Los Prisioneros en el Estadio Nacional Historia oral de dos noches irrepetibles Jueves, 30 de Noviembre de 2023 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis221, noviembre de 2021) El tiempo social, político y cultural no siempre se condicen con el tiempo cronológico. Un ejemplo de esto fue lo que pasó a fines del año 2001 en Santiago, cuando Los Prisioneros se reúnen frente a 140 mil personas distribuidas en dos noches en el Estadio Nacional, dando inicio definitivo al siglo XXI y poniendo la lápida a la década de los noventa. Algo grande nació y se consumó en esos conciertos, de los más importantes en la historia de Chile. Conversamos con asistentes, fanáticos y profesionales involucrados sobre los detalles y vicisitudes de los shows de regreso de Los Prisioneros hace dos décadas. Y, por supuesto, también hablamos en exclusiva con los protagonistas: Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia. Por Cristofer Rodríguez Fotos: Jorge Sánchez Cuando falleció mi padre en noviembre de 2014, debí dar el discurso fúnebre. Recuerdo pararme frente a la audiencia de familiares, amigas y amigos, con el féretro y fotografía frente a mí y la carita solloza de mi pequeña hija. Sin haber preparado nada, helado por la tristeza, pero consciente de la solemnidad del momento, solo acudí a mi recuerdo más significativo. «El 30 de noviembre del 2001, el día que cumplí 13 años de edad, mi papá me llevó a ver el regreso de Los Prisioneros en el Estadio Nacional, mi banda favorita. Para él y para mí, era nuestro primer concierto de rock». La importancia emotiva que el show tuvo en mi vida fue constante e indivisible de cada uno de los y las entrevistadas con quienes conversé para escribir esta historia. Los recitales que Los Prisioneros dieron las noches del 30 de noviembre y 1 de diciembre del año 2001 en el Estadio Nacional, constituyen una innegable marca en la historia de la cultura chilena, pero también en la narrativa política y social contemporánea del país. Sin embargo, más importante aún, es una marca biográfica y profesional para todos y todas quienes pisamos la cancha, la galería, el backstage y el escenario esas mágicas dos noches. Esta es mi historia, pero también la de 140 mil personas que vivieron la experiencia del concierto más importante que se haya realizado en Chile alguna vez. En mi caso, además de significar un recuerdo familiar que me lleva a ver el rostro de mi querido viejo afirmado en las vallas papales mientras yo disfrutaba en la zona de prensa (le ofreció un cigarro a uno de los guardias para que me dejara pasar) es, además, el día que reconozco como el fin de mi niñez y el inicio de mi juventud. Mi cumpleaños número 13, con Los Prisioneros en frente, fue algo que me cambió para siempre y, desde entonces, la música nunca más me abandonó. Esta es la historia oral del antes, durante y después de aquellas inolvidables dos noches de Los Prisioneros en el Estadio Nacional hace ya 20 años atrás. Capítulo 1. La idea «Ningún día la gente nos permitió dejar de ser Los Prisioneros» El último concierto de la primera etapa de Los Prisioneros se realizó en febrero de 1992, en el Estadio Playa Ancha, en el marco de promoción del álbum “Corazones”. Pero la formación original, la del trío sanmiguelino compañeros de liceo, tuvo su última presentación en un corto y triste show de seis canciones, en agosto de 1989, en la discoteca Gente de Las Condes. La historia es conocida: problemas al interior de la banda, contexto histórico desfavorable y ánimos cabizbajos para jóvenes con mucha presión sobre sí, obtuvieron como resultado un dramático fin, que abrió paso a la última etapa del grupo y el término de cualquier esperanza de volver a ver al trío original. De cierta manera, la biografía de Los Prisioneros siempre estuvo en construcción, aún en la década de los noventa, con algunos encuentros secretos, llamados por teléfono y proyectos de mayor renombre como el compilado “Ni por la Razón, Ni por la Fuerza” de 1996. Como dijo Jorge la noche del 1 de diciembre del 2001 en el coliseo ñuñoíno, «ningún día la gente nos permitió dejar de ser Los Prisioneros (…) Tenía que darse la cosa musical para tocar y me da la impresión de que tenía que terminar la década de los noventa para que pasara». Y, para bien y sorpresa de todas y todos quienes amamos la música, finalmente pasó. Miguel Tapia: Con Jorge siempre mantuvimos una muy buena relación. Cuando hizo su carrera solista me llamó a veces para contarme en lo que andaba y me decía que echaba de menos mi amistad, mi compañía. Tanto así, que a fines de los noventas, con un amigo venezolano, Argenis Brito, hicimos una banda que se llamó Los Dioses, donde tocábamos canciones de Los Prisioneros. Claudio Narea: Durante los años noventa hubo varias intenciones de juntarnos. El año 92 Jorge fue a verme a un concierto, el 96 nos juntamos a tocar con Jorge y Miguel y lo pasamos súper bien, pero Jorge decía que nunca nos íbamos a presentar en vivo porque las grandes bandas nunca se reunieron, como Los Beatles o The Clash. Miguel Tapia: El 99, con Los Dioses tuvimos un quiebre. Jorge se fue a México y yo me quedé acá. Estábamos preparando una gira por Estados Unidos, porque “Corazones” pegó muy fuerte allá. Si hubiésemos ido con Los Dioses la habríamos hecho, pero Jorge estuvo complicado con un tema personal y quedamos pagando acá. Claudio Narea: Esa reunión de Los Dioses terminó con todos peleados. Lo atribuyo al tema de las drogas. Miguel Tapia: El 2000 me había ido a vivir a Pirque. Estaba viviendo hace pocos meses ahí con la mamá de mis niños. Estábamos aislados, fuera de Santiago y me sentía muy bien, como cobijado de estar viviendo fuera de la ciudad y lejano de todo, como en un vientre materno bien rico. Claudio Narea: Poquito antes había pasado lo de “El Caset Pirata” (2000), Gaspar Domínguez me citó a una reunión de la EMI. Había sacado un disco solista y me dice que estaba planificado un disco en vivo de Los Prisioneros. Carlos Fonseca: “El Caset Pirata” intentaba saldar la deuda de Los Prisioneros con un disco en vivo, donde se mostraba la energía de ellos y la interacción con el público. Lo trabajamos con maquetas que Jorge tenía guardadas. Jorge González: El objetivo era ganar plata [con “El Caset Pirata”]. El material salió de viejos casetes de mi hermano. Claudio Narea: Jorge echa para atrás todo porque no había suficiente material bueno [para el disco], me llama y me dice: «qué tal si nos juntamos en el Estadio Nacional y hacemos un disco en vivo». Ahí dije, «puta, este hueón está loco. Que sí, que