The Who
Who's Next
No vamos a entrar en discusiones, pero siempre los dos primeros puestos para “la banda más grande de la historia” se reparte entre The Beatles y los Rolling Stones. ¿Pero quién viene después? Complicado decirlo, pero aquí tenemos a un duro candidato. The Who hizo tanto (y para algunos, incluso más) como esas 2 bandas por la evolución del rock a mediados de los sesentas. Entre 1965 y 1970, la banda comandada por Pete Townshend pasó de ser una banda de jóvenes ruidosos a adultos ruidosos. Pero personalmente considero que fueron muy subvalorados. Sólo en 1969, con su ópera-rock “Tommy”, el mundo abrió sus ojos y dejó de verlos como una banda de rock más. En los recuentos históricos, nadie recuerda su potentísimo disco debut (salvo el tema ‘My generation’), ni el adelantadísimo “A quick one”, y ni hablar de “The Who sell out” (una obra maestra, la semilla para lo que sería “Tommy”).
En fin. Llegaron los setentas y The Who seguía azotando al mundo con “Live at Leeds”, uno de los mejores discos en vivo de la historia (si no el mejor). El gran reto era evolucionar con respecto a “Tommy”. Con tamaña sombra, tenían que salir con algo muy grande. Pete tenía en mente una ópera rock futurista, tocada en vivo, que se iba a llamar “Lifehouse”. El proyecto fracasaría, pero la banda no se iba a quedar parada. Cambiaron productor, entraron al estudio y reciclaron algunas de las ideas de “Lifehouse” y se lanzaron de lleno a hacer un LP “normal”. Así surge “Who’s Next”.
Con cada disco, The Who estaba mostrando cosas que nunca nadie había hecho previamente. Cualquier duda con respecto a cuál sería la sorpresa ahora se despeja con el primer tema del disco, ‘Baba O’Riley’. Sintetizador, piano, hasta un violín que aparece sobre el final... ¡Y construyeron una de las mejores canciones de rock de todos los tiempos! Ésa si que era una sorpresa. Townshend tenía la idea de programar la información de la vida de alguna persona en un sintetizador y usarla como una base sobre la cual construir una canción (¡!). La persona escogida fue Meher Baba, gurú espiritual de Pete. Suena loco, efectivamente. Pero es una locura que no podría venir de otra banda que no sea ésta.
Siguiendo con su idea, el guitarrista creó un tema sobre esa pista. Primero entra un perfecto piano, y luego se incorpora Keith Moon. El épico canto de Daltrey se ve interrumpido por la no menos épica guitarra de Townshend, y toda la banda se detiene, dejando sólo la voz de su líder y compositor, que a la vez se despacha la inolvidable frase “it’s only teenage wasteland”. Roger retoma la voz, ahora apoyado por su tridente mágico con toda la fuerza que los caracterizaba. Pasan los segundos y comienzan a perder el control de su propia canción, que crece y crece como una ola. Aparece un solo de guitarra donde nadie pensaba que estaría, el bajo de Entwistle de a poco comienza a crear un paisaje propio, y cuando parecía que el tema se corta bruscamente, los platillos de Moon dicen otra cosa, y se arma un jam de más de un minuto (donde entra el violín) que nos deja mirando para cualquier lado. Paf! Terminó! Asombroso. Genial. Perfecto. Para dejar a cualquiera boquiabierto, pidiendo explicaciones.
¿Explicaciones? ¡Al carajo! ‘Bargain’ llega de inmediato, sin posibilidad de descanso. Éste es The Who, esa que todos llaman la banda más power en vivo de la historia. La voz de Daltrey suena bien ruda, bien corajuda. Los cambios de ritmo de la canción son bien extremos, bien “The Who”. ‘Love ain’t for keeping’ nos sigue mostrando a Roger en su mejor forma, acompañado de una guitarra con muchísima onda. Un coro muy pegajoso, un medio de una de las canciones más gancheras de toda la placa. Una lástima de dure tan poco. Aquí no hay sintetizadores. Es que es un tema demasiado simple. Demasiado minimalista. Otra joya, otra perla.
