Siete años después de su último trabajo de estudio “Blood In, Blood Out” (2014), las leyendas de la Bay Area y el “Quinto Grande” por derecho propio, regresan con otra dosis de virulencia y agresión sónica que demuestra que con once discos sobre sus espaldas, Exodus están muy lejos de sonar cansados o anquilosados, al contrario, es un regreso en esteroides lleno de mala leche y bastante “brutalizado”.
Se percibe en la placa que el clima político turbulento de Estados Unidos y también la pandemia “cabrearon” bastante los estados anímicos de la banda, sobre todo el de Gary Holt que es el principal compositor, de lo que se deduce la visceralidad con la que suena el disco, todo muy desde la entrañas, y a pesar de que el álbum estuvo listo en octubre de 2020, el grupo decidió aplazar su lanzamiento debido al diagnóstico de células cancerígenas en el estómago que le encontraron al baterista Tom Hunting, pero que afortunadamente, hoy se encuentra bien y “limpio” luego de su tratamiento.
Con una gran e impactante portada a cargo del artista sueco Par Olofsson, el tema título nos da la bienvenida sin concesiones, un riff matador, un break de batería brutal y a destrozar cuellos se ha dicho. Esto es pura brutalidad, puro nervio y músculo casi sin matices, con un sonido apabullante autoproducido por la propia banda en los estudios que Tom Hunting se construyó en su casa, y con las mezclas a cargo del maestro Andy Sneap. Lo primero que llama la atención es el uso de algunas voces guturales de parte de Steve “Zetro” Souza, un recurso novedoso para la banda, algo similar a lo que hizo Chuck Billy de Testament en el tremendo disco “Low” de 1994, quien de hecho, también participa en los coros de esta canción, asumiendo esa labor en las otras canciones los propios hijos de Zetro, Cody y Nick Souza con quienes además tienen la banda Hatriot.
Otra arista destacada del álbum es la participación del gran guitarrista Rick Hunolt que después de 17 años vuelve a meter sus solos en la canción más larga del disco, ‘Lunatic-Liar-Lord’, una de las mejores del álbum y que nos permite disfrutar nuevamente de ese fantástico ‘Team-H’ que tantos momentos de gloria guitarrera nos regaló en discos clásicos como “Bonded By Blood” (1985), “Pleasures Of The Flesh” (1987), y “Fabulous Disaster” (1989). ‘Cosa del Pantano’ es una pequeña y buenísima instrumental acústica donde Gary Holt se luce en las cuerdas de nylon y que funciona como una gran introducción para el tema antes mencionado, mientras que ‘The Fires of Division’ nos recuerda esa velocidad indeleble del “Bonded” con un Tom Hunting absolutamente demoledor con el doble bombo, algo que también ocurre en la hiper veloz ‘Antiseed’. El paso de Gary Holt por Slayer tiene su marca en los riffs de la enorme ‘R.E.M.F.’ que podría ser una mini versión acelerada de ‘Hell Awaits’, mientras que ‘Prescribing Horror’ sería un tema perfecto para un film ‘slasher’ de terror, uno puede sentir esas guitarras filosas como hojas de sable, mientras que el llanto final de una guagua le da un toque bastante siniestro y demoniaco a la canción. Por otro lado, los clásicos riff gancheros y rítmicos marca de la casa aparecen en la genial ‘The Years of Death and Dying’ donde también tiene una presencia destacada el bajo de Jack Gibson junto con la segunda guitarra de Lee Altus, en el tema más clásicamente ‘Exodus’ de todo el disco.
Como contras del álbum podríamos mencionar que algunas canciones se exceden innecesariamente en su minutaje; que por momentos algunos riffs principales se tornan algo repetitivos a lo largo del disco; que se extraña algo más de melodías pegajosas en los temas o que la producción realza excesivamente la brutalidad del sonido global, incluyendo la voz aguda de Zetro. Queda esa sensación que el grupo se enfocó en demasía en la brutalidad y eso se refleja también en los videos de los singles del disco, como en ‘The Beatings Will Continue (Until Morale Improves)’, donde vemos escenas de tortura bastante explícitas, queriendo ser brutales y agresivos a todo nivel, a cómo de lugar. Pero en síntesis, esto no es nada que realmente empañe el legado de una banda imprescindible y con todo el honor e influencia para ser considerado como un auténtico “Big 5”. Solo resta esperar que esa gran gira de presentación junto a sus compadres de la Bay Area Testament y Death Angel recale en Chile. Exodus se siguen viendo así mismos como una ‘Persona Non Grata’ en esta sociedad actual y este disco es una prueba más de ello. Tómalo o déjalo. Ámalo u ódialo, ¡pero a mi no no me jodas!