no…», así que le dije que no. Carlos Fonseca: La idea de reunirnos surgió con “El Tributo a Los Prisioneros”. Ahí nos pusimos en contacto, conversamos, limamos asperezas con Claudio y nos reunimos. Claudio Narea: Estaba trabajando en la Rock & Pop y apareció el disco “Tributo a Los Prisioneros” (2000) por Warner, con una foto de nosotros en la portada y lo encontré como engañoso, porque los discos tributos nunca tienen una foto de la banda. Lo dije creo que en Las Últimas Noticias, entonces inmediatamente me llama Tabaré Couto (gerente de marketing de Warner) súper enojado. Ni lo conocía. Estaba chato ya de la hueá, Los Prisioneros eran un atado tras otro y ya estaba muy mosqueado. Entonces llamo a Jorge. – Hueón, estoy chato. Hay puro atado, me llaman para amenazarme y estar hablando una hora puras hueás– le comento. – Quédate tranquilo, si el disco no nos va hacer mal, va a ser bueno para todos– me dice calmado. Hablamos un largo rato y parecía simpático. – ¿Has pensado en eso que planteaste de juntarnos? – Sí. – Ya po’, juntémonos. Jorge González: Hablamos entre todos y nos pareció buena idea. Todavía nos parecíamos a Los Prisioneros y resultó. Miguel Tapia: Creo que fue Jorge el que me llama en ese momento para proponerme la idea de hacer un Estadio Nacional, pero tomé distancia porque hace un año atrás ya había dejado todo botado. Obviamente me parecía una idea buena, pero cómo concretarlo era mi duda. Pero al poco andar me contactó Carlos y tomé un poco más de confianza de que esto podía ser algo un poco más serio. Claudio Narea: Fonseca había estado metido en un atado de plata. El año 96 nos descontaron una plata a Miguel y a mí sin que supiéramos, así que cuando hablamos de juntarnos, Jorge me dice que le avisáramos a Miguel y a Carlos. Nos juntamos con él, hablamos para limar asperezas y ahí ya estábamos los cuatro sintonizados para la reunión. Miguel Tapia: Nos comenzamos a juntar en el departamento de Carlos Fonseca y fue siempre una magia bonita que aparecía, a pesar de toda una historia que cargamos atrás. Estar los tres juntos, además con Carlos, era estar dentro de una burbuja bonita, interesante. Era reunirse en el departamento donde Carlos tenía lleno de discos y era juntarse a escuchar música, recordar viejos tiempos y hablar del regreso de Los Prisioneros. Estuvimos desde febrero de 2001 juntándonos una vez al mes. Capítulo 2. La preparación «Estaba desacostumbrado a cantar y tocar el bajo y es un poco pelúo» Desde el más completo hermetismo al fenómeno musical del año. Semanas antes de la recordada conferencia de prensa en la Feria del Disco, donde la banda hace el anuncio de su regreso, la prensa especulaba con un eventual retorno, especialmente tras el lanzamiento del single ‘Las sierras eléctricas’ –una canción grabada originalmente en 1989– en los primeros días de septimbre. La noticia del show en el Estadio Nacional, programado para el 1 de diciembre del año 2001, provocó que la imagen de Los Prisioneros acaparará portadas, artículos y minutos en radio y TV, a veces ahondando en los resquemores de una amistad rota años atrás y otras indagando en el negocio que significaba el reencuentro. El diario La Tercera llegó incluso a titular «Ojalá que esto sea un gran negocio», como habría dicho González al momento del anuncio. Esto, en un país que se abría al siglo XXI y recibía las noticias del atentado a las Torres Gemelas, con un robustecido Lavín como líder de la derecha y una población con poderosos indicios de sobreendeudamiento, alcanzando un 59% del ingreso de un hogar promedio y una cesantía que subía 9,7%. La transición del arcoíris empezaba a hacer aguas silenciosa y sostenidamente. Miguel Tapia: Carlos partió con arrendar el Estadio Nacional, pero para Inti-Illimani. Paralelo a eso, arrendamos una casa cerca de la Panamericana con Santa Isabel y ahí comenzamos a ensayar y se empezó a planificar todo esto en forma secreta. Carmen Luz Parot: Me contactó Carlos Fonseca. Con él ya había trabajado antes con Inti-Illimani. Sé que habían hablado con Cristián Galaz y al parecer no habían llegado a acuerdo. Chalo González: Fonseca un día me llama, me cita en una esquina y luego me llevó a una casa, abrió la puerta y estaban Los Prisioneros ensayando. Era la casa secreta de Los Prisioneros. Algo se sabía, pero nadie sabía muy bien donde estaba la casa. Anthony Guterac: Un productor amigo, Víctor Varela, me llamó para pedir que lo ayudara con dos shows que el Miguel iba hacer en La Batuta y me pidió que fuera a trabajar. Un día me llegó una llamada para una reunión y, cuando entro a esa casa, estaban Jorge, Miguel y Claudio sentados conversando. Miguel Tapia: Contactamos al Chalo [González] como técnico en sonido, a los técnicos, a los roadies, a Anthony Guterac y Patricio Yañez, profesionales de esta hueá. Los nombro porque creo que fueron maravillosos, unos bacanes. Habían trabajado con La Ley en México. Anthony Gutarac: Para mí fue una sorpresa verlos. Casi de inmediato nos pusimos a trabajar. Miguel me dijo: «¿te acuerdas cuando fuiste a trabajar conmigo a La Batuta por la buena onda?». Siempre recordó que lo había apoyado. Y así llegué a Los Prisioneros como roadie de Jorge González. Jorge Sánchez: Fonseca había hablado con varios periodistas que cubrían espectáculos dentro de los medios, entonces les preguntó qué fotógrafo se manejaba mejor en lo que eran los conciertos. Así fue como a las semanas consiguió mi contacto y me pidió ser el fotógrafo oficial de la vuelta de Los Prisioneros. Fue una reunión que tuve con él en su oficina y me contó de qué se trataba y que tenía que tener exclusividad. Claudio Narea: A mí me habían operado en junio del año 2001. Estuve un mes hospitalizado y en agosto empezamos los ensayos. Estaba débil, pero empezamos a ensayar igual en una casa de dos pisos en Santa Isabel con San Ignacio. Carmen Luz Parot: Claudio estaba enfermo en esa época y Jorge fue muy preocupado de su herida, que descansara, que tomara los remedios. Estaban los niños de Claudio, la mujer de Miguel –encantadora–, y me hice amiga de la Loreto (Otero), la señora de Jorge [en ese entonces]. Se hicieron muchas redes y conocí gente muy linda. Ellos se rodearon de sus familiares y de sus amigos de siempre, así que era un núcleo muy íntimo. Chalo González: No estaba esa antagonía entre Jorge y Claudio. El liderazgo natural de Jorge lo llevó a dirigir, pero fue una época súper saludable en términos de relaciones. Carmen Luz Parot: El trabajo más largo que hice fue en la sala de ensayo. Y esa fue la experiencia más fuerte. Llegaba