Fernando Milagros: La intimidad del artesano Viernes, 01 de Noviembre de 2024 Publicado originalmente en revista Rockaxis #233, noviembre de 2022. “Obsydiana” es el reciente título de Fernando Milagros. Un disco jugado en su apuesta estética y que, al igual que la piedra volcánica que inspira su nombre, permite percibir las distintas capas que componen al artista. Digital y acústico. Social e íntimo. Milagros convertido en un artesano que labra sus canciones y en mago de los elementos a su paso. Cristofer Rodríguez «Estuve harto tiempo tratando de buscar una palabra o un material que pudiera aunar varios conceptos que estaba trabajando en el disco, que son bien disímiles entre sí. Juntar algo que significa oscuridad, humedad, ternura, dureza y suavidad. Oscuridad y brillo. En este material se juntaban todas estas condiciones». De origen volcánico y presente en los cinco continentes, la obsidiana es una piedra nada fácil de trabajar. Si bien posee cualidades que le otorgan plasticidad y versatilidad, el arte de los artilleros debe ser preciso y delicado. Cada tipo de corte, cada manipulación incide no solo en su forma, también en su color. Utilizada como punta de lanza en las sociedades prehispánicas, también ha tenido usos rituales y decorativos en civilizaciones de Europa y Medio Oriente. Así es como Fernando Milagros decidió bautizar su séptimo disco, “Obsydiana”, como una forma de comunicar sobre el contenido de las 11 canciones que lo componen, donde el artista labra las canciones como si se tratara del material en cuestión, amalgamando lo digital con lo acústico, lo tecnológico y lo orgánico. También su mundo interno y más íntimo expuesto a un contexto de alta exigencia social y política. Para Fernando, así como para la mayoría de la sociedad chilena, los últimos tres años han sido complicados y lo han expuesto a distintas pruebas. «Yo soy distinto. Hay un Fernando más maduro, pero siempre inquieto. Estoy buscando la manera de juntar dos mundos. Uno, por un lado, como la parte más acústica, más de raíz y, por otro, una parte más rítmica, más hipnótica, más tecnológica quizás. Y el disco es un poco la tesis de esa investigación», explica. Si uno te escucha hablar, este disco suena como una idea muy difícil de desarrollar y con muchas pretensiones, sin embargo, al escucharlo, es más bien íntimo, minimalista en su propuesta. ¿Cómo encontraste ese sonido? Hay pocos elementos, eso también fue un trabajo de búsqueda. La paleta de colores está bien definida. Este es el primer disco que me atrevo a producir, aunque igual hay ayuda. El Andrés Nusser de Astro produjo tres canciones, ‘Obsydiana’, ‘En libertad’ y ‘Déjame soltarte’. Arturo Zegers también estuvo detrás de la ingeniería de la grabación. Pero el concepto, la idea madre, lo dirigí y lo produje yo. He producido varios discos, pero es primera vez que me produzco a mí. Bueno, el primer disco también, pero es como un demo. Ahí aprendí a ocupar mi voz, sacar la voz, aprendí lo que podía hacer con multipistas. De alguna manera me acerqué a la producción en ese primer disco, pero luego siempre me acerqué a otros productores. Ahora me sentí con la madurez de tomar mis propias decisiones. ¿Llegaste al estudio de grabación con las ideas ya planificadas o trabajaste con una ruta más en blanco? Mira, el disco empezó a nacer en plena pandemia. Ya venía con algunas ideas en el computador guardadas y habíamos lanzado recién “Serpiente” (2019) y vino el estallido social, nos empezamos a encerrar de a poco, la agenda se cayó y en el tiempo libre empecé a revisar material que tenía guardado y me di cuenta que la manera más fácil era empezar a trabajar desde mi computador. Empezaron a salir ritmos, loops. Estaba en eso y ya en lo más profundo de la pandemia nos fuimos a vivir a la playa con mi familia y ahí armé un estudio chiquitito en una pieza de la casa. Ahí nacieron la mayoría de las canciones, como en marzo del año pasado. Hasta antes de eso fue sacar cositas de aquí y de allá, pero desde marzo en adelante empezó a cuajar y armar más intensamente ese grupo de canciones. En junio del año pasado agarré mi auto, mis guitarras y me fui al estudio del Arturo Zegers que vive en Pucón y grabé las primeras canciones del disco. Luego seguimos trabajando a distancia. Terminé unas cosas en mi casa y en septiembre fui a ver al Andrés Nusser. Tiene un sonido súper personal, que puedes tocar solo en un escenario. Defender solo sin necesidad de una banda. ¿Cómo fue esa vuelta que recuerda el inicio de tu carrera? Estuve pensando también en cómo defenderlo posiblemente en un escenario más pequeño, yo y mis máquinas. El formato es bien moldeable gracias a la tecnología. Es bien íntimo igual, pero hay harto ritmo pese a esa intimidad. Una canción que resume bien el espíritu del disco es ‘Cenizas’, segundo single de adelanto del álbum. Las pulsaciones rítmicas actúan como un colchón digital sobre el que descansan guitarras acústicas y vientos de