El eterno legado de Quincy Jones
Recordamos al hombre que dio forma a la industria musical moderna
Detrás de la magia
Aunque muchos lo conocen principalmente como productor, Jones fue mucho más que eso: fue un maestro, un innovador y un alquimista musical. Su habilidad para fusionar géneros como el jazz, el pop, el R&B y el hip-hop lo convirtió en una figura única, capaz de crear un sonido que definió el panorama de la música moderna. A lo largo de una carrera que abarcó más de siete décadas, Quincy rompió las barreras entre estilos y creó una paleta sonora que trascendió los límites tradicionales.
El estadounidense esempeñó también todos los roles posibles en la industria del entretenimiento: compositor, arreglista, letrista, productor de cine y televisión, consultor y escritor. Siempre se destacó por su incansable trabajo, y su imperio musical estuvo cimentado en tres principios básicos: talento, dedicación y cariño. En un mundo marcado por divisiones raciales, geográficas y generacionales, él utilizó la música como herramienta para promover la unidad.
Rompiendo barreras
Nacido el 14 de marzo de 1933 en el sur de Chicago, fue el mayor de los dos hijos de Quincy Delight Jones y Sara Frances Wells. Su padre era carpintero y jugador de béisbol semiprofesional, mientras que su madre trabajaba en el sector bancario. Su primer acercamiento a la música vino de un vecino que tocaba el piano, instrumento que él mismo comenzó a tocar a los siete años. Alrededor de esa edad, su familia se trasladó a Seattle debido a la Gran Depresión. Al igual que miles de afroamericanos, los Jones huyeron hacia el norte y el oeste de los Estados Unidos para escapar de la pobreza y el racismo del sur. A medida que crecía, vivió en condiciones precarias y, durante un tiempo, fue delincuente juvenil, aunque él mismo reconoció que la música lo salvó de un destino más cruel.
A los 14 años ya dominaba la batería, la guitarra y la trompeta, y tocaba en clubes con su amigo Ray Charles, de 16 años. Con gran facilidad, pasó del jazz al swing, y rápidamente se unió a las grandes orquestas de jazz. Durante gran parte de los años 50, realizó giras por Europa, Oriente Medio y Sudamérica con las orquestas de Lionel Hampton y Dizzy Gillespie. En esos años también fue trompetista de Elvis Presley.
En 1957 se trasladó a París. Mientras tomaba clases con destacadas figuras como Nadia Boulanger y Olivier Messiaen, formó un conjunto de jazz llamado The Jones Boys. Aunque recibieron buenas críticas y realizaron giras por todo el mundo, un pésimo control financiero hizo que la banda se separara, y Jones en la ruina.
Regresó completamente quebrado a los Estados Unidos en 1961, pero recibió apoyo del presidente de Mercury Records, Irving Green, quien no solo le ofreció ayuda económica, sino que lo contrató como director musical del sello, dándole la oportunidad de ser productor y arreglista de figuras como Peggy Lee, Ella Fitzgerald, Dinah Washington, Sammy Davis Jr. y Frank Sinatra.
Montaña rusa en technicolor
Durante los años 60, su habilidad para combinar géneros lo convirtió en un músico versátil y codiciado, lo que le permitió producir a artistas como Shirley Horn, Nana Mouskouri, Dinah Washington y Sarah Vaughan. No descuidó su carrera solista, grabando discos de jazz ligero. Una de sus composiciones más icónicas fue 'Soul Bossa Nova', que décadas después sería popularizada en la saga de películas de Austin Powers.
Aficionado al cine desde siempre, en 1964 se le encargó la composición de la banda sonora de "El Prestamista", y desde entonces no se despegó del celuloide. Su crecimiento en esta área fue vertiginoso: en 1968, acumuló dos nominaciones al Oscar (mejor canción original por "The Love of Ivy" y mejor banda sonora original por "A sangre fría").
Además de involucrarse en joyas del cine como "The Italian Job" o "La huida", en 1968 cumplió su sueño de formar su propia orquesta de 18 piezas, con la que trabajó con maestros como Count Basie, tocó en los Premios Oscar de 1971 y grabó las bandas sonoras de las series "El Show de Bill Cosby" y "Raíces". En 1974, sufrió dos aneurismas cerebrales que casi le costaron la vida, y la placa de metal que le implantaron en la cabeza le impidió seguir tocando la trompeta.
All You Need is Pop
En 1978, conoció a Michael Jackson mientras trabajaban juntos en la cinta "El mago de Oz". Con la intención de madurar artísticamente, Jackson confió en el talento de Quincy para llevar su carrera a otro nivel, y lo logró con álbumes espectaculares como "Off the Wall", "Thriller" y "Bad". Jones sacó lo mejor del músico, guió la producción de temas icónicos como 'Billie Jean', 'Don't Stop 'Til You Get Enough', 'Bad' o 'Beat It', y redefinió el poder de los videoclips musicales. Solamente "Thriller" vendió más de 20 millones de copias solo en 1983 y sigue siendo uno de los álbumes más vendidos de todos los tiempos.
