Digámoslo de la siguiente manera. Desde 1994, año de la muerte de Kurt Cobain, ya no tengo a nadie que lucir en mi polera. ¿Marketing? No, nada que ver. Pero es así como muchos de nosotros nos mostramos ante el mundo, exhibiendo a nuestros héroes ahí, a la vista de quien quiera ver. No en las billeteras, ni en santuarios. Desde ese punto de vista, Cobain es de seguro mi último héroe, o al menos, es la cabeza de la última generación de superhéroes surgidos desde el nebuloso universo del rocanrol.
Su figura, tan endiosada, ha sido demasiadas veces mal interpretada. Acá nadie dice que el tipo sea un compositor privilegiado como McCartney, o que maneje una lírica a lo Dylan. Pero, en la época en que se usaba el término “alternativo” para describir la creciente escena musical (que no se refería inicialmente al grunge, de hecho), Kurt fue el que mejor encarnó ese espíritu. Le guste a quien le guste, en una época en que casi todos estaban haciendo las cosas de la misma manera, él fue uno de los que quiso salirse del camino. Este Unplugged es uno de los mejores ejemplos.
En un escenario en que todos “desenchufaban” sus mejores éxitos y le daban a la gallada lo que pedían, Nirvana hizo todo lo contrario. Se llenaron de covers, homenajearon a sus héroes, casi todos de poca figuración previa. Hicieron las canciones que quisieron. Salvo ‘Come as You Are’, no creo que otra calificara como “éxito” al momento de grabarse este show (quizás ‘Polly’ califique también como bastante conocida, pero nunca al nivel de ‘Come as You Are’), el 18 de noviembre de 1993, tan solo 58 días después de la aparición de “In Utero”, y fue exhibido a mediados de diciembre por primera vez.
Cuando Cobain murió, en abril del 94, del Unplugged era un buen recuerdo. Solo eso. Pero la reacción fue casi instantánea. Nirvana comenzó a sonar con todo en las radios de nuevo, y MTV tuvo que ponerse al día. Solo un par de meses demoró Geffen en hacer su trabajo, y ‘About a Girl’ demoró poco en convertirse en un himno más de la década de los noventas. Así se comienza a crear toda esta especie de sensación extraterrenal en torno al Unplugged.
En lo musical, ignorando que muchas de las canciones que aquí aparecen son covers, creo que éste es el mejor disco de Nirvana. Porque es lejos donde más texturas se aprecian, donde más brilla la postura de Cobain, donde mejor se siente su voz… y donde más se nota que Nirvana era mucho más que su persona. Las composiciones propias de Kurt suenan en la misma línea que las “prestadas”. ‘About a Girl’ es tal vez de lo mejor que jamás escribió, y la versión es magnífica. Perfecta. ‘Come as you Are’ es algo totalmente distinto. Es impresionante la sutileza con que Cobain dice “I swear that I don’t have a gun”. Esa misma debe ser una de las frases más potentes de toda su carrera.
La versión desnuda de ‘Pennyroyal Tea’, donde es sólo Kurt con su guitarra, te afloja hasta los dientes con su intensidad. ‘Dumb’ es una joya de su catálogo que siempre ha sido subvalorada. Una tremenda letra acompañada de agonizantes melodías endulzadas con cuerdas especialmente para la ocasión. No puedo parar de escucharla. Es tan atrapante, tan retorcida. ‘Polly’ suena mucho más limpia, y aunque prefiero esa versión con resaca de “Nevermind” y la famosa acústica con cinco cuerdas con que se grabó, acá adquiere una luminosidad que nunca vi venir.
‘On a Plain’, con su melodía tan alegre, engaña con facilidad. Hay que sentir a Kurt cantar como si estuviese en un funeral. Al revés de ‘Something in the Way’, que me parece menos triste y decadente que en su versión de estudio, y que es lo que uno pensaría que el tema realmente representa. ‘All Apologies’, por último, tiene una melodía difícil de resistir, y la garganta de Cobain es capaz de hacer llover.
