Con un nombre ganado y reconocido en el mundo de la música extrema, cada lanzamiento de Lamb of God viene a solidificar y dar más peso a su propuesta. “Omens”, su más reciente álbum, es una muestra de lo anterior.
El disco se mueve con velocidad y contundencia, haciendo que los poco más de 40 minutos de duración sean un gozo de brutalidad. La avalancha comienza con ‘Nevermore’, potente y técnico, con reminiscencias a Pantera y Meshuggah, es un despertar arrollador.
Después tenemos tres al hilo: ‘Vanishing’, ‘To the Grave’ y ‘Ditch’, donde podemos apreciar la esencia pura de la banda: algo de thrash death, mucho groove ondero y una muestra vívida de un metalcore crudo y radical.
‘Omens’ tiene un sonido en sintonía con lo que propone la banda, una fiereza bien estructura y cierto aspecto meditado que convence y seduce, es uno de los destacados. ‘Gomorrah’ es una canción con personalidad propia, vehemente y técnico, eleva la temperatura y marca una diferencia.
‘Ill Designs’ y ‘Grayscale’ se mueven con crudeza y calidad. Son un complemento en energía y brutalidad. Nuevamente escuche a Pantera, pero renovado. ‘Denial Mechanism’, la canción más corta del disco, es la antesala del final. Vertiginosa y poderosa, no da respiro. En vivo debe ser demoledora. Por último tenemos ‘September Song’, una aplanadora, recia y técnica, tiene cierto aire moderno y único, con una estructura que varía y sorprende. Es como si hubieran dejado lo mejor para el final.
Mención especial a la banda: John Campbell en bajo, Mark Morton y Willie Adler en guitarras, D. Randall Blythe en voz y Art Cruz en batería se lucen, entregan uno de los discos del año. Nada que lamentar frente a la calidad y seguridad de una banda que, con más de veinte años de carrera, pueden ser ellos mismos y brillar.