muy temprano y Jorge, que es muy madrugador, muy trabajador, muy puntual, a las siete de la mañana ya estaba trabajando. Como buena documentalista, trataba de no existir, de ser invisible y se olvidaran que estaba ahí. Ellos no quisieron que fuera un camarógrafo, no querían más gente adentro, querían mucha intimidad, entonces tuve que hacer cámara e ir aprendiendo. Jorge González: Recuerdo los ensayos como algo muy bueno, probablemente Carmen Luz tenga razón [con la puntualidad]. Claudio Narea: Ensayamos en agosto, septiembre y octubre, pero no solo ensayábamos, también conversábamos. Estábamos en eso cuando fue el atentado del 11 de septiembre y eso generó mucha conversación entre nosotros. Sentía que venían tiempos muy duros y que había que estar juntos, hacer cosas sociales. Marcelo Contreras: En esa época, la planificación que había con Fonseca era hacer un concierto en La Bandera (San Ramón) o La Victoria (Pedro Aguirre Cerda), pero finalmente no pasó. Chalo González: Grabamos una canción el año 2000, ‘Las sierras eléctricas’, que fue como la junta de Los Prisioneros. Claudio Narea: Algo falló [con ‘Las sierras eléctricas’]. La tocaron en las radios, pero no pasó nada, no tuvo ningún impacto, como que no existió. Marcelo Contreras: Fui a las oficinas [de Carlos Fonseca] que estaban en Ñuñoa y me acuerdo que me facilitó harto material gráfico. Abordamos qué significaba esta estrategia de no hablar con la prensa. Carlos Fonseca: Organizamos una conferencia en la Feria del Disco para anunciar el show del 1 de diciembre. Gestionamos la conferencia con Víctor Fuentes, el editor de la revista La Música, de la Feria del Disco. En un principio era lo único que íbamos a hacer. Ese día fue un éxito y terminamos súper cansados porque llegamos como a las 10 de la mañana y estuvimos hasta como las cinco de la tarde. Emiliano Aguayo: Ese 9 de octubre en la mañana era el término de la espera. Para acreditarme me contacté con Francisco Palma, encargado de eventos y prensa de Feria del Disco. La conferencia era en el segundo piso del lugar y ese mismo día se comenzaban a vender las entradas. Recuerdo que mientras muchos fans esperaban que se abrieran las puertas de la Feria el Disco, ni notaron que, por Huérfanos, a la vuelta de Ahumada, por una pequeña puerta, entraron los protagonistas y la prensa. Aliro Castillo: Había sido anunciado en la televisión que Los Prisioneros iban a empezar a vender las entradas e iban a estar regalando y firmando afiches a los 100 primeros que compraran las estradas y el single de ‘Las sierras eléctricas’. Me acuerdo que llegué y había ambiente extraño en el Paseo Ahumada. Estaba lleno de gente. Emiliano Aguayo: Estaba toda la prensa del país. Unos 20 micrófonos sobre la mesita delante de un afiche que anunciaba el concierto “Estadio Nacional, sábado 1 de diciembre, 21 horas. Entradas a la venta en Feria del Disco”. Jorge muy locuaz y sonriente. Afuera, por el Paseo Ahumada, unas mil personas, llenísimo, expectantes por si Los Prisioneros se asomaban, mientras coreaban canciones como ‘El baile de los que sobran’. Hasta que de repente aparecieron por el ventanal del segundo piso de la Feria del Disco para saludar y recibir los gritos y los aplausos. Carlos Fonseca: Hasta la conferencia de prensa que hicimos en la Feria del Disco para anunciar la reunión y los conciertos, fue todo muy tenso, porque como era todo muy a escondidas, no teníamos los recursos para hacer algo muy grande. Pero desde la conferencia de prensa hasta los conciertos, fue todo muy agradable, como un crecimiento continuo, con harto trabajo. Miguel Tapia: Nos dimos cuenta que solo con el hecho de haber aparecido en la Feria del Disco contando que íbamos a tocar, no era necesario hacer más que eso. Tampoco era necesario tener a marcas de auspiciadores. Chalo González: El único apoyo que tuvimos fue en la parte técnica, de iluminación y sonido del escenario, que fueron parte del engranaje del colectivo que hizo este trabajo, porque tampoco Carlos sabía, a ciencia cierta, cuántas entradas iba a vender. Marcelo Contreras: Era algo bastante inesperado, además fue muy ingeniosa la manera de volver al ruedo, haciendo las cosas a su pinta, sin trabajo de prensa. Aunque eso tiene un truquillo, porque hay que recordar que ellos fueron al De Pé a Pá [estelar de TVN] e igual hubo una suerte de campaña. Básicamente era no juntarse a conversar con El Mercurio, La Tercera y los medios afines al duopolio. Pedro Carcuro: La idea surge en la pauta del equipo de De Pé a Pá. Empezamos a trabajarla, no fue fácil. Significó mucho, mucho esfuerzo, pero el resultado fue espectacular. Rompió todas las expectativas tanto en contenido como en rating. Los Prisioneros estaban preparando el show del Estadio Nacional y no habían tenido ningún encuentro público con la gente. Miguel Tapia: Carcuro para mí era como una persona más real, más empático, me parecía más cómodo hablar con él. Hasta el día de hoy lo siento un tipo más cercano, con el que se podía conversar. Nos acomodaba. Pedro Carcuro: El ambiente que se crea es formidable. Muy pocas veces en el De Pé a Pá llegamos a ese clímax, a esa efervescencia del público. La forma en que la gente los recibe a ellos no era propia de un programa de televisión. Fue otra cosa. La platea se puso de pie. Jorge González: Recuerdo que en ese programa entrevistaron a Lavín y dijo: «me encantan Los Prisioneros», y comenté: «claro, cuando Chile estaba lleno de prisioneros, él estaba feliz». Pedro Carcuro: Conociendo la personalidad de los tres, especialmente de González, uno sabía que había riesgos. Afortunadamente, creo recordar que la tensión inicial fue breve y al poco rato había surgido la confianza entre nosotros. La conversación se fue poniendo buena, entretenida. Aliro Castillo: A los días después que se presentaron en el De Pé a Pá, salió en el diario que Los Prisioneros ensayaban en tal casa y salía una foto y que era en el barrio 10 de Julio. No fui a la U ese día. Y de esa misma forma me eché todo el año. Fueron como cuatro meses en que iba todos los días a ver los ensayos de Los Prisioneros. Sabía el orden desde antes que iban a tocar. Jorge González: Los ensayos fluyeron de manera bastante divertida. Sabía que las debíamos tocar casi todas. Chalo González: Estuvimos ensayando mucho tiempo, era una lista larga, de como 38-40 canciones, creo. Imagínate que Miguel Tapia no tocaba batería hace años, Jorge estaba completamente en un estado más bien contemplativo, porque se había estado rehabilitando en Cuba, entonces igual era una situación