Los covers son otro cuento. ‘Jesus Doesn’t Want me for a Sunbeam’, de The Vaselines, es algo que nunca pensé que Nirvana podría hacer. Una canción súper arreglada, que se siente muy gruesa, pero que no por eso deja de cautivar. Con ‘The Man Who Sold the World’, se da un especial fenómeno. Así como en su momento me parecía que Bowie informaba del hombre que vendió el mundo, en la voz de Cobain, suena más a un ataque. Eso es postura. Eso es actitud. Eso es lo que representaba en el fondo. Como dije antes, es el hombre que yo pongo en mi polera. Indescriptible versión.
De las composiciones de los Meat Puppets, ‘Plateau’ y ‘Oh Me’ suenan muy nirvanizadas, en lo que se puede catalogar como un buen trabajo. Pero en ‘Lake of fire’ es distinto. Es Nirvana el que se pone al servicio del tema, que busca no sonar a ellos mismos, y lo consiguen. Dejándonos a todos con la boca abierta, de paso. De hecho, ese era el objetivo de Kurt. Ponerse a prueba. Su garganta, su interpretación (que en su caso va mucho más allá de la pura voz), su banda.
Para terminar, ‘Where Did You Sleep Last Night’, de Leadbelly, es tal vez el capítulo más potente de todo el Unplugged. Su primera parte, media decadente, algo así como ‘All Tomorrows Parties’ de Velvet Underground, de repente baja al volumen mínimo para luego explotar y dejarte los pelos de punta, con una fuerza y una honestidad absolutamente desgarradora.
Eso es en términos musicales el disco. Pero no puedo quedarme aquí. Porque la transmisión televisiva tampoco puede pasarse por alto. Hay que ver a Cobain de buen humor, como lo estaba ese día. Claro, en el CD se puede escuchar por ejemplo, entre ‘The Man Who Sold the World’ y ‘Pennyroyal Tea’, que se alegra de no haber echado a perder el cover de Bowie, y que si echa a perder el siguiente tema, “esta gente va a tener que esperar nomás”. Lo mejor, claro, es que una vez terminado ‘Pennyroyal Tea’, Dave Grohl dice “eso sonó bien”, lo cual recibe como respuesta inmediata un “shut up” de parte del gran jefe. Mientras los Meat Puppets afinan, se burla de que ellos (Nirvana) son una gran banda de rock, que deberían tener una gran cantidad de guitarras extras. Cuenta que le pidió personalmente a David Geffen que le comprara una guitarra de Leadbelly que le había ofrecido por 500 mil dólares. Todo eso sí aparece en el registro de audio.
Pero en el video entero, es impresionante la cara de espanto de Kurt cuando dice “good evening”, y cómo se va soltando a medida que pasan los minutos. Se puede ver cómo Cobain explica que todo va a ser editado porque es un show para la televisión; o que ‘Dumb’ y ‘Polly’ no le gusta tocarlas juntar porque son exactamente la misma canción; el jam de ‘Sweet home Alabama’ que no prospera; los pedidos de ‘Sliver’ e ‘In Bloom’ que son en parte complacidos, y en el último Kurt pregunta “cómo se toca ‘In Bloom’ acústica?”; la interacción con el público posterior a ‘All Apologies’, que termina con un “fuck you all, this is the last song of the evening”; y esa ya mítica y escalofriante imagen en que Kurt abre los ojos para tomar aire y gritar el último verso de ‘Where Did You Sleep Last Night’... Y ya la última, cuando Cobain se retira del escenario, y firma un autógrafo a alguien en el público… con su mano derecha. Este DVD tiene que salir algún día a la venta.
En fin. Si no es el mejor disco de Nirvana, porque no es la idea empezar una discusión en torno a ello, al menos es el más especial. Y de seguro que es el que más representa para la interminable fanaticada del trío. Es un documento imperdible, se disfruta tanto que se le llega a querer. Después de eso, no queda nada más por decir.
Juan Ignacio Cornejo K.
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