el momento que tiene que salir», reflexiona Javiera. Un documental que aparece como un regalo en su biografía, ya que además de conectar con su linaje a través de la interpretación artística, aparece en un momento familiar crucial. «Nos dimos la licencia de mostrar algo que viven todas las familias en su vida, que es la pérdida de un ser amado». Un momento poderoso en la narrativa del documental y que lo carga de otros colores emotivos. Lo que puede el sentimiento Para Ángel, el recuerdo de su padre continúa iluminando sus pasos, desde lo estrictamente musical a lo ético. Las severas depresiones que debieron cargar Violeta y Ángel padre, también han sido fuente de aprendizaje para Angelito –como le dice muchas veces Javiera durante la entrevista. «Cuando mi padre envejece y empieza a escribir, a revisar su historia, él empieza a perdonarse. La complicada y enamorada vida que tuvo con mi mamá fue un factor de depresión. Su hermana que tuvo que cuidar y que murió cuando él era chico o Carmen Luisa, otra hermana que pertenecía a otro núcleo y que mi papá la cuidaba al verla más vulnerable, en comparación a todas estas mujeres potentes de su vida, el huracán Violeta Parra, el huracán Isabel Parra, el huracán Marta Orrego. Después del golpe lo vimos pocas veces y sabemos que él pasó años de penurias. Nos extrañaba a nosotros, no pudo estar en el funeral de su padre, mi madre trató de recuperar el matrimonio dos veces y fue un fracaso, también estaba el alcohol, el recuerdo de la muerte de Violeta. Afortunadamente salió adelante, se encontró con gente que lo acogió, pero para nosotros siempre se mostró muy firme, con una coraza. Cuando ya estábamos todos en Chile, quería que mi papá fuera un abuelito para mi hija y a mi papá le gustaban los niños, pero de lejitos. El abuelito era más intenso que la cresta y hasta el último día tuvo un proyecto que hacer y con eso él se mantuvo a flote, porque por dentro estaba la tortura, su madre, el suicidio, tantas cosas que lo tuvieron eclipsado». Para Ángel, ser un Parra es una responsabilidad personal, moral y profesional. Si bien reconoce extrañar los pequeños clubes de jazz donde toca sus standars junto con amigos, asume que no puede desprenderse de la misión de estudiar, reinterpretar, girar por el mundo llevando el legado de su familia y, por qué no, enfrentar conflictos legales para poder seguir difundiendo el patrimonio familiar. En el documental hay un extracto sobre esto, al contar con el testimonio de Pedro Valdebenito, propietario de los masters de “Las Últimas Composiciones”. «Hay una historia de bastantes productores que existieron acá bien ladrones, con mi padre y con Isabel», dice Ángel mientras recuerda la canción ‘Piratas’ de Los Tres e insta al actual gobierno a tomar acciones legales al respecto, no solo con la obra de Violeta. «Alguien tiene que hacer un documental de Luis Torrejón, porque grabó no sé cuántos discos, millones de cosas. O un documental de Valentín Trujillo. Debemos documentar sus cosas, recuperar sus discos, ir a sus casas, ver sus fotos, sus recuerdos». Para el futuro, nuevos planes. Ya estudia la posibilidad de producir un disco de Violeta Parra con artistas internacionales, para agigantar su carácter universal y continuar girando con las remozadas “Últimas Composiciones” y el documental. «Cómo no sentir una admiración por la sabiduría de la familia Parra, por Roberto o don Nica también, toda gente que nos lleva la delantera por goleada. Uno empieza a tener ganas de entenderlos, aprenderlos. Si nosotros no hacemos ese trabajo de recuperación de su obra, ¿quién lo va a hacer?». Tags #Violeta Parra #Violeta Existe #Ángel Parra #Javiera Parra #Las Últimas Composiciones Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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