extraña. Tenían que ponerse en forma. Miguel Tapia: A mí no me costó, creo que a Jorge tampoco, porque hace un año habíamos estado tocando todo el repertorio de Los Prisioneros con Los Dioses. Tengo físicamente incorporada la música de Los Prisioneros. Tengo todos los temas muy dentro de mí. Carlos Fonseca: El que daba las entrevistas era yo, en los despachos, en los matinales, al final del día preguntando cuántas entradas se vendieron. Cinco mil, diez mil… chucha madre, era muy entretenido. Jorge González (Revista Rolling Stone, 2001): Vendimos todos los boletos en 17 días, sin pegar ni un cartel, sin ninguna publicidad. Siempre cuando vienen personajes famosos como Michael Jackson, tapan Santiago de carteles y aún así no llenan el Estadio. Emiliano Aguayo: Cuando se pusieron las entradas a la venta, compré de inmediato; pero luego, ese show agotado dio paso a una segunda noche, la que contrario a la lógica, se realizaría un día antes del debut anunciado originalmente. El debut era el 1 de diciembre de 2001 y la fecha nueva fue el 30 de noviembre. Miguel Tapia: Queríamos una entrada accesible a todo público [$6.000 galería y $8.000 cancha]. Y con lo que hicimos en Feria del Disco y Canal 7 [TVN] con Pedro Carcuro fue suficiente. Chalo González: Bueno, funcionó demasiado. Se hizo un segundo concierto el día anterior, cosa que fue bien rara porque los fans que compraron entradas para el primer día quedaron en segundo lugar. Jessica Barrales: Una semana antes del show en el Estadio Nacional, La Ley hizo un show gratis en la Plaza de Armas por la entrega de los Grammys. Tenía 16 años y con la ovación que se da cuando Beto Cuevas llama al escenario a Jorge, uno se da cuenta del respeto que tenía la figura de Jorge y Los Prisioneros. El momento en que sale Jorge y cantan ‘El duelo’ y ‘Que no destrocen tu vida’, creo que fue la antesala de lo que realmente iba a pasar en el Estadio Nacional. Felipe Arratia: Ese show de la Plaza [de Armas] estaba repleto hasta las banderas. Siempre se vio como una prestada de ropa muy grande de Jorge el que declarara su amor y admiración por La Ley y por Beto. Jorge González: Los muchachos de La Ley son buenos y antiguos amigos, hasta toqué con el Pedro, y claro que me acuerdo cuando canté con ellos, fue muy lindo. Capitulo 3. La previa «¿Cómo están? ¿Y los de más atrás? ¿Y los de más atrás?» Algo común a todas y todos los entrevistados es recordar la previa de manera casi tan especial como el show. Historias de fanáticos, fanáticas y periodistas a la espera de uno de los eventos más importantes de la música chilena. En lo personal, ese día de mi cumpleaños número 13, desperté con la noticia de la muerte de George Harrison, lo que me impactó, pero no a un nivel muy profundo, pues entonces no era tan admirador de Los Beatles como lo fui después. Asistí al colegio y conversamos con una compañera de curso sobre la emoción del día, ya que ella también asistiría con su padre. Salí de clases y mi hermana mayor me dejó en el Metro Pila del Ganso (hoy San Alberto Hurtado) para encontrarme con mi padre. Viajamos hasta Pedro de Valdivia, tomamos una micro y llegamos al Estadio. No lo podía creer. Cuando abrieron las puertas, corrimos y logramos llegar al primer tercio de la cancha. Nos sentamos a comer los sándwiches que preparó mi mamá y jamás olvidaré a unos jóvenes que estaban al lado mío cantando ‘Chop suey!’ de System of a Down, que era un exitazo entonces. Público de la galería se pasó a la cancha, y los que se quedaban hacían olas con sus manos para pasar la tarde. También gritaban: «¡los hueones de la cancha!». Se empezó a llenar, nos tuvimos que parar y quedamos apretados. Había alegría, nervio y tensión. Un oasis dentro de una jornada triste a nivel nacional, pues, ese día, el obrero comunista Eduardo Miño se quemó a lo bonzo fuera de La Moneda en protesta contra la empresa Pizarreño y el gobierno de Ricardo Lagos por la negligencia ante el envenenamiento con asbesto de sus trabajadores. El rock chileno, un año más tarde, haría justicia con su nombre en la clásica canción de Los Bunkers, acción por la memoria que luego también tomarían bandas como Marcel Duchamp, Tenemos Explosivos y Acéfalo. En el Estadio, banderas chilenas, de Salvador Allende, del Partido Comunista y de Los Prisioneros se mimetizaban con el viento fresco de esa tarde estival. Aliro Castillo: Supimos que el día jueves anterior al primer concierto iba a ser el ensayo general en el Estadio Nacional y nosotros fuimos y nos colamos. El guardia estaba distraído y entramos como a las cinco de la tarde, estuvimos escondidos en las galerías varias horas para que no nos echaran. Había algunos familiares de ellos, Carlos Fonseca, el Rumpy. Fue casi un concierto completo, porque de las 29 canciones tocaron 23, hasta ‘Sexo’, en el orden original en que estaba planeado el concierto. Fue impresionante, no éramos más de 20 personas y tuvimos la suerte de conversar con ellos un rato. Miguel Tapia: Recuerdo que me quedé en la casa donde ensayábamos, con mi ropa y todo lo que necesitaba y en la mañana partimos con la Van en un día de sol muy bonito camino al concierto, escuchando música, tranquilo con Carlos y la otra gente que nos acompañaba. Llegamos al Estadio y alguna gente nos reconoció y ahí vimos que era mucha gente y dijimos «wow, va a estar bueno». Marcelo Contreras: Me acuerdo que en la Zona de Contacto hicimos unas columnas, porque el editor de aquel tiempo, Gonzalo Maza, dejaba de lado el regreso de Los Prisioneros. No sé por qué lo hacía. Le discutí y le dije que me parecía un poco insólita su postura, porque era un momento histórico de la música popular chilena. El viernes 30 salió una columna donde decía que era insoslayable lo que estaba pasando con Los Prisioneros. Lo que escribí tenía que ver mucho con la significancia de haber escuchado a Los Prisioneros de niño y adolescente. Felipe Godoy: Tenía 16 años y había ido antes a conciertos con mi papá, que me llevó a ver a Deftones en enero, pero este fue el primer concierto que fui solo. Fuimos con unos amigos del colegio, nos juntamos en el Centro para partir al Estadio. Uno de los amigos era fanático de los Beatles y si mal no recuerdo, ese día murió George Harrison [29 de noviembre, pero informado en la prensa el 30], entonces nos enteramos camino al concierto y me acuerdo que fue tema. Felipe Arratia: La noche anterior, con mis compañeros de la universidad festejamos el egreso de la universidad. Al otro día estaba con una caña infernal y tenía la ventaja que podía llegar más tarde al Estadio y nadie iba