Vomitory

2023. Metal Blade Records.

 

Han pasado poco más de una década desde la última vez que tuvimos noticias de esos maestros del death metal que eran Vomitory. Por veinte años la banda fundada por los hermanos Tobias y Urban Gustaffson solían disparar álbumes cortos que rompían costillas y cráneos sin piedad, tales como "Redemption" (1999), "Blood Rapture" (2002), o "Primal Massacre" (2004). Luego de publicar "Opus Mortis" (2011), la agrupación entró en un periodo de inactividad que oscilaba entre la pausa y la ruptura. Hace unos cinco años se volvieron a colgar las guitarras y regresaron de manera lenta, dándose el tiempo para salir nuevamente de gira. Eso hizo que regresara el interés para encerrarse una vez más en el estudio y salir de ahí, literalmente, a cortar nuestras cabezas.

 

Podríamos decir que este regreso no aporta nada nuevo a la mesa – cosa que en cierto modo tampoco es fácil, porque su discografía es contundente y tocan un género que no permite innovar más allá de la brutalidad y rapidez -, pero es muy honesto, incluso desde su construcción, pues fue grabado de manera directa en el estudio, tocando todos en conjunto y casi en tiempo real. Además, el título cumple lo que promete: cuarenta minutos de exigencia musical a tope, guitarras salvajes, baterías demoledoras, guturales inmejorables, riffs quema-falanges y dosis de rabia, sangre y tripas.

 

No hay tiempo para inicios sosos: En 'All Heads Are Gonna Roll' las guitarras suben, bajan y chocan entre sí de manera robusta, mientras la batería nos fulmina rápidamente. En 'Decrowned' el gutural de Erik Rundqvist aporta mucha agresividad, con cambios de altura y densidad bastante buenos, pese a que en general, se escucha más cansina que en otras destacadas de su catálogo, como 'Chaos Fury' o 'Torturous Ingenious'. 'Ode to the Death Saw' tiene unos riffs que oscilan entre Slayer y Napalm Death, con cambios bestiales de tiempo.

 

'The Deepest Tomb' es otra tormenta que te revienta los tímpanos con sus solos afilados y un doble bombo que suena como ametralladora. El track no hace más que complicarse a medida que avanza, y las guitarras agarran una furia implacable. Hay un corte antes del segundo estribillo, con el cual explotan una sobrecarga brutal de energía. 'Raped, Strangled, Sodomized, Dead' es un título elocuente. El estribillo es pegadizo y es difícil no tararear sus riffs. Esos cambios de ritmo y rugidos de ultratumba que recuerdan un poco a Autopsy son un preludio genial para el caos de 'Dead Man Stalking', donde Peter Östlund ofrece el mejor solo del disco. 'Disciplines of the Damned' es otro tema que no nos ofrece respiro alguno, con una batería que nos deja el cráneo como colador y guitarras que toman remanencias del heavy de los 80. Mientras que 'Dead World' es corta y tiene un solo efusivo, en la conclusión 'Beg for Death' hay riffs donde los suecos demuestran su habilidad para hacer pasajes dramáticos, sobre todo en la intro y los ganchos más "melódicos".

 

Luego de digerirlo, podemos señalar que "All Heads Are Gonna Roll" es un álbum firme y al hueso. Aunque hasta cierto punto podría parecer predecible – sobre todo en su segunda parte -, da gusto saber que su técnica no se atrofió durante su ostracismo y, lejos de querer superarse, quisieron hacer un disco para pasarlo bien. Si quieres escuchar un disco de Death que te asegure riffs y vibrar con ese sonido tan grotesco como estimulante, este es el indicado. Incluso funciona si no los conoces. La energía está altísima en todo momento, por lo que su cierre se siente tan abrupto que te dejará con ganas de escuchar más. Nosotros pensamos lo mismo, pero esperemos que no se demoren tanto para el próximo.

 

Giordano Antonelli Villavicencio