madera, que recuerda a grupos emblemáticos como Blops y Los Jaivas, de quien ha expresado admiración y reconocido su influencia. La letra es gráfica, con ideas fuertes y directas: «Yo cambio de color», «Vives del cuarto a la piscina» y «De lo más negro del corazón se asoma un as de luz», puede escucharse. «‘Cenizas’ estaba súper guardada. Es una canción que empezó a aparecer cuando estaba trabajando con el Vicho Vásquez de Matanza. Fue quedando guardada, quedó un demo por ahí. Fue una canción que estuvo a punto de irse a la basura, porque no encontraba el camino. Luego de entender que esta canción tenía que ser como una especie de trip-hop andino, ahí me cuajó la cuestión». Hay muchas invitadas en el disco. Algunas personas no tan conocidas para el público chileno, como Huaira. Huaira es una chica mexicana. No sé si tenga discos, pero tiene muchas colaboraciones. La conocí a través de los chicos de Matanza. Conversamos que a ‘Aguasanta’ le vendría bien una colaboración femenina y trabajamos a distancia. También está I.O. (Isidora O’Ryan), con quien tienes una relación de trabajo previa. A la Isidora la conozco de los seis años, de muy pequeña porque pololié con una hermana de ella cuando estaba en el colegio. He visto todo su crecimiento artístico desde muy temprano. En mi segundo disco (“Por su Atención, Muchas Gracias”, 2009) hay una canción que se llama ‘Muerto en Roma’ y los chelos son de ella. Siempre la seguí, me encanta lo que hace, lo que hicieron con Los Tristes. Su primer disco (“Los Tristes”, 2017) lo produje yo. Me encantaría que estuviera presente en el show del teatro, pero está en España. ¿Qué puedes adelantar para el show del Teatro Nescafé? Estamos preparando un show muy bonito y especial, porque precisamente en ese teatro fue que lanzamos el disco anterior, a dos días del estallido, el 16 de octubre. Luego de eso no lo pudimos seguir tocando. De alguna manera es como una especie de punto suspensivo, como si nos hubiéramos quedado ahí con el tiempo congelado. Va a ser una presentación de canciones nuevas, pero también canciones que la gente ya conoce. Vamos a subir a varios amigos y amigas a cantar. Estoy preparando una puesta en escena interesante también. Va a ser un espectáculo bien bonito de ver. Este show va a ser el primero de varios, porque vamos a tener harto movimiento en otras regiones en el verano. La pieza oscura Temáticamente, el disco está marcado por dos experiencias sociales de las que es imposible extraerse. No es sorpresa que pandemia y estallido social marcaron vidas y procesos laborales de artistas de todas las áreas. En este contexto, dos referentes inequívocos de la cultura chilena aparecieron como faro iluminador e inspirador para el compositor: el poeta Enrique Lihn y el siempre presente Víctor Jara. En la canción ‘En libertad’, sampleas un poema de Enrique Lihn. ¿Cómo llegaste a él? Fue bien curioso lo que pasó. En un momento estaba tratando de buscar inspiración para terminar la letra de la canción y le mandé un mensaje a mi amigo Sebastián Lelio, el cineasta, y le dije «loco, necesito ayuda, estoy terminando de escribir esta canción y necesito desarrollar la idea de estar atrapado, de necesitar estar libre, que te dejen de joder». Estábamos con toda la pandemia, con todas las restricciones de mierda. Yo en verdad no creo nada en la hueá. Estaba muy chato, tratando de hackear lo más posible todas las restricciones que había y esa canción un poco habla de eso. Y me dice «revisa un poema de Enrique Lihn que se llama ‘La pieza oscura’». Empiezo a buscarlo, lo empiezo a leer y me pareció tan mágico cachar que Enrique Lihn en ese poema habla de estar dentro de una pieza oscura, que era mi idea en esa canción, de estar en la oscuridad tratando de encontrar la puerta para salir. Me calzó tanto que lo busqué en texto y después lo busqué en YouTube. Ese audio es el que aparece en la canción. En el resto del disco también se percibe ese sentimiento claustrofóbico. Totalmente. Está hecho totalmente a partir de esa sensación de encierro. ¿Cómo te las arreglaste para vivir ese momento de la vida y cómo estás ahora con lo que nos pasó? Qué no hicimos. Hicimos un montón de cosas, partiendo por irnos a vivir a otra ciudad que estuviera menos cargada que Santiago. Nos vinimos a vivir a Viña con mi familia y eso nos sirvió, porque a mi hijo de siete años queríamos entregarle un lugar más piola para vivir, porque en Santiago está muy mala onda y sigue estando. Está más entretenido, pero sigue habiendo una energía densa. ¿Qué más hice? Harta terapia, harta microdosis de psilocibina también, esa hueá me salvó un montón; aprendí a gestionar solo protocolos. Hay varios en internet, el protocolo de Paul Stamets, por ejemplo. Esa hueá nos sirvió y fue una puerta a aprender muchas cosas, a poder seguir viviendo, a poder seguir la pega de artista, de pareja, de papá, a hacer un montón de cosas que había que hacer en ese momento pa’ poder sobrevivir en este mundo