Iron Maiden: El cielo puede esperar, ¡nosotros no!

Jueves 28 de noviembre de 2024 - Estadio Nacional

 

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Si, está claro que son pocas las bandas que pueden jactarse de realizar un segundo concierto a tablero vuelto en el recinto más colosal que tiene Chile para albergar eventos de gran envergadura. Pero si algo tenemos claro, es que Iron Maiden es de esas pocas que pueden hacerlo, y así quedó demostrado en esta segunda noche junto a la Doncella de Hierro.

 

Era cierto que aún estaban disponibles algunos tickets días antes del evento, y la verdad es que se especulaba que este segundo acto de locura no había completado el total del aforo. El tema es que en la práctica fue algo completamente contrario, pues se evidenciaba que no hubo sector del estadio que tuviese un espacio mayormente holgado, por ende, nuevamente el recinto ñuñoíno a tope y a punto de estallar. En total, más de 120 mil personas sumando ambas noches, algo completamente inédito para una banda de heavy metal.

 

Más allá de los datos cuantitativos que abultan la leyenda de los británicos, desde que comenzó este vertiginoso acto de dos días, la banda consiguió crear una atmósfera de placer compartido que hace más gruesos los lazos de la comunidad que representa. La relación con Chile se torna cada vez más estrecha y parece estar en su mejor momento, fortaleciendo un vínculo perdurable e indeleble que solo suma nuevos adeptos que, sin ser necesariamente fans del metal, conciben a Iron Maiden con un espectáculo cultural/musical de orden mayor. No obstante, para los más conocedores del género, se instituye como un acto de magnificencia pura a través del heavy metal. 

 

 

Cuando aún quedaban algunos rayos de luz natural, cerca de las 21:00 hrs. comienza la introducción de ‘Doctor Doctor’ y la multitud estalló en cánticos, sabiendo que los dioses británicos estaban por subir a escena. Desde el primer acorde, quedó claro que Iron Maiden no ha perdido ni un ápice de su fuerza, aunque fue imposible sortear la percepción inmediata de que inevitablemente el tiempo pasa; desde enfermedades en la interna, el natural envejecimiento vocal de Dickinson y una menor condición física de sus integrantes, en ningún caso mermaría que esta segunda noche haya sido sencillamente apoteósica y sublime. 

 

 

‘Caught Somewhere in Time’ como acto de apertura, representa justamente ese explicito llamado a considerar el tiempo como una variable clave en nuestras vidas, el tiempo pasa claro está, pero ante cualquier adversidad debemos sortearlo con actitud y vaya que el sexteto británico fue un ejemplo de entrega y despliegue al más alto nivel, extremando sus recursos. Un Dickinson con su voz al tope, más madura claro está, pero no por eso deja de ser imponente y con un registro impresionante que desafiaba sus 66 años. La consecutiva y a su vez épica interpretación de ‘Stranger in a Strange Land’ nos demostraba que Iron Maiden saber rescatar lo más graneado de su repertorio, pero aquel que no es interpretado con cierta regularidad, lo que se instituye como un deleite para el paladar más sofisticado, un tema que conllevó una interpretación realmente excelsa. 

 

‘The Writing on the Wall‘ y ‘Days of Future Past’ fue la arremetida para mostrar lo último de Iron Maiden a nivel discográfico, una “máquina del tiempo” que no solo sonaba como esa nueva entrega cadenciosa y de magistral interpretación, sino que actuaba como telón de fondo, permitiendo recrear una metáfora de que Iron Maiden es un juego permanente entre un pasado glorioso, el presente brillante y un auspicioso futuro; línea de tiempo trazada con prolijidad que se mantiene intacta a lo largo de los años. Cabe consignar, que los temas de su último disco “Senjutsu”, adquieren una nueva dinámica cuando son interpretados en vivo, se tornan versiones épicas y orquestales que sorprenden por su ejecución y -por otro lado- fue precisamente en dichos temas donde Dickinson parecía interactuar más con el público, recalcando siempre los mensajes de fondo tras cada interpretación, pero sobre todo la amistad que los une como banda con nuestro país, la cual se nota y percibe tan autentica que pareciera ser algo único que Chile genera con alguna agrupación musical. ‘The Prisoner’ fue una pausa para volver al pasado, una entrega de un tema abstruso, solo para reales fans. Nuevamente Dickinson reflexiona de como respetar la cultura de los pueblos y en ese contexto suena ‘Death of the Celts’ que, sin lugar a duda, fue un punto alto dentro de las nuevas interpretaciones. 

 

 

Ya en la mitad del concierto, vendría el pináculo del set con una seguidilla de clásicos hits, tales como ‘Can Play With Madness’ ‘Heaven Can Wait’ y ‘Alexander the Great’, que la tan sola interpretación la hace una experiencia alucinante, un tema que quizá ni en nuestros mejores sueños vislumbramos poder oírla en vivo. ‘Fear of the Dark’ que quizá haya sido el clímax de toda esta seguidilla de clásicos, con una interpretación magnánima que trajo aparejado una compenetración total del público, un track que pareciera ser el ineludible dentro de su setlist y que ante ese inevitable miedo a la oscuridad se enciende nuevamente la clásica bengala, para también anunciar la mítica ‘Iron Maiden’ y la salida a escena de Eddie, recreando una lucha con Bruce, que gracias a su histrionismo, hace que cualquier acto, por muy simple que parezca, se torne teatral. 

 

El encore no sería más allá de unos pocos segundos y Iron Maiden retorna con ‘Hell on Earth’, la galopante y mítica ‘The tropper’, siempre tan bien recibida, y para finalizar ‘Wasted Years’, que nos entrega un mensaje esperanzador de mirar hacia el futuro y no lamentarse por los tiempos pretéritos, y vaya que nos hace más sentido que nunca, no tan sólo porque atañe a su propia realidad como banda, sino que nos permite estimar de que su mirada de futuro es promisoria. 

No podemos prescindir una referencia final al componente técnico del show, y es que el sonido -a ratos- no fue el óptimo, un Nicko McBrain que por razones lógicas (ACV el 2023), se aleja de aquel portento de percusionista que lo era una década atrás, no obstante, se siente una recuperación progresiva en su forma y obviamente es la clave para estimar que Iron Maiden hay para rato, pero no sólo es algo que podemos especular desde nuestra tribuna de fans, ya que Dickinson finalizando el concierto, anuncia su nueva gira y firmando el retorno a nuestras tierras en “a couple years”, el público en éxtasis frente a tal anuncio y así sería el momento del cierre de un magnánimo concierto, pero a su vez el inicio de una nueva y tensa espera hasta aquella nueva visita. Lo que queda claro es que la Doncella de Hierro sigue con más fuerza que antes y el paso del tiempo nos insta a quedarnos anquilosados en algún lugar de él, para seguir disfrutando de uno de los actos más sublimes del heavy metal.

 

 

Maximiliano Sánchez

Dogma: Matías Arteaga Sandoval

Fotos: Juan Maralla