Ozzy Osbourne

(Publicado originalmente en 2008)

 

1983. CBS Records

 

Nada más contingente que comentar a nuestro ilustre visitante en abril de este año, el Padre del Heavy Metal que se deja caer por segunda vez en Chile en abril. Hablamos de Ozzy por supuesto, genio y figura hasta la sepultura, pues este 2008 se cumplen 25 años desde que editara “Bark At The Moon”, un clásico del metal de todos los tiempos, un imprescindible en la carrera del gran Ozz.

 

Mis primeros recuerdos sobre este disco me sitúan delante del televisor viendo “Magnetoscopio Musical”, conducido por Rodolfo Roth, el programa de videos de Televisión Nacional que “partió un año antes que MTV”. Había descubierto el Heavy Metal un año atrás y ya era un fanático acérrimo de esta música, entonces de golpe y porrazo tiran el video clip de ‘Bark At The Moon’ y la mandíbula se me vino desencajada al suelo: no podía creer lo que estaba escuchando y viendo; ese riff inicial simplemente asesino y Ozzy disfrazado de hombre lobo cantando como un poseído era demasiado impresionante para mis cortos años de vida. Poco tiempo después cayó el vinilo en mis manos y de sólo ver la carátula sentí el efecto del amor a primera vista, pero no era sólo un tema estético de una portada maravillosa, sino que me enamoré de inmediato de los ocho cortes del disco y no exagero si les digo que podría cantar la letra de todas estas canciones de memoria.

 

Aunque les resulte difícil de creer, por aquel entonces las radios FM como Galaxia, La Naranja, Tiempo, Carolina, La Ciudad, Concierto y muchas otras, tocaban abundante Heavy Metal y tres canciones de este disco fueron programadas una y otra vez: ‘Bark At The Moon’, la genial balada ‘So Tired’ y la oscura y épica ‘Centre Of Eternity’. Rápidamente se convirtió en un éxito y alcanzó el estatus de platino, pero no fue para nada un disco fácil de grabar debido a la muerte del influyente Randy Rhoads, el 19 de marzo de 1982, en un tonto accidente de avioneta en Leesburg, Florida, en el “Diary Of A Madman Tour”.

 

Pasó que el chofer del bus de gira sabía pilotear avionetas e invitó a Rudy Sarzo y Tommy Aldridge a dar una vuelta, pero ambos le dijeron que no, por lo que convenció a Randy Rhoads pese a su temor a los aviones. El tipo hizo algunas piruetas en el aire hasta que en un vuelo rasante, una de las alas golpeó el techo del bus para terminar estrellándose contra una casa cercana. Murió el piloto, una maquilladora del grupo y Randy, de sólo 25 años de edad, un guitarrista superlativo, innovador y que de inmediato se convertiría en una leyenda infinita del rock. Ozzy tuvo que luchar contra la pérdida de su brazo derecho y sus propias adicciones de alcohol y drogas en las que se había refugiado para sobrellevar la depresión provocada por la muerte de su amigo. Además tenía la vara altísima de sus trabajos previos, los fundamentales “Blizzard Of Ozz” (1980) y “Diary Of A Madman” (1981).

 

Lo primero entonces era encontrar a un nuevo guitarrista y recordó que alguna vez le escuchó decir a Randy que había uno en Los Ángeles que lo había impresionado más que el propio Eddie Van Halen, George Lynch de Dokken, al mismo tiempo le habían recomendado a otro guitarrista “flashy” de la ciudad, Jake E. Lee, de Rough Cutt y Ratt. Ozzy escogió a Lynch luego de audicionarlos, pero días después se arrepintió y llamó a Lee porque “tenía un carácter más dócil y manejable, un muchacho más sumiso y tímido pero de gran personalidad sobre el escenario”.

 

De esta forma, Ozzy se dirigió nuevamente a los Ridge Farm Studios en Inglaterra con Max Norman, es decir, el mismo estudio y productor de los discos anteriores, y la fórmula volvió a tener éxito pese a todos los problemas, ya que “Bark At The Moon” completó una trilogía dorada en su carrera, un álbum que se transformó en un opus mágnum del loco Ozzy, partiendo por ‘Bark At The Moon’ (la canción), clásico instantáneo, himno para todos los metalheads del mundo que con sus riffs contagiosos, sus vibrantes armonías y un solo de guitarra de otro mundo, se convirtió en la mejor tarjeta de presentación para Jake E. Lee. Es increíble cómo esta canción ha traspasado el rock para convertirse en un referente de la cultura pop de los 80’s; vean un caso cercano: es la cortina de presentación de “Primer Plano” de Chilevisión. Increíble pero cierto.

 

El lado tenebroso está presente en ‘You’re No Different’, un rock lento casi baladístico que nos muestra que en la maldad y oscuridad también puede haber belleza; lo mismo ocurre en la final ‘Waiting For Darkness’, aunque aquí percibimos un aire de esperanza en un canto desgarrador de Ozzy por tiempos mejores. El metal directo a la vena, sólido y contundente lo encontramos en la columna vertebral del disco en tres cortes: ‘Now You See It (Now You Don’t)’, donde destaca el profundo bajo de Bob Daisley, ‘Rock ‘n’ Roll Rebel’, otro himno universal con Ozzy y Lee inspiradísimos, y ‘Slow Down’, donde el maestro Tommy Aldridge se roba la película con su preciso doble bombo. Después tenemos a ‘Centre Of Eternity’, una verdadera joya con un canto gregoriano y órganos a tubo de iglesia medieval que le dan un contexto terrorífico, oscuro, perverso, pero maravillosamente cautivador, donde Don Airey se luce detrás de los teclados generando ambientes supremos.

 

Finalmente está la balada ‘So Tired’, un Top 10 en EE.UU., que con sus arreglos orquestales, violines y cellos cautivaban desde el comienzo, con un Ozzy mostrando su lado más romántico y melódico aunque no se trate precisamente de una canción de amor. Bueno, puede que lo sea al estilo de Ozzy, pero siempre ha confesado que la odia “porque me recuerda a esa jodida mierda de la Electric Light Orchestra, ¿qué demonios hace algo así en un disco del padre del Heavy Metal? Ni siquiera recuerdo cómo la grabé”. Quizás por lo mismo, Ozzy nunca la ha tocado en vivo, pero es un clásico del rock y el metal al igual que este “Bark At The Moon” que con más de 30 años a cuestas, sigue ladrándole a la luna con la misma intensidad de sus comienzos.

 

Cristián Pavez