The Cure

2024. Lost Music Limited / Polydor Records

Pocos nombres en la historia del rock han logrado el impacto y la influencia duradera de The Cure. Desde sus comienzos en los años 70, la banda ha sido una referencia absoluta en la construcción de atmósferas oscuras, introspectivas y llenas de emoción. Liderada por el carismático y enigmático Robert Smith, no solo definió el sonido del post-punk y el rock alternativo, sino que también estableció una estética y un estilo que generaciones de artistas han intentado emular. Con una carrera tan extensa y exitosa, cualquier nuevo lanzamiento es un evento en sí mismo. "Songs of a Lost World" marca un regreso esperado y necesario, tras dieciséis años de silencio discográfico desde su último álbum de estudio.

La espera ha valido la pena, y este álbum es prueba de que Smith y su banda aún tienen algo importante que decir, de que aún hay historias por contar y emociones por desentrañar. Con "Songs of a Lost World", Smith presenta lo que podría interpretarse como un "canto del cisne": una obra que, como las últimas entregas de otros grandes como David Bowie ("Blackstar") y Leonard Cohen ("You Want It Darker"), enfrenta abiertamente la fugacidad de la vida y la inevitable llegada del final.

'Alone', el arranque, es una pieza que establece el tono sombrío y reflexivo que domina el resto del trabajo. Desde el primer verso, Smith nos coloca en un escenario desolador, una suerte de apocalipsis emocional en el que declara: “This is the end of every song that we sing… we toast, with bitter dregs, to our emptiness”. La canción es una apertura lenta y majestuosa que se despliega en una estructura hipnótica, construyendo un ambiente envolvente que lleva al oyente a una experiencia casi meditativa, anticipando lo que está por venir. A medida que avanzamos, encontramos piezas que muestran una conexión personal e íntima con las emociones y memorias de Smith. 'I Can Never Say Goodbye' es un tributo melancólico a su hermano fallecido, mientras que 'And Nothing Is Forever' expresa la tristeza de no poder cumplir una promesa hecha en un lecho de muerte. En estas canciones, Smith logra transmitir una vulnerabilidad desarmante que resuena profundamente en el oyente. La sinceridad en su voz hace que cada palabra parezca una confesión, un acto de compartir sus miedos y arrepentimientos más profundos.

Musicalmente, "Songs of a Lost World" representa una especie de regreso al sonido clásico de The Cure, pero con una madurez y complejidad que solo el paso de los años podría aportar. Aquí, Smith y compañía no buscan hits ni concesiones pop; en lugar de eso, se entregan completamente a una exploración sonora que evoca lo mejor de su trilogía oscura ("Pornography", "Disintegration", "Bloodflowers"). La producción -a cargo de Smith y de su colaborador de larga data, Paul Corkett- es meticulosa y detallada, cada capa de sonido cuidadosamente ensamblada para crear una atmósfera densa y rica en matices. Entre los puntos más altos del álbum está 'Drone: Nodrone', una canción en la que Smith canta con una resignación casi filosófica: “Down, down, down, I’m pretty much done”. Esta línea refleja el tono general de la obra: una aceptación del final que, lejos de ser trágica, es serena y contemplativa.

 

Otro momento destacado es 'Endsong', la pieza de cierre que extiende la melancolía del álbum en una catarsis de diez minutos, con versos como “It’s all gone, it’s all gone, left alone with nothing, at the end of every song”. Aquí, The Cure alcanza una intensidad emocional que recuerda sus momentos más icónicos, cerrando el álbum con un eco de soledad y resignación. La banda suena increíblemente cohesionada, y los músicos brillan en sus roles. Simon Gallup en particular, aporta un trabajo de bajo sobresaliente, dotando a las canciones de una pesadez y profundidad que añaden dramatismo y fuerza. Su bajo se convierte en una suerte de columna vertebral de todo el álbum, mientras que las guitarras tejen texturas exuberantes y llenas de emotividad. Es notable cómo The Cure, una banda con más de cuatro décadas de trayectoria, logra mantener su esencia intacta y al mismo tiempo evolucionar hacia un sonido aún más refinado y pulido.

"Songs of a Lost World" es una obra que exige ser vivida y sentida. Una experiencia inmersiva que invita al oyente a explorar el lado más oscuro y complejo de la existencia humana. La comparación con álbumes de despedida mencionados anteriormente es inevitable, ya que en esta obra Robert Smith parece estar enfrentándose a su propio legado y al paso del tiempo. Sin embargo, el británicoh ha dejado claro que esta no será la última entrega de The Cure, prometiendo aún dos discos más que cerrarán definitivamente su carrera en 2029, coincidiendo con el 50 aniversario de su debut, "Three Imaginary Boys".

Con este álbum, The Cure reafirma su posición como una de las bandas más influyentes y veneradas de la historia del rock. A través de canciones que son a la vez sombrías y hermosas, la banda nos recuerda que el dolor y la melancolía pueden ser fuentes de belleza y que, a pesar de todo, siempre queda algo por decir. "Songs of a Lost World" es más que un simple regreso; es un recordatorio de la importancia de The Cure en la historia de la música y un regalo para sus fans que han esperado pacientemente durante dieciséis años. Si este es el comienzo del final, entonces Robert Smith ha comenzado su despedida de la manera más digna y conmovedora posible.

Matias Arteaga S.