The Obsessed Gilded Sorrow Jueves, 22 de Febrero de 2024 2024 - Ripple Music La última vez que supimos de The Obsessed fue a partir del contundente “The Sacred” (2017), registro que los veía acabar con más de dos décadas de silencio. Y es que la huella tan profunda que Scott “Wino” Weinrich ha dejado con uno de sus proyectos más conocidos, además de Saint Vitus, no se condice con una discografía extensa. Tal y cómo le sucedió a los Pentagram de Bobby Liebling, el debut en larga duración de The Obsessed vio la luz mucho después de su creación para Metal Blade Records en 1986, su lanzamiento llegó en 1990 a través del sello alemán Hellhound Records cuando Wino ya estaba al frente de Saint Vitus, materializando una mitología que arrancó con el escueto EP de 3 canciones titulado “Sodden Jackal” (1983). Tras abandonar a Saint Vitus, Wino reforma The Obsessed, pero el impulso solo duraría dos discos, los tremendos “Lunar Womb” (1991) y “The Church Within” (1994), todos con formaciones distintas, pero manteniendo su incansable espíritu. Acostumbrado a renovarse en cada título, era obvio que el solo anuncio de “Gilded Sorrow” (2024) iba a levantar polvo en las huestes adictas al sonido de los condenados. ‘Daughter of an Echo’ satisface desde el primer momento, y no es para menos con el juego a dos guitarras en el que notamos de inmediato que The Obsessed transitará por el camino correcto. Es menos densa que la partida con ‘Sodden Jackal’ en el anterior, pero mucho más ondera. La siguiente ‘It’s Not OK’ es otro botón de muestra de la gran reinvención de la que estamos siendo testigos, con un riff ganchero hasta decir basta que convierte a este track en uno de los que debería quedar como testimonio de esta entrega en el futuro. Cuando el tridente se completa con ‘Realize a Dream’, ya tenemos cartón completo, la nuca está completamente entregada al headbanging gracias a figuras de guitarra pegajosas que llaman más al stoner rock de carreteras infinitas que al doom metal de catedrales monolíticas. Las cruces recién aparecen en la titular ‘Gilded Sorrow’, aplastando con su siniestra oscuridad solo para hundirte con más fuerza en los bajos fondos de ‘Stoned Back to the Bomb Age’, definitivamente el mejor riff de todo el disco. Esto es lo que esperamos de The Obsessed: peso, peligro y actitud. No es solo la forma en que ambas canciones comprimen tus huesos sin piedad, o la dramatización lunática de Wino, o la ejecución magnífica del bajista Chris Angleberger, el baterista Brian Costantino o el primer guitarrista Jason Taylor, es el sonido que logran en esta pasada lo que de verdad te deja con la mandíbula desencajada. Hay un tono a medio camino entre el fuzz y la distorsión que sigue volviendo loco en ‘Wellspring’, y que le sienta muy bien a la banda, especialmente cuando la vibración de las cuerdas se vuelve maligna y amenazante, todo gracias a la labor de Frank Marchand en la consola. En ‘Jailine’, The Obsessed explora ese lado más hard rockero que conocemos bien, apuran el paso en lo que vendría siendo una reactualización de su amor por Thin Lizzy, con un coro hecho para acompañar a Wino en el en vivo que parece un islote entre medio de la bajada ‘Wellspring’ y la revitalizada ‘Yen Sleep’, rescatada en el compilado “Incarnate” (1999) de Southern Lord Recordings, pero que al fin tiene la versión que merece, con letra renovada y una corpulencia que no deja indiferente. Si tuviéramos que buscarle una mancha a “Gilded Sorrow” (2024), sería la acotada duración de ‘Lucky Free Nice Machine’. Su épica demandaba un mayor desarrollo, hubiese sido perfecto si se ampliaba el sendero de una conclusión que pudo haber pasado por otros estados solo para experimentar más de la química que la banda demostró a través de todo el largo. No hay que darse muchas vueltas para concluir que estamos ante una de las encarnaciones más sólidas que ha comandado la leyenda del doom metal estadounidense. A sus 63 años, el cultor de proyectos como Spirit Caravan, The Hidden Hand, Shrinebuilder o Premonition 13 ha encontrado un hermano de las seis cuerdas en el joven Jason Taylor, probando que convertir esta escuadra en un cuarteto, contando con un profesor del instrumento que conoce de teoría musical, fue una decisión más que acertada. Esa combinación entre lo técnico de Taylor, la experiencia de Wino, la energía de Angleberger y el compañerismo de Costantino son las claves para entender esta obra que lleva su legado hacia nuevos y excitantes rumbos. Esfuerzos tan salvajes, frescos y poderosos como “Gilded Sorrow” (2024) solo abren el apetito para que The Obsessed siga rejuveneciendo su discografía con más material de altísima calidad como este. Pablo Cerda Tags #The Obsessed #Doom Metal #2024 Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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