En 1985, fue junto a Jackson y Lionel Richie uno de los arquitectos detrás de 'We Are the World', canción benéfica que reunió a más de 40 artistas de renombre hecha para recaudar fondos y combatir la hambruna en Etiopía. Como sencillo fue un éxito mundial que ganó tres Grammys. Ese mismo año produjo y compuso el soundtrack de la exitosa película de Steven Spielberg "El color púrpura", que le valió múltiples nominaciones al Oscar.
Por su talento, Jones cultivó amistades con personajes tan diversos como Pablo Picasso, Michael Caine, Marlon Brando ("el mejor bailarín de chachachá que he conocido"), Nelson Mandela y Bill Clinton. Vale la pena destacar que el único rockero que le caía bien era Eric Clapton.
La consagración
La discografía de Quincy Jones es impresionante; como productor, compositor, director, intérprete o arreglista, su nombre figura en alrededor de 450 álbumes. Al menos un 75% de ellos fueron producidos antes de la década de 1980, lo que explica que en los años siguientes se dedicara a explorar otros proyectos.
Durante los años 90, su presencia en la producción de cine y televisión fue notable, destacando como creador de la exitosa sitcom "El príncipe del rap", que catapultó a Will Smith a la fama. También produjo documentales sobre la historia de la música negra, relanzó la discografía de Miles Davis, organizó eventos musicales y apoyó movimientos políticos. Además, siguió descubriendo nuevos talentos como Céline Dion, Justin Kauflin o Jacob Collier.
En 2001, publicó su autobiografía, "Q: The Autobiography of Quincy Jones", que ofreció una mirada exhaustiva a su vida y carrera. Tan solo el apartado de premios ocupaba 18 páginas, entre los que destacan la Legión de Honor de Francia, el Premio Rudolph Valentino de la República de Italia y un homenaje del Centro Kennedy por sus contribuciones a la cultura estadounidense. También protagonizó los documentales "Listen Up: The Lives of Quincy Jones" (1990) y "Quincy" (2018). En 2010, cofundó Playground Sessions, un software interactivo para enseñar a las personas a tocar el piano. En 2017, lanzó Qwest TV, un servicio de streaming dedicado al jazz y la música ecléctica.
Un legado trascendental
El valor de Quincy Jones también radicó en su rol como defensor y promotor de la comunidad afroamericana. Fue un empresario y figura clave que siempre apoyó a los músicos negros, especialmente en una época marcada por el racismo y la segregación. Ya en los 60, fue uno de los fundadores del Institute for Black American Music (IBAM), cuyo propósito era recaudar fondos para crear una biblioteca nacional dedicada al arte y la música afroamericana. Además, Jones fue fundamental en la creación del Black Arts Festival en su ciudad natal de Chicago.
En los años 70, fundó los Talleres Quincy Jones, donde jóvenes de las zonas más desfavorecidas de Los Ángeles se formaban en música, actuación y composición de canciones. Entre los alumnos más destacados estuvieron Alton McClain y Mark Wilkins, quienes luego tuvieron éxito en la industria musical.
En 2004, lanzó el proyecto We Are the Future (WAF), que brindaba a niños de zonas empobrecidas y afectadas por conflictos la oportunidad de desarrollarse y tener esperanza. Este proyecto se inauguró con un monumental concierto en Roma, que reunió a medio millón de personas. Además, apoyó diversas organizaciones benéficas y fue miembro de la junta de la Jazz Foundation of America, trabajando para salvar los hogares y vidas de músicos veteranos de jazz y blues, especialmente aquellos afectados por el huracán Katrina.
El fin de una era
Quincy Jones disfrutó de una carrera que se extendió por más de siete décadas, colaborando con figuras legendarias. Es prácticamente imposible encontrar un disco que no haya sido influenciado o directamente producido por su obra. Sus 28 Grammys (siendo el tercero más nominado de todos los tiempos, solo por detrás de Beyoncé y Jay-Z) son prueba de su incansable dedicación para garantizar que la música "comercial" tuviera calidad, estilo y buen gusto. Todas sus producciones contemplaban la participación de los mejores músicos de sesión, una cuidadosa selección del tracklist y arreglos meticulosos. El mismo solía ufanarse de este trabajo arduo: "Las canciones no aparecen de repente. El productor tiene que tener la habilidad, la experiencia y la capacidad de guiar la visión del artista hasta su realización".
Mientras enfrentamos su ausencia, queda una pregunta flotando en el aire: ¿quién podrá llenar el vacío de un hombre que no solo lideraba músicos, sino también movimientos culturales? En un mundo marcado por la superficialidad de las modas y la fama efímera, Quincy Jones fue una constante. Su música sigue viva, ciertamente, pero también persiste la sensación de que nadie más podría haberlo hecho como él. Su partida no marca el fin de su legado, sino el inicio de una verdadera leyenda.
Giordano Antonelli Villavicencio
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