a ver mi cara de caña. Me fui a despachar y me acuerdo que el calor era una cosa horrible y que varias veces me tuve que tender un rato en el pasto. Alfredo Lewin: Nosotros [MTV Rocks] hicimos varios enganches afuera del Estadio, sin Los Prisioneros, con la gente, los stands, con la gente de la Rock&Pop, de Vía X y otros canales. Era un espíritu veraniego, de alegría, todos en un karaoke. Además, me sentía muy privilegiado de tener la exclusiva de la entrevista con ellos antes del concierto. Johana Watson: Llegamos al Estadio Nacional y me encontré con medio Chile. Con vecinos, compañeras de colegio, de universidad, familiares. Había mucha gente ese día y una sensación de que habíamos ido todos. Felipe Arratia: Siempre conversamos con amigos que, a finales de esos años noventa, con tan poquitos conciertos, uno siempre decía que era el lugar donde se juntaban todas las poleras de artistas. Si bien Los Prisioneros ya eran algo muy masivo, se convirtió en algo súper impresionante esa cosa de ver a papás, mamás e hijos, incluso abuelos. Barbara Alcántara: Tenía 21 años. En esa época estudiaba periodismo en la UFRO en Temuco y conducía un programa en la radio. Llegaron a mi poder entradas que sorteamos y me quedé con dos. A última hora me compré un pasaje en bus a Santiago. Me vine de noche y llegué flash sola. Fuimos al Estadio con un amigo. Pablo Cerda: A mí el Estadio me parecía gigante, una cuestión colosal. Teníamos galería y conversábamos con cuál canción iban a empezar. Lo típico que se da en las previas, comiendo sanguchito enviado por la mamá, todo como de región. Alfredo Lewin: [Con Los Prisioneros] Conversamos mucho rato antes de la entrevista, acerca de los hijos, sobre todo con Jorge. En un momento, antes de empezar la entrevista, les dije: «muchachos, este programa se llama MTV Rocks y no solamente vamos a presentar a Los Prisioneros, sino también vamos a presentar a otras bandas». Eso nos llevó a una conversación sobre que todo esto era súper rockero y ahí Jorge, en la primera pregunta, me responde que la cuestión del rock es una hueá. Miguel Tapia: Personalmente nunca sentí que Los Prisioneros fuéramos rock, siempre sentí que éramos pop. Hablo por Jorge y por mí, que siempre nos han gustado los teclados y las máquinas. Alfredo Lewin: Los vi bastante relajados. Había una cierta calma de que estaba todo bien, pero sí una tensión lógica de estar preocupados en que nada falle y la cabeza muy puesta en el escenario. A una hora de salir, la banda estaba expectante y hasta como nerviosa. Chalo González: Los Prisioneros siempre estuvieron nerviosos de tocar. Creo que Jorge es la única persona que tiene como una seguridad tácita, siempre, porque es un gallo que confía mucho en las canciones y es decidido. Claudio tiene una personalidad más insegura y tenía muchas cosas que demostrar en esa dinámica. Y Miguel es como Ringo (Starr), al medio. Miguel Tapia: No recuerdo haber tenido nervios. Siempre que me paraba en un escenario con el Jorge y con Narea me sentí muy seguro. Pero debo reconocer que dos horas antes del show fui a darme una vuelta y miré por una cortina detrás del escenario al público y vi lleno de gente. Ahí si me dió un mix de miedo con emoción. Carlos Fonseca: Cuando vendimos las entradas, esperábamos el éxito, pero igual ver el Estadio lleno es otra cosa. Claudio Narea: Estaba nervioso porque era un evento único, autoproducido por nosotros, donde no podía fallar nada. Siempre estaba pensando que una cosa menor en la casa, como cortarme el dedo cortando una manzana, hubiese sido un caos. Si en una gira tienes un problema, se suspende la presentación, pero acá nada podía fallar. No podíamos tener un accidente de tránsito, nada podía fallar. Tenía el nerviosismo de que nada fallara, pero nervios de tocar frente a la gente, tal vez un poco. Jorge González: No me pone nervioso un recital. Nunca me dio nervio. Chalo González: El ánimo estuvo siempre arriba, súper contentos todos. No puedo dejar de confesar que estábamos muy nerviosos, incluidos Los Prisioneros. Claudio hace mucho tiempo que no tocaba guitarra, los temas eran difíciles, cantar tantas canciones para Jorge. Había muchas expectativas para este día, el concierto se estaba grabando. Pero nos preparamos bien. La mente de Carlos Fonseca es la de una persona super fría, táctica, estratégica. Mantuvo súper estable y en orden el transporte, los equipos técnicos, los catering, la prensa, o sea, Carlos en ese sentido se mandó una pega gigante de maquinación. Jorge Sánchez: Fonseca me fijo «tú vas a poder tener una credencial y vas a poder ir a todos los lados del Estadio, nadie te va a poner atado». Me dio chipe libre y me dijo que necesitaba público, vistas generales. Traté, en lo posible, de que el primer día estuviera más enfocado a Los Prisioneros, a ellos en el escenario, tras el escenario, a los lados del escenario. Antes de empezar, estuve súper temprano en el estadio y empezó a llegar la gente, familias y tomé esas fotos porque todo eso era parte de este gran evento. Uno como fotógrafo tiene que relatar en fotos lo que está pasando. Capítulo 4. Los shows «En una escala del uno a diez, ¿cuán feliz estás?» Chalo González: Esa noche, cuando se apagaron las luces, tiritaba. Carmen Luz Parot: Me acuerdo que estaba Zamorano por alguna razón. Ellos se abrazan con el ídolo del momento en el Estadio Nacional y entran al escenario. Jorge González: Un grande Iván, una felicidad conocerlo. Anthony Guterac: Cuando se apagaron las luces para iniciar el show y suben Los Prisioneros al escenario, asisto a Jorge, le paso su bajo blanco, parten con ‘La voz de los ‘80’ y se viene abajo el estadio. Pablo Cerda: Siempre creí que iban a empezar con ‘La voz de los ‘80’, y cuando veo por las pantallas a Miguel Tapia con trenzas, nunca pensé en sentir esa hueá. Sentía todo muy grande y recuerdo ver de la galería hacia abajo un mar de gente, toda la gente bailando. Ver esa masa de gente que era como olas gigantes. Chalo González: Cuando partió ‘La voz de los ‘80’, la gente saltó y la consola se me movía como si fuera agua, porque cuando saltan 70 mil personas, se pone gelatinoso el suelo. Súper loca la sensación, hermoso. Ahora me acuerdo y se me paran los pelos. Claudio Narea: Cuando salimos a tocar estaba lleno de gente feliz y eso fue alucinante. Veía el estadio y era mucha gente, pero las caras de las primeras personas que podía ver era de mucha alegría. Cuando uno toca en algún evento siempre ve alegría, pero si la sonrisa tiene un tamaño normal, ese día las sonrisas eran más grandes. Antonhy