enfermo y en este país tan ingrato con los artistas. La pandemia fue muy ruda económicamente para el mundo artístico. Recién estamos retomando. Si sacas la cuenta, son como tres años de «sálvate si podís». Siempre ha sido así, pero más en estas circunstancias. Ha sido bien difícil, pero al mismo tiempo esa dificultad, mientras más presión hay, siento que la música sale mejor. Entonces por ese lado me siento súper contento de haber podido desafiar este periodo histórico y que la música que salió de ahí esté muy bonita y hable mucho de ese momento, y puede funcionar súper bien ahora que estamos ya saliendo. Pero tampoco para olvidarnos altiro, sino para sacar un poco de cuentas y aprender de lo que nos pasó. Además de componer, ¿qué estuviste escuchando durante este tiempo? Hay varios descubrimientos pandémicos. La música siempre salva. A mí la música siempre me ha salvado la vida y creo que en ese momento más todavía. Encontré cosas muy particulares que hasta el día de hoy escucho y me acompañan. Descubrí a los Hermanos Gutiérrez, que son un grupo suizo pero que parece que fueran mexicanos y hacen una cosa western instrumental maravillosa, muy minimalista y funciona. Descubrí también muy profundamente a Nils Frahm, esta música contemplativa, viajera, muy tripeada, como de banda sonora de una película. Y también descubrí a Jon Hopkins, que es otro músico electrónico que va por esa línea, pero es un poquito más intensa su música, más tirado a lo electrónico y ese sí que parece una banda sonora de una película como Interestelar, como un viaje espacial. Coral Rojo, un proyecto de Julián Herreros, tremendo músico y artista chileno. Son cantos medicinales muy potentes, con un coro de cinco voces masculinas. Con esos sonidos más contemplativos he estado, más que escuchando tantas canciones. Debes seguir floreciendo como un incendio Víctor Jara toca otro proceso que es la parte más social del álbum. ¿En qué momento aparece en el proceso del disco? ¿Cómo surge la idea de hacer un cover a ‘El pimiento’? Víctor Jara aparece en el momento en que estábamos en pleno estallido social. Me acuerdo que se armó un chat gigante con montón de músicos sin distinción. Dentro de todas las cosas que se decían en el chat, de repente aparece un video de don Roberto Márquez de Illapu cantando ‘El derecho de vivir en paz’, en su casa muy emocionado, al borde de las lágrimas. Y me causó un sentimiento de justicia, pero a la vez de belleza y también de impotencia, como decía Jorge González, «qué bacán que canten tus temas, pero qué pena que sigan siendo himnos porque no ha cambiado ni una hueá». Todos esos sentimientos encontrados me pasaron y me puse a escuchar mucho a Víctor Jara en esa época y encontré una canción que no era literalmente política como la mayoría de sus canciones, que es ‘El pimiento’. A mi modo de ver, es súper política igual, pero de una manera más poética. Empecé a sacarla, a producirla y apareció esta versión. En ese momento estaba embalado con un proyecto que se llama Pájaros, tenía ganas como de armar un proyecto musical más electrónico, derechamente como más downtempo. Esa canción se lanzó y de hecho está en Spotify bajo el nombre de 'PVJAROS', pero también empezó a colarse en los shows míos y funcionaba super bien. Me gustó sumarla a la playlist y al final terminó metiéndose en el disco. Las canciones son así, a veces se meten y no hay cómo pararlas. ¿Qué te pasa a tres años de iniciado el estallido social, viendo el curso que tomó el proceso? Puta hueón, me pasa que siento mucha decepción por tanto trabajo de muchas personas, por tantos sueños de mucha gente y todavía sigo bien sorprendido de lo que pasó en el plebiscito de salida, todavía no lo entiendo. Estoy tratando de entender que la mayoría de Chile no piensa como yo no más, y eso hace que, no sé, me aísle un poco más. A veces me dan ganas de irme de Chile. No sé, es bien extraño lo que sucede. Esto viene a confirmar que la solución a los problemas sociales nunca va a existir en el afuera. Quizás la solución a los problemas de uno tiene que ver con cómo uno desde su núcleo modifica ciertas cosas. Desde ti mismo puedes modificar a tu entorno familiar, tus amigos, tu entorno más cercano. Creo que eso es lo que se viene por ahora para mí. No veo solución en las esferas más políticas y es una vergüenza. Ganó el Rechazo y apagué la tele. Encuentro bien patético lo que está pasando a nivel político. No entiendo. Como que me desenchufé, no sé qué está pasando. No quiero deprimirme más con eso y prefiero fijarme en el adentro, en lo que está pasando en mí, con mi gente, con mis amigos. Está bien tóxico todo en el ambiente a la hora de discutir casi sobre cualquier tema, sobre todo político. No sé si vale la pena estar atento a esa toxicidad. Creo que hay cosas más importantes, para mí al menos. Tags #Fernando Milagros #2022 Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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