Matorral

2023. Cápsula Discos

Desde hace dos décadas, Matorral ha estado tejiendo y despuntando la convergencia entre el presente y el futuro en un solo sonido, con una gran consistencia. La trayectoria de los chilenos, con Felipe Cadenasso y Gonzalo Planet a la cabeza, se ha moldeado a punta de sacrificio, pulcritud melódica y un verdadero amor por la música que siempre los llama a volver al estudio. Y aunque se han entregado con fidelidad a revitalizar y preservar el patrimonio folklórico en este siglo, el reconocimiento les ha sido esquivo, sonando la mayor parte del tiempo bajo perfil y pasando casi desapercibidos. Sin embargo, algo es seguro: cuando los descubres no los sacas más de tu lista de favoritos.

Es con "Acto reflejo" que el grupo ha incursionado con mayor soltura en la creación de una resonancia que dista de sus obras inaugurales como “Antejardín" y "Voces del rincón" (2003). En aquel entonces, su trabajo era mucho más efímero, lleno de electricidad y nostalgia por las eras de oro del rock de vinilo, haciendo más bien una fiel adaptación del rock alucinógeno de algunos grupos de a fines de los 60 y principios de los 70, the chilean way. No obstante, en este último LP Matorral ha evolucionado hacia una expresión personal más madura y elaborada, dejando atrás esa fugacidad chirriante para entrar de lleno a la era de la introspección, o como algunos la llaman: la madurez musical.

Liderando la clase con distinción, la alquimia desprendida se siente desde la pista inaugural, ‘Sobre la Profundidad’, que arranca como una rica sinergia de armonías y colores que conjuran la vibra etérea policrómica de “Acto Reflejo”. Magia que también está presente en las sobrias ‘Casi Irreal’, ‘Sujeto’ y ‘Cada Cual’ que se deslizan de manera serpenteante y suntuosa, pero que terminan siendo letales para el alma. Mención honrosa al bajo de Planet en estos tracks, cuya destreza le agrega una necesaria capa extra de profundidad y textura a la producción.

Justo en medio se sitúa ‘La Cinta’, una pieza que actúa como el epicentro telúrico, gracias a unos tambores casi selváticos, pero que conservan las porciones minimalistas de la obra sin comprometerla, en una dualidad muy disfrutable para el oído. Luego están ‘Bajan de la Cruz’ y ‘No Esperaría’, que también con un mismo foco apuntan a un mismo fin: esa melodía psicodélica-chill moderna que los caracteriza. Lo que nos deja con las dos últimas canciones. Una de ellas es ‘Eureka’ que devela unas suaves armonías simplemente preciosas, y que fácilmente podrían estar en la película “Yellow Submarine” de The Beatles. Y el gran final con ‘Tenemos Hoy’, que se entrelaza en ritmos poco convencionales de folk-rock, dando como resultado una fluidez envolvente y un cierre redondo.

La constancia, el progreso y la intensa autogestión han sido la clave para Matorral, elementos que han forjado su carrera musical a lo largo de más de veinte años. “Acto Reflejo”, lejos de redundar en lo mismo, sabiamente ha aprendido a dominar la creación de atmósferas atemporales y evocadoras, desmarcándose de las tendencias volátiles. Este trío de cualidades ha sido su mejor aliado, guiándolos por caminos donde la innovación se entrelaza con la tradición. En resumidas cuentas: gracias por su servicio a la comunidad, Matorral.

Bárbara Henríquez