Guterac: Fue emocionante ver las caras del público vueltos locos, cantaban todas las canciones, gente lloraba de emoción. Además, ver a una banda chilena llenar el Estadio Nacional no es algo que pase muy seguido. Aliro Castillo: Estaba muy adelante. A los segundos que partieron, pasaban gente desmayada por encima de nosotros, no sé… unas 30-40 personas en un ratito, mientras estaban tocando ‘La voz de los ‘80’. Johanna Watson: Con un pinche que tenía, tuvimos que empezar a avanzar y cuando ya la gente estaba súper apretada, no nos deja pasar más. De repente, este loco se desmaya y todo el mundo empieza a decir que está drogado, lo agarran y lo empiezan a mover para adelante y lo empiezan a escupir. Lo recibe la Cruz Roja y se les cae, el hazme reír de la hueá y yo avergonzada a cagar. De repente estábamos en la carpa y se apagan las luces del Estadio, empieza a sonar ‘La voz de los ‘80’ y este hueón sale corriendo. Me dio rabia de verlo campante. Marcelo Contreras: Me acuerdo que uno de los días fui con la Blanca Lewin que éramos bien amigos en esa época y hubo gente que saltó la reja y quedó herida, porque se hizo cortes en los brazos. Fue un momento de cierta tensión. Alfredo Lewin: Los fui a ver desde la cancha, como cualquiera, y fue impresionante. No estábamos acostumbrados a ver a una banda sonando bien en el Estadio Nacional, con una expectativa tan potente en los minutos previos. Algo que esperamos toda la vida. Estábamos viendo la historia, la leyenda y con los parámetros de las grandes producciones del siglo XXI. Felipe Godoy: Quedé con la sensación de que partieron medios tiesos, que es algo que después se comentó. Miguel Tapia: He notado que partí como lento en ‘La voz de los ‘80’. Tendría que haber sido más arriba. Sin darme cuenta, pueden haber sido los nervios, pero no recuerdo estar nervioso. Pero sí, le di el pie inicial a esas dos noches y con el pie un poco más lento. Carolina Gutiérrez: Jorge González tenía una actitud muy distinta a otras veces. Mucho más empoderado y consiente que este reencuentro tenía más que ver con los fans que con otra cosa. Claudio con el pasó del tiempo se empezó a sentir más empoderado y ahí los empecé a sentir más seguros y menos tensos que en los primeros cinco minutos. Marcelo Contreras: Era bien impresionante escuchar a Los Prisioneros bien, después del recuerdo que uno tenía de los ochenta. Los Prisioneros siempre parecieron músicos como incómodos con sus instrumentos, pero en esos conciertos en el Nacional y hasta que se acabó la gira lo hicieron súper bien. Jorge González (Maldito Sudaca, 2005): Creo que la gente que nos había visto antes se acordaba que éramos malos, entonces como que no importaba, igual íbamos a sonar mejor. Pero claro, sin duda, en el Estadio Nacional sonamos mucho mejor que lo que sonábamos en los ochenta. […] Además, Claudio y Miguel tocaron increíble. Claudio sonaba y tocaba mucho mejor que en los ochenta, y Miguel siempre ha tocado bien. Felipe Arratia: El nivel de masividad era bien brutal y como el escenario estaba apostado hacia la marquesina, entonces se veía un mar humano bien importante y era bien impactante que tantas personas se supieran ‘¿Por qué los ricos?’. Pablo Cerda: En ese tiempo ya era súper ñoño y mi gran pregunta era si iban a tocar alguna del “Ni Por la Razón, Ni Por la Fuerza”, y me sorprendí mucho cuando tocaron ‘Jugar a la guerra’. A esa edad ya sabía que “La Cultura de la Basura” era un disco menor para mucha gente, pero para mí era muy importante. Miguel Tapia: Fue gracioso cantar ‘¿Quién mató a Marilyn?’ porque siempre me acuerdo cuando la compusimos con Jorge. Emiliano Aguayo: A la polola de esos días le encantaba –o le encanta aún– ‘Paramar’, y cuando la tocaron fue un momento especial. Y bueno, la polola de esos días es hoy mi esposa y la mamá de mis dos hijas. Chalo González: ‘¿Por qué no se van?’ quizás había sido un single natural de Los Prisioneros que nunca había sido explotado como tal y durante el concierto tuvo una respuesta de la gente muy heavy. Carolina Gutiérrez: Cuando vi lo que ocurría en escena, lo primero que me llamó la atención fue el look de Tapia, con el pelo largo y las trenzas. Johanna Watson: Me acuerdo de las trencitas de Tapia. Estaba del lado de Narea y me acuerdo verlo con su camisa roja. Carmen Luz Parot: Me acuerdo que cuando llegó el papá de Jorge, estaba Miguel con sus trenzas y lo saluda y le dice: «hola, Pocahontas». Felipe Arratia: Si no me equivoco, ahí es donde debuta el bajo de Jorge con las insignias de los equipos chilenos de fútbol que me llamó mucho la atención. Claudio muy peinadito, las trenzas de Miguel y sus baterías de ritmo me parecieron muy novedosas. Felipe Godoy: Uno tenía súper claro el conflicto con Narea y que “Corazones” fue un disco que fue grabado sin él, así que me llamó la atención cuando tocaron canciones de ese disco con él en la banda. Me gustó como sonaron, pero también me acuerdo que me pasaba ese rollo. Chalo González: Tocaron ‘Estrechez de corazón’ los dos días en el Estadio Nacional y en la gira. No me acuerdo exactamente por qué no se incluyó en el CD. Jessica Barrales: Me acuerdo que esa vez tocaron ‘Estrechez de corazón’, también fue un momento bien íntimo, sobre todo por la historia que tienen ellos con respecto a sus vidas personales. Lo malo es que hubo una falla ahí, no se escuchó. Claudio Narea: No me sentí mal tocando teclado. No es mi fuerte ni me gusta tanto, pero para mí son canciones de Los Prisioneros, que la gente asocia con Los Prisioneros y aunque en algunas canciones no toqué, no me sentía para nada complicado con tocarlas. Aliro Castillo: Mi momento favorito es cuando empiezan a cantar ‘El baile de los que sobran’. Se notaba toda la gente emocionada, había gente llorando de todas las edades y eso fue lo más mágico. Fue muy emotivo, mucha gente sacó sus banderas chilenas. Barbara Alcántara: ‘El baile de los que sobran’ fue inolvidable. El estadio lleno, todos coreando. Muy muy bonito y emocionante. Jessica Barrales: La canción que más me gustó fue ‘Usted y su ambición’. El primer casete que tuve de Los Prisioneros fue “La Cultura de la Basura”. Ese disco es muy bueno y desconocido. Claudio Narea: Para mí, todo fue una gran fiesta. Tal vez lo que más recuerdo y me lo dicen mucho, es ‘Maldito sudaca’, donde nos cagamos de la risa. La gente me pregunta por qué decimos «baila usted skiffle» y es por hueviar no más [risas]. Marcelo Contreras: La gente se puso a gritar en algún momento para que Narea con González se dieran un abrazo, y ahí Jorge dijo que la hueá «no era