Slipknot en Bogotá
25 Años de Brutalidad Capitulo 1
Fotos y reseña por Khris Forero
La noche en Bogotá vibraba con una energía distinta; la emoción de los fans era palpable mucho antes de que se abrieran las puertas del recinto para la primera de las dos fechas sold out de Slipknot en la ciudad. No era para menos: el legendario grupo estadounidense estaba celebrando el 25 aniversario de su álbum debut, un disco que marcó un antes y un después en el nu metal, y lo hacía con un espectáculo que traería una descarga absoluta de brutalidad y emociones al unísono. Bogotá se preparaba para una noche cargada de fuerza, nostalgia y caos.
El ambiente previo al concierto era una mezcla de ansiedad y alegría desbordada. La multitud esperaba, impaciente y enfervorizada, un show que prometía ser un tributo a uno de los discos más icónicos del metal contemporáneo. La luz del escenario se apagó finalmente, y en ese instante, todo el lugar estalló en un rugido. La banda irrumpió con "(sic)", el poderoso track que no solo abre su álbum debut, sino que también es un llamado a la unión de los "maggots," como se autodenominan sus fans. Apenas los primeros acordes resonaron, el coro unánime de "here comes the pain" retumbó, y con él, Bogotá se convirtió en una extensión del mismo escenario.
Corey Taylor, el frontman de Slipknot, se mostró como un anfitrión perfecto. Consciente de su público, dedicó varias palabras en español, logrando una conexión directa que reavivaba los ánimos en cada pausa entre canciones. Corey no solo lideraba a la banda, sino que mantenía un contacto constante con la audiencia, levantando los brazos y animando a todos a cantar y saltar. Taylor sabe cómo involucrar a la multitud, y en Bogotá no fue diferente. Los asistentes respondieron a cada gesto, como si de un ritual se tratara. El español de Corey no fue solo un detalle amable, sino una muestra de respeto hacia los seguidores que han apoyado a la banda durante décadas.
La noche avanzó con un repertorio cuidadosamente seleccionado para celebrar los 25 años del debut de Slipknot. Temas como "Eyeless" y "Wait and Bleed" llevaron a los fans al borde de la locura, mientras los riffs demoledores y las percusiones explosivas se fusionaban en un sonido que solo Slipknot sabe lograr. El setlist incluía joyas menos interpretadas como “Get This” y “Eeyore,” que regalaron a los fans una experiencia realmente única. Este tipo de selección de canciones mostró la diversidad y la profundidad del álbum, recordando por qué Slipknot se convirtió en una leyenda.
A mitad del show, un solo de Sid Wilson en forma de remix trajo un momento inesperado que fusionaba ritmos electrónicos con la crudeza del metal, un detalle que mantenía la adrenalina al máximo. La banda no solo tocaba canciones; cada tema era un despliegue de energía y una demostración de habilidad musical.
El escenario vibraba con una intensidad que pocos conciertos logran alcanzar. Slipknot no es solo una banda de música; es un despliegue visual, sonoro y físico. Los integrantes se movían de un lado a otro, interactuaban entre ellos y con el público, y lograban transmitir la intensidad de cada nota. La entrega de los músicos era total; Joey Jordison en la batería y Jim Root en la guitarra creaban una base instrumental sólida y feroz, mientras que Clown y Tortilla Man añadían un toque teatral y salvaje al espectáculo.
Los miembros de la banda estaban visiblemente emocionados por estar en Bogotá, y esa emoción era mutua. La audiencia respondía con saltos, gritos y un mosh pit que no paraba de moverse al ritmo de cada canción. En canciones como "Spit It Out," Corey Taylor dirigió una de sus clásicas "jump the fuck up," donde la multitud se agachó para luego saltar en el momento clave. Estos momentos crean una atmósfera de unidad, como si todo el recinto se moviera en una sola onda de energía.
El concierto no podría estar completo sin un cierre explosivo. En el encore, Slipknot desplegó una combinación de temas que pusieron a prueba la resistencia de los fans. Iniciaron con "Mudslide" y “Surfacing,” dos temas que prepararon el terreno para la gran clausura. La banda cerró con “Scissors,” un tema icónico y oscuro que encapsula toda la energía visceral y sin filtros que caracteriza a Slipknot.
Al terminar el concierto, el público quedó en una mezcla de euforia y agotamiento. Se respiraba la satisfacción de haber sido parte de un show histórico, donde cada uno de los asistentes había entregado todo en una experiencia musical y emocional que solo una banda como Slipknot puede ofrecer. Los fans dejaron el lugar comentando sus momentos favoritos y con una sensación de haber asistido a un ritual, una celebración de lo mejor del metal y de una banda que ha dejado una marca indeleble en la historia de la música.
Este aniversario en Bogotá fue un recordatorio de que Slipknot es más que una banda: es un fenómeno cultural que continúa conectando generaciones. Celebrar 25 años del álbum debut es reconocer la trascendencia de un estilo, un género y un movimiento que, aunque ha evolucionado, mantiene su esencia intacta. Slipknot ha madurado sin perder su identidad y su brutalidad, ofreciendo a sus seguidores un espectáculo que equilibra nostalgia y una energía sin límites.
En definitiva, la primera noche de Slipknot en Bogotá fue una prueba de que el metal sigue vivo y resonando en los corazones de quienes buscan en él una vía de escape, una forma de expresión y una manera de canalizar emociones. La conexión entre la banda y su público en Bogotá fue de tal magnitud que dejó claro que, después de 25 años, Slipknot sigue siendo una fuerza imparable en el mundo del metal.
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