Iron Maiden
Piece of Mind
En su siempre ascendente y vertiginosa carrera durante su primera etapa, unos jóvenes Iron Maiden editaban un día 16 de mayo de 1983, hace apenas 40 años atrás, otro de sus testamentos graníticos que los llevaron a convertirse en una de las bandas más influyentes y grandiosas en la historia del Heavy Metal: Un “Acto de Locura” que fue como se conoció el álbum en Sudamérica, es otra obra maestra de una banda que se superaba así misma disco a disco y que en esta placa, y luego de ajustar algunas piezas en los años precedentes, estableció su alineación definitiva y más querida por los fans de la doncella, esa de Bruce Dickinson en voz, Adrian Smith y Dave Murray en guitarras, el big boss Steve Harris en bajo, y el nuevo y carismático baterista (ex de la banda francesa Trust, la del tema ‘Antisocial’ que Anthrax convirtieron en un himno del Metal), el siempre divertido Nicko McBrain.
Grabado en los idílicos estudios Compass Point de Nassau en las Bahamas y siempre tutelados por unos de los productores más importantes en la historia del Metal, el grandioso Martin Birch (en cada disco la banda le ponía un sobre nombre distinto a Birch y para este fue bautizado como “Black Night”), y con un Eddie encadenado y maniatado con una camisa de fuerza en un manicomio, en otro soberbio arte de tapa cortesía del enorme Derek Riggs, los 45 minutos y 28 segundos del disco completo entraban con calzador en una cara de un cassette de 90 minutos, permitiendo optimizar la incipiente colección de música de cualquier niño como yo, que por esos años vibrábamos con la “edad de oro” del Heavy Metal y su absoluta dominación mundial.
El nuevo baterista tenía que conquistar y confirmar de entrada que era superior al gran Clive Burr o al menos igual de bueno, y la técnica, compleja y brutal entrada de Nicko para arrancar ‘Where Eagles Dare’ era una demostración de todo eso, llena de tresillos, redobles y fills de suma categoría, en un temazo de apertura inspirado en la película de 1968 sobre la Segunda Guerra Mundial conocida como “Donde Las Águilas se Atreven” y que también desarrollaba toda una sección instrumental altamente progresiva. Luego llegaba la enorme ‘Revelations’ y su epicidad basada en el poema ‘O God Of Earth And Altar’, que los fans la veíamos musicalmente (más no líricamente), como la continuación de ‘Children Of The Damned’ del álbum anterior, mientras que luego caía esa aplastante ‘Flight Of Icarus’ y su historia de mitología griega, canción que luego de más de 30 años, Maiden por fin la rescató para su última y genial gira.
‘Die On Your Boots On’ cerraba el lado A del disco, con otra soberbia muestra del estado de gracia absoluto en el que se encontraba Maiden en la década de los 80’s, donde todo lo que componían era oro puro, y en este tema el trabajo de las guitarras dobladas de la gran dupla Smith/Murray es de otra planeta, y es otra canción que merece ser rescatada para los shows en vivo. Tras cartón, el lado B abría con ese himno de caballería que nunca jamás a partir de este momento dejó de ser tocado en cada show en vivo: ‘The Trooper’ y su historia de “La Carga de la Brigada Ligera” obra del poeta inglés Alfred Tennyson y con ese bajo galopante de Harris que se convirtió en su más reconocida marca registrada. Luego llegaba una más elaborada y progresiva ‘Still Life’ que contenía una introducción grabada con la voz de McBrain al revés, haciendo una paradia del dictador de Uganda Idi Amin, una broma para molestar a todos esos ignorantes que tildaron a Iron Maiden como adoradores del diablo, sobre todo en Estados Unidos. El estilo épico, grandilocuente y progresivo, encuentra otro gran momento en el álbum de la mano de ‘Quest For Fire’ inspirada por la película “La Guerra del Fuego” (que no tiene diálogos), del gran director francés Jean Jacques-Annaud, mientras que la rápida, ágil y veloz ‘Sun And Steel’ nos contaba la historia del Samurai japonés Miyamoto Musashi (en la actualidad ‘Sun And Steel’ es además una premiada cerveza de Iron Maiden que incluye toques de licor de Sake japonés). El gran final llegaba con la extensa y grandilocuente ‘To Tame A Land’ basada en la mítica novela “Duna”del escritor Frank Herbert, canción que Maiden quería llamar ‘Duna’ pero ante lo cual el escritor se negó tajantemente porque “no le gustaban las bandas de rock, especialmente las bandas de rock pesado y particularmente bandas como Iron Maiden”, por lo cual la banda se vio obligada a cambiar el nombre de la canción, lo que no influye para nada en el hecho de que es un temazo mayúsculo para cerrar el álbum, donde toda la banda brilla a gran altura, sobre todo el pequeño espadachín Bruce Dickinson que nos entrega aquí su interpretación más brillante de toda la placa.
Muchaos años, vivencias, historias y emociones han corrido desde 1983 a la fecha, tanto para la banda como para sus seguidores, pero 40 años después, “Piece Of Mind” sigue siendo uno de los mejores discos de la doncella de hierro, un disco que siempre está entre los 5 primeros lugares de cada ránking que se hace sobre la discografía de la banda, lo que no es extraño para nada porque esos siete primeros discos de Iron Maiden son intocables, son obras maestras cada uno por derecho propio y que han logrado que hasta nuestros días, el actualmente sexteto siga siendo la banda de Heavy Metal más grande del mundo.
Cristián Pavez
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