el Jappening». Y claro, no lo era [risas]. Pablo Cerda: Quería que tocaran ‘Lo estamos pasando muy bien’ y ‘De la cultura de la basura’. Y esas son las que más canté. Alfredo Lewin: Lo que no me esperé era que Claudio Narea se mandara esa frase de «nos preguntaron ayer acerca si esto era “ruock” y es rock». Eso viene de la entrevista que les hice antes del show y un chiste medio tardío, porque Claudio estaba súper de acuerdo con que todo lo que pasaba era súper rockero. Claudio Narea: Nosotros hueviabamos siempre con esto del “ruock”. El Tri [banda mexicana] decía: «¿Quieren ruock?», lo que es divertido; era un chiste. En realidad, nos reíamos de todo y de todos. De nosotros también. Chalo González: Tengo súper grabada una imagen: mientras tocaban, a veces me daba vuelta y miraba a la galería el típico compadre a guata pelá’, con la polera en la mano, pero a la mierda, a la chucha para arriba y estaba saltando. Ahí decía «misión cumplida». Marcelo Contreras: Cuando González apuntó al cielo y dijo «cachen, la media luna» cuando estaban tocando ‘We are sudamerican rockers’, fue un momento extraordinario. Ahí González demostró la lucidez que tiene, de leer el momento exacto y decir la frase precisa; el cómo supo sintetizar en ese instante lo que estaba pasando ahí. La luna llena, la emoción de la gente que cantaba todas las canciones. Mágico po’. Jorge González: El recuerdo más mágico que tengo es que mi hijo Nachito se quedó dormido en los hombros de mi hermano Marco. Miguel Tapia: Algo que pasaba mucho con nosotros es que Jorge comenzaba a improvisar y yo lo seguía y le iba dando intención a mis golpes. En ‘Sexo’, cuando está improvisando que se pongan condón y la gente dice «¡no!», de repente paro en seco la batería y Jorge dice «¿se van a poner condón, no?» y la gente dice «¡sí!», y volvemos a entrar con todo. Ese momento lo recuerdo muy rico. Claudio Narea: Nosotros grabamos en total ocho canciones con Gus Gusanos en los años ochentas, pero esas canciones nunca las habíamos tocado con Los Prisioneros. A Miguel y otros más le gustaban esas canciones y decidimos sumarlas. Jessica Barrales: Haber escuchado un discurso respecto a ciertos temas políticos que en ese momento eran bien contingente, la verdad es que fue bueno, porque siguieron su esencia. No solamente las letras decían algo, sino lo que Jorge decía. Felipe Godoy: Me puse contento cuando tocaron ‘Generación de mierda’ porque no me lo esperaba. Fue la raja, una de las mejores sensaciones del concierto. Pablo Cerda: El momento que más me marcó fue cuando volvieron porque la gente los pedía y empezaron a tocar temas que no mucha gente cachaba. Cuando tocaron ‘Generación de mierda’ quedé pa’ la cagá’. No me esperaba los temas del lado B de “La Cultura de la Basura”, menos me esperaba un lado B del “Ni Por la Razón, Ni Por la Fuerza”. Felipe Godoy: Encontré muy freak el cierre con ‘De Rusia con amor’. En ese tiempo no entendía qué era y por qué estaban tocando eso. Todo la raja, Los Prisioneros y todo, pero puta, ¿por qué terminan el concierto con esta hueá? Claudio Narea: ‘De Rusia con amor’ la tocábamos mucho en los años ochenta. De hecho, la grabamos para el “Pateando Piedras”. Tenía el disco single de Al Caiola en mi casa y decidimos empezar a tocarla. ‘Generación de mierda’ también la tocábamos harto, de hecho la pegábamos con ‘La voz de los ‘80’. Carolina Gutiérrez: Jorge González al final del show dice «nos vemos en 10 años más», aludiendo a que estos 12 años que llevaban separados no eran menor y era un punto de inflexión que esta era una reunión de reencuentro con sus fanáticos, más que de ellos como amigos. Carlos Fonseca: Todo el concierto lo pasé muy bien. Creo que se me olvidó la tensión de que algo pasara. Estábamos en buenas manos, había un muy buen equipo, se había montado todo, el lugar estaba lleno, la gente estaba tranquila y feliz. La energía en esos lugares ayuda mucho. Si la gente está en buena, jamás te va a ir mal en un concierto. Chalo González: Cuando terminó el segundo concierto, Carlos fue al camarín y nos dijo «chiquillos, tengo una buena noticia: vamos a hacer esto por Chile». Claudio Narea: Fue misión cumplida la primera noche, pero había que guardarse para el otro día. Cada uno para su casa y al día siguiente ponerse las mismas ropas que teníamos porque iba a ser grabado. Después de la segunda noche hubo una fiesta en la casa en que ensayábamos, gente que no había visto en años, como Mario Navarro, el dueño del Café del Cerro. Miguel Tapia: Me bajé del escenario y sentí que ya había pasado toda esta presión, pero rica presión. Hicimos una reunión rica en la casa donde ensayábamos, con amigas, amigos, familia, la gente de Carlos, algunos periodistas. Fue como un matrimonio. Carmen Luz Parot: Fuimos a celebrar en la misma casa donde ensayaban y nos pusimos a bailar hasta tarde. Fue chistoso porque hicieron pasar a los fans que siempre estaban afuera. Había una mezcla de gente, pero poquito grupo, ellos siempre se protegieron e hicieron todo en forma muy íntima. Ellos eran compañeros de curso, entonces sus papás se conocían entre ellos, eran apoderados, sus hermanos, los hijos. Era un ambiente muy familiar. Miguel Tapia: El domingo 2 de diciembre, después que pasó todo, había una sensación de paz, bien tranquilo. Me fui unos días de Santiago a descansar un rato, porque sabíamos que Carlos ya estaba preparando todo un camino para hacer. Marcelo Contreras: A fines de diciembre de ese año tuve que cubrir el matrimonio de Beto Cuevas y me acuerdo que me encuentro con Jorge González y le pregunto: «de los dos días, ¿cuál te gustó más?», y me dijo el segundo, porque estaban más relajados y había menos presión. El primer día sentí que había mucha más tensión, pero el segundo día tocaron mucho mejor, había más propiedad en lo que se hacía. Jorge González: En el Nacional había más gente que en el Festival de Viña el año 2003 y mientras más gente, más fiesta. Lo pasamos muy bien en esos shows. Capítulo 5. 