John se despacha con un tema propio, ‘My Wife’. Una historia muy entretenida, contada en forma liviana, en el que es el tema más liviano del disco. Bien sabemos que a Pete le gustaba hacer todo bien denso, bien cabezón. Entwistle se compadece del auditor, asumiendo que siempre hace bien un momento alegre. ‘The Song is over’ es 100% Townshend, denso, apocalíptico. Lo mismo ocurre con ‘Getting in Tune’, que comienza suavemente, y comienza a hacerse cada vez más intensa. Característico de The Who, dejarte de cabeza con maravillosas melodías y tremendas interpretaciones. La primera vez que la escuchas quedas totalmente asombrado por tanto power. Desde la segunda oída, te das cuenta que es un tema muy tranquilo, que tiene muchos menos instrumentos y mucho menos volumen de lo que inicialmente creías, y ves cómo toda esa fuerza es un proceso interno que uno vive, lo cual es más asombroso aún. Y esa es una cualidad que sólo le conozco a The Who.
‘Going Mobile’ es un entretenido rock & roll, que recuerda los primeros trabajos de la banda. Es un relajante descanso. Un necesario descanso. ‘Behind Blue Eyes’ es una canción como para llegar “descansado”. Con versos que a primeras luces parecen casi autobiográficas (“Nadie sabe cómo es ser el hombre malo, el hombre triste, detrás de ojos azules”), Townshend crea un universo propio, un mundo paralelo, bajando las revoluciones, creando maravillosas armonías, arriesgándolo todo. Sólo su guitarra acústica, el bajo de John y la sensacional voz de Daltrey nos regalan uno de los himnos más llenos de sufrimiento de la historia en su primera parte, dónde cuesta reconocer qué artista está detrás de tan hermosa pieza. Bonito tema, pero ya con 2 minutos y cuarto, uno comienza a preguntarse dónde está Keith Moon. De la nada aparece, para energizar el cuento, al mismo tiempo en que Pete mete su eléctrica. Y de un segundo a otro, vuelven a ser The Who. La intensidad vuelve a decaer para cerrar de gran manera este temazo, otra innovación, otro punto de inflexión dentro la increíble carrera del cuarteto.
Un gran disco siempre cierra con una gran canción. Pero uno nunca piensa en encontrarse con algo como ‘Won’t get fooled again’. Si alguna vez Moon dijo que querían agarrar a los espectadores de las pelotas, escuchando esta obra maestra entendemos a qué se refería. Sintetizadores, guitarras machacando por todos lados, un bajo que suena como si el fin del mundo se viniera encima y una batería descontrolada... todo eso acompañando al tremendo Roger, que exterioriza toda la ira y la decepción de una banda que sí creyó en la revolución. Claro, la frustración post hippismo, de que tanta lucha, tanta gente movilizada, poco hayan servido para cambiar las bases de la sociedad. Pero más allá del fondo social y generacional de ‘Won’t get fooled again’, es la forma de ser tocada la que la eleva a la categoría de himno. La fuerza con la que Keith Moon golpea su batería alcanza para derrumbar un edificio con sus propias manos. La guitarra de Townshend lanza sus notas como si fueran gritos llenos de sufrimiento. Pete, y tal vez sólo él, es capaz (hasta el día de hoy) de sacarle sangre, sudor y lágrimas a su guitarra. Qué canción más cojonuda. A comienzos de los setentas, cuando Black Sabbath y Led Zeppelin ya azotaban escenarios, The Who, gracias a piezas tan potentes como ‘Won’t get fooled’ again’, seguía siendo una de las bandas más aplastantes del mundo.
Han pasado varias décadas desde que salió a la venta “Who’s Next”. Y todavía conservamos esa parada, ese llamado permanente de atención a las autoridades: “no nos van a volver a hacer tontos”. Han pasado varias décadas, y The Who sigue siendo una de las bandas más power de todos los tiempos. Y van a seguir pasando los años. Y parece que ninguna de las dos cosas va a cambiar.
Juan Ignacio Cornejo K.
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