Megadeth
Rust in Peace
1990. Capitol
Cuando se habla de Megadeth de inmediato se viene a la memoria la imagen de Dave Mustaine y su cinturón de balas en el video de 'Holy Wars... The Punishment Due', la canción que da la partida a este disco espectacular que consolidó, definitivamente, la grandeza que la banda insinuó en el anterior "Peace Sell... But Who's Buying".
"Rust In Peace" es majestuoso, las guitarras son el elemento principal de un sonido potente, bien elaborado y convincente que encontraba en Marty Friedman al guitarrista líder ideal. Porque si bien Megadeth es, y siempre ha sido, la banda de Dave Mustaine, el hombre ha tenido el mérito de encontrar músicos que sean capaces de desarrollar sus ideas. Ahora con Friedman, el baterista Nick Menza y el siempre dispuesto bajista Dave Ellefson, la banda estaba completa con su mejor alineación y listos para entregar el disco más trascendente de su historia.
Como les contaba el disco arranca con 'Holy Wars', una denuncia pública que hoy en día se hace más latente que nunca por los problemas en el Medio Oriente. Ya en esa época Mustaine le enrostraba al mundo que esos pueblos se estaban matando por religión o por un pedazo de tierra. O sea, Megadeth no era sólo música, también habían ideas, denuncias y un discurso que intentaba develar los misterios que han rodeado las intervenciones norteamericanas alrededor del mundo. En lo musical, esta canción debe ser una de las más importantes y reconocibles en la carrera de la banda, con una velocidad inusitada que reflejaba el speed thrash que los convirtió en uno de los 'cuatro jinetes' del movimiento de la Bay Area. Analicen cada estructura, cada melodía, cada solo, cada detalle, cada quiebre... Megadeth realmente hizo una obra maestra.
Después de esos....minutos de presentación, el disco sigue golpeando fuerte con 'Hangar 18', otro polémico secreto que oculta el gobierno de Estados Unidos, el caso de los extraterrestres capturados en el Área 51 en Nuevo México. "Possibly I've Seen Too Much/ Hangar 18 I Know Too Much..." decía la amenaza de Mustaine, una amenaza que retrataba la actualidad de la banda y la preocupación por el ambiente que los rodeaba. Esta es otra de las canciones 'emblema' de la banda, enérgica y dinámica, con guitarras poderosas que se llenan con los juegos de Friedman y con la voz apretada de Mustaine que se consolidaba como la característica del grupo.
'Take No Prisoners' era una de las más polémicas del disco por el hecho de tener en su coro la palabra 'sh*t', eso generaba más controversia que la idea general que iba en contra de las guerras y el silencio que encierran. Esta canción tiene una estrofa con una de las ideas más memorables de Mustaine: "Don't ask what you can do for your country / Ask what your country can do for you" (No preguntes que puedes hacer por tu patria / pregunta que puede hacer tu patria por ti); la versión opuesta a la declaración del presidente J.F. Kennedy para alentar el patriotismo nacional. Eso era Megadeth en el '90, anarquía y rebelión, el cuestionamiento de todos los poderes fácticos a través del mejor metal del mundo.
Ya con esas tres canciones podemos estar absolutamente pagados, tres clásicos impresionantes que marcaron a una generación y que iniciaron el cuestionamiento de los años posteriores: ¿Metallica o Megadeth? Sin embargo, el disco sigue y las canciones se suceden. Tal vez lo que viene no haya trascendido tanto como las anteriores (las letras, por ejemplo, se ponen mucho más fantásticas), pero de todas maneras vale la pena recordar. 'Five Magics', 'Poison Was The Cure' y la risa hechicera de 'Lucretia' son el condimento de la idea general, con potencia, calidad y la distinción de los riffs de la guitarra. Todas ellas son distintas pero tienen el hilo conductor del virtuosismo, demostrado en cada detalle y sobre todo en los solos, porque hay que aclarar algo, Megadeth aparte de todo es una banda para guitarristas.
'Tornado Of Souls', 'Down Patrol' y 'Rust In Peace… Polaris' continúan el legado desde el arranque. La primera es notable por la búsqueda de los quiebres rítmicos y la aceleración de las cuerdas; la segunda destaca por la preponderancia del bajo y por la oscuridad de la advertencia final; mientras que la última, la que cierra el disco es otra majestuosa muestra de la pomposidad metalera que consiguieron en este disco: Nick Menza es un cañón detrás de los tambores; Friedman confirma porque es considerado como uno de los guitarristas más virtuosos y rápidos del metal; Elleffon mantiene su nivel parejo y de bajo perfil; y Mustaine desarrolla todo su ego de genio.
El cierre impecable para un disco histórico, el paso hasta la cumbre de una banda con un comienzo tambaleante que se consolidó de una manera diferente, oponiéndose y criticando, pero siempre con la música por delante, no se fueron en puros discursos y se preocuparon de crear la mejor música que podían... y lo consiguieron. Personalmente, yo me quedo con Megadeth, muchas más actitud y virtuosismo.
Keko Peralta C.
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