20 años después «Váyanse con cuidado pa’ la casa» ¿Son los dos shows de Los Prisioneros en el Estadio Nacional los más importantes de la historia de Chile? Las preguntas así de pretensiosas son siempre incómodas y, a veces, imposibles de responder. Habrá quienes argumenten que no, ya sea por razones de masividad, impacto, simbolismo o desarrollo técnico. Pero en balance y habiéndose cumplido dos décadas, cuesta encontrar un parangón así en la historia nacional. Conciertos históricos hay, tanto festivales como reuniones políticas donde la música ha sido la principal invitada, pero tal vez, ningún par de recitales integren en su relato tantos elementos a la vez que lo hagan inigualable e irrepetible. Barbara Alcántara: Nadie se esperaba que Los Prisioneros volvieran a juntarse. Verlos juntos por única vez era ahora o nunca. Y en el Nacional más encima. Claramente fue histórico, emocionante, memorable y lindo. Johanna Watson: Me acuerdo de la efervescencia de la gente, era una sola voz cantando hits tras hits. Uno de los conciertos donde todo el mundo canta todo. El público era súper transversal, como un concierto familiar. El sueño se concluía, el ciclo, una espera larga de un momento que pensamos que no iba a llegar y estaba ocurriendo. Carolina Gutiérrez: La añoranza de un concierto que unió a gente de distintas edades, y que también nos unió para ver a una de las bandas más emblemáticas que existe con un repertorio impresionante. Recuerdo haber estado tres horas y la gente no paró de cantar las canciones, gritar, entusiasmarse, emocionarse, reírse, dejar a flor de piel una sensación de despedida definitiva, como de perder algo invaluable. Pablo Cerda: Hay una parte de mí que le hubiese gustado ser más grande y haberlo visto con más conciencia y hay otra que agradece haberlo gozado como niño, con esa ilusión, con esos ojos brillantes y sentir ese poder. Era puro poder. Fue heavy, lo canté todo, mi amigo lo cantó todo, mi tío lo cantó todo y todos lo cantamos todo. Alfredo Lewin: A mí me parece que es una banda que se esmeró por hacer un grandes éxitos y es eso lo que tenían que hacer. Miguel me contó que estaban escuchando mucho un disco en vivo de McCartney para aprender de la dinámica. Creo que eso estuvo súper bien manejado, porque musicalmente generaron muchos estados de ánimo y mostraron varias facetas de lo que son Los Prisioneros. El show se hizo cargo de la naturaleza de la banda. Carmen Luz Parot: El Estadio Nacional como campo de concentración, detención y tortura y el Estadio Nacional donde se han celebrado tantas cosas, el Mundial de Fútbol, se recibió ahí a Neruda para celebrar su Premio Nobel que fue organizado por Víctor Jara. He ido a tantas cosas diferentes ahí… La historia está presente en ese lugar y fue increíble verlo repleto de gente. Fueron dos noches tibias con tanta alegría, una comunión de gente, de chilenos. Toda mi juventud fue con Los Prisioneros y fue una consagración de nuestras historias. Chalo González: Es el momento más importante para mí a nivel de sonido en vivo, como la sensación más elocuente que he tenido en mi vida. He vivido momentos épicos en Vive Latino, en México con Los Bunkers, con 31 Minutos en Lollapalooza o lanzando “La Dieta del Lagarto” de Chancho en Piedra en la Laberinto, pero esto superó todos los límites de la emoción. Más que un doctorado, creo que fue como un bautizo. No sé, porque es muy raro que la banda más importante de la historia de rock chileno te encomiende una misión tan importante, pero tan simple a la vez. Es el concierto más importante en la historia de Chile hasta el momento. Alfredo Lewin: Sí lo es, porque el concierto de Los Tres del MTV Unplugged también es ultra importante, pero no se realizó en Chile. Creo que este concierto y la primera Cumbre del Rock Chileno son hitos inolvidables, porque se hicieron cargo del Estadio Nacional y el rock chileno estaba brillando con su majestad. Habíamos recuperado el rock chileno. Jessica Barrales: Ellos de alguna forma marcan un precedente con respecto a los conciertos dentro de la música chilena. Atreverse a hacer conciertos masivos y de buena calidad. Siento que después se empezaron a hacer festivales, Cumbres del Rock con buena escenografía, buen sonido. Felipe Godoy: En retrospectiva, uno lo ve como un show bien irrepetible y que después de eso el Estadio Nacional no ha sido para nadie más. Me acuerdo del concierto de Allende en 2003, pero claro, tuvieron que meter a 40 artistas, incluido Silvio Rodríguez para llenarlo. No creo que se vaya a repetir, ni siquiera Los Prisioneros si se volvieran a juntar. Emiliano Aguayo: Tremendo recuerdo de esa, quizás, la primera gran vuelta de un grupo chileno, más allá de Los Jaivas cuando vuelven a Chile o las de Los Tres o La Ley, años después. Es el regreso más esperado de la música nacional, sin duda. Miguel Tapia: Tengo la impresión, y lo veo bien difícil, que se vuelva a repetir que una banda chilena vuelva a llenar dos noches el Estadio Nacional. En Chile está lleno de bandas espectaculares, pero Los Prisioneros son un fenómeno absolutamente aparte, distinto, y a mí me tocó ser parte de eso. Entrevistados: Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia (Los Prisioneros); Carlos Fonseca (manager de la banda), Anthony Guterac (roadie Jorge González), Carmen Luz Parot (directora documental Lo Estamos Pasando Muy Bien), Chalo González (técnico de sonido en los shows), Jorge Sánchez (fotógrafo oficial), Alfredo Lewin (conductor MTV Rocks*), Carolina Gutiérrez (periodista canal Chilevisión*), Felipe Arratia (periodista radio Rock&Pop*), Marcelo Contreras (periodista diario El Mercurio*), Pedro Carcuro (conductor TVN*), Aliro Castillo (asistente, fan y coleccionista), Bárbara Alcántara (asistente, periodista), Emiliano Aguayo (asistente, autor de Maldito Sudaca, Las Voces de los ‘80, Independencia Cultural), Felipe Godoy (asistente, sociólogo, co-autor 200 Discos de Rock Chileno), Jessica Barrales (asistente, integrante fan club Los Prisioneros), Johanna Watson (asistente, periodista de música), Pablo Cerda (asistente, crítico de música). * Se indica el medio en que estos profesionales trabajaban en ese año. Tags #Los Prisioneros #Jorge González #Miguel Tapia #Carlos Fonseca #Estadio Nacional # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Rock Galerias A.N.I.M.A.L.: 30 años de ''Fin de un Mundo Enfermo'' Sábado, 07 de Diciembre de 2024 Rock Articulos La guerra de los Rohirrim: Un intento valiente de expandir la Tierra Media Sábado, 07 de Diciembre de 2024 Rock Noticias Nicko McBrain anuncia su retiro de los escenarios Sábado, 07 de Diciembre de 2024 Rock Noticias Concurso cerrado: cuarta versión de La Batalla del Tattoo Viernes, 06 de Diciembre de 2024 Rock Noticias Concurso: Los Fabulosos Cadillacs debutan en Temuco Viernes, 06 de Diciembre de 2024 Rock Noticias Concurso cerrado: Descendents vuelve a Chile Viernes, 06 de Diciembre de 2024 Rock Articulos Beth Gibbons: La valentía de debutar con un autoanálisis crudo Viernes, 06 de Diciembre de 2024 Rock Entrevistas Memphis la Blusera: consolidación, historia y blues Viernes, 06 de Diciembre de 2024