Bitterdusk

2024. Independiente

 

Bitterdusk es una de las instituciones más emblemáticas del doom nacional y, como tal, sus lanzamientos siempre despiertan el interés de los adictos a lo sabbathico. Su entrega anterior, “Árbol Cósmico” (2017) mostraba una conexión con las raíces mapuches, una perfecta sincronía en la que el dolor de nuestra cultura ancestral caminaba a la par de la oscuridad y el peso de composiciones muy directas, a pesar de que igual gozaban de una duración extendida. Pues bien, han pasado 7 largos años desde esos acontecimientos, y entre reediciones y compilatorios, ya era momento de que el gigante volviera a despertar. Así llega “Guardián del Valle” (2024), registro que sigue inspirándose en lo primario, en la esencia natural del ser humano en medio de un mundo caótico que va perdiendo cada vez más su esencia.

 

Lo que llama la atención desde el principio es la voz de Leonardo Alvarado en la homónima ‘Guardián del Valle’, porque nos recibe con ese tono grave que recuerda a los tiempos de “Spirits” (2002) y la sorpresa es inmediata. De hecho, los primeros minutos son un verdadero banquete para los fanáticos del doom pastoso hasta que llega el cambio de ritmo y se ensambla con el Bitterdusk contemporáneo, que propicia un viaje hacia una psicodelia sombría que al final asciende hacia la eternidad. Es casi como si cada parte de la canción representara una etapa en la carrera de Bitterdusk.

 

Enlazándose con el lado más denso de su espectro están ‘Ascensión del Sol Interno’, que muestra reminiscencias de un Yajaira más acelerado para acabar al fondo del averno con una procesión de riffs que quema las almas en los fuegos sagrados, imagen mental que la colaboración de Marc Grewe (ex Morgoth) ayuda a crear. En esa misma línea encontramos ‘Implacable Amanecer’, que parte con la maquinaria aplastando con una velocidad avasalladora, luego, vuelve al núcleo de una marcha más cadenciosa y remata con un final que hubiese mejorado aún más con una vuelta al riff del principio, que era demasiado bueno como quedarse solo en la introducción. Pasa lo mismo con ‘Avalancha’, una instrumental de casi 3 minutos que es, sin lugar a dudas, la más metalera del disco gracias a un toque de black metal que les viene muy bien, pero queda solo en eso. Hubiese sido increíble presenciar un desarrollo más completo, especialmente considerando que esta segunda colaboración de Marc Grewe en los gritos podría haberse maximizado, quizá sea un camino que transitarán con mayor profundidad en lanzamientos venideros.

 

De hecho, hay un elemento en la fórmula de Bitterdusk que sobresale en “Guardián del Valle” (2024): el rock gótico. No estamos descubriendo la pólvora, el combo nacional siempre ha coqueteado con ese género, a modo de ejemplo tenemos ‘Destello’ en “Árbol Cósmico” (2017) o incluso ‘Al Sol de la Serpiente’ en “Santuaria” (2006), pero esta vez se profundiza aún más. El chorus nocturno de las guitarra de Fabián Alvarado conversa con la batería intensa de Kurt Heyer y los coros de la también invitada Johanna Sánchez, además de la voz grave y el bajo acuoso de Leonardo Alvarado en ‘Ojos de la Montaña’, un single de corta duración que no funciona tanto como fotografía del álbum completo, pero sí como una evidencia de su lado más explorador. Es un corte destacado que, a pesar de su oscuridad, logra darle color a la placa. Con su letra escrita por Fabián Alvarado, ‘Rezo Antiguo’ cabe en el mismo cajón, es introspectiva a la manera de The Cult o The Mission en su punto máximo de misticismo con acordes benevolentes y una maravillosa línea vocal. Abrochando todo al final está ‘Leonor’, una conclusión perfecta, ya que reúne los elementos antes mencionados y los desarrolla en un track épico con la escuadra local al máximo. Si bien sigue el hilo de lo que se escucha en gran parte del disco, su estructura grandilocuente y su solemnidad conmueven de sobremanera, parte de ese mérito se lo lleva la letra escrita por Kurt Heyer que logra llevarte en un viaje de absoluta reflexión que se difumina en el ocaso.

 

Con la mano de Seba Puente en grabación, mezcla y masterización, además de colaborar estrechamente con la banda en la producción en el estudio AudioCustom de Santiago, el regreso de esté tótem sabbathico es de alto impacto. Conceptualmente hablando, el trabajo nace como una respuesta a esos días de encierro en los que nos dimos cuenta de que convivimos con más seres en la ciudad y los pumas bajaron a recorrer los territorios que les fueron arrebatados por el concreto, la polución y los avatares de la vida moderna y eso se logra traspasar fielmente a través de los parlantes. Si  la misión de Bitterdusk era conectar al auditor con ese ser salvaje que todos llevamos dentro, la tarea se cumple a cabalidad en “Guardián del Valle” (2024), un álbum que se mueve de manera sagaz a través de su discografía y que protege sus valores tal cual los felinos lo hacen con el valle.

 

Pablo Cerda