Mono

2024. Pelagic/ Temporary Residence

 

“¿Qué estamos haciendo con nuestro tiempo limitado en esta vida? ¿Cuál es nuestro propósito?”, son algunas de las preguntas que cruzan el nuevo y duodécimo álbum de estudio de la experimentada banda instrumental japonesa Mono. Y la pregunta no solo se responde a través de aquella propuesta nostálgica, dramática y monumental presente en el disco, sino que en las palabras del propio grupo: “Vivimos con un voto que no ha cambiado desde que éramos niños. Escuchamos el viento cantar. Somos parte del universo. Ya sabemos qué debemos hacer y qué es lo más importante en la vida”, señala el guitarrista Takaakira ‘Taka’ Goto. Es que los 25 años de trayectoria del cuarteto de Tokio, ha sido una búsqueda de sentido profundo de existir, que se expresa en una música que, aunque es de gran melancolía, manifiesta una sensación de esperanza, un sentimiento positivo que cruza este álbum con incluso más potencia que en sus trabajos anteriores.  

 

Como la mayoría de los discos de la banda, producido por el fallecido ingeniero estadounidense Steve Albini, “OATH” es un recorrido de 71 minutos de música dividido en once pistas de una profunda cualidad emocional, que se hace patente en temas de belleza inusitada como ‘Run On’, ‘Reflection’, ‘Hear the Wind Sing’ o ‘Moonlight Drawing’. Las melodías son de gran expresividad, pero, sin embargo, consiguen, al mismo tiempo, generar un ambiente extático que llama tanto a la compenetración con el exterior a través de los sentidos, como al examen interno espiritual: pensamientos, sentimientos y recuerdos cruzan la mente llevados por los amplios y eternos paisajes musicales a los que invita la banda. El sonido, construido principalmente con guitarras distorsionadas en constante conversación y contundentes bases de bajo-batería, se complementan con aquella sensibilidad neoclásica que se hace patente, por ejemplo, en el piano minimalista y los aportes de viento en ‘Us, Then’ o ‘Then, Us’ y, más adelante, en los arreglos de cuerdas de ‘Hourglass’.

 

Una banda que se siente tan cercana a Beethoven y Mahler, a las influencias anglo de Sonic Youth y My Bloody Valantine, pasando por las referencias ineludibles a las bandas post rock -Sigur Rós, Mogwai- que le precedieron, hasta llegar a una visión mesurada del noise japonés tan relevante en la cultura musical de aquel país. Con todo, Mono es capaz de expresar las diferentes profundidades y alturas de la emoción con una elegancia e impecabilidad musical que sorprende. Las atmósferas que cruzan todo el disco, van manifestando, minuto a minuto, aquella sensación de plenitud de un ser humano que, al menos por un momento, ha encontrado un centro, un destino, un lugar en el mundo. Esa es la “promesa” que regalan los japoneses a sus auditores.

 

Héctor Aravena A.