El loco afán musical de Pedro Lemebel «La literatura de los bordes hecha canción» Miércoles, 13 de Julio de 2022 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis206, agosto de 2020) El veneno discursivo con los que Lemebel escribía sus textos llenos de belleza, melancolía, rabia y melodías, siempre lo situaron como uno de los escritores más incómodos de su generación. Luego del incendiario proyecto de Las Yeguas del Apocalipsis, formado entre el frío plomo de los militares, toques de queda y una sociedad conservadora y neoliberal, llegó a la radio para leer sus primeros ejercicios literarios, todos impregnados de musicalidad, donde usó las palabras y las canciones –en reemplazo de su cuerpo– como herramientas subversivas. «Lemebel siempre estuvo del lado del ruido, de la música, de la calle», nos menciona la escritora Montserrat Martorell, una de las voces consultadas para este texto que intentará hacer visible el hilo rojo que unió a Lemebel con la música popular en su obra literaria. Por César Tudela Provocador, subversivo, intimidante. De todas las cualidades que se le pueden adjudicar a Lemebel –tanto a la persona como al personaje–, hay una que es pilar central: el melómano. El amor por la música popular lo hizo un conocedor nato, un selector omnívoro capaz de escuchar/escribir desde The Velvet Underground a Cecilia, aunque lo suyo no haya sido solamente ser un receptáculo de gustos e información. Se transformó, de alguna manera y de forma orgánica, en ese artefacto que era como su mismo corazón que, en vez de bombear sangre, amplificaba canciones. «La radio estuvo en su vida antes que la escritura. En su casa no había libros, pero sí estaban las canciones, estaba la música, estaban las letras», nos puntualiza la escritora y académica Montserrat Martorell. Lemebel fue una especie de radiotransmisor orgánico, vivo y con un poder único para transmitir sus pasiones a través de la voz de los artistas de los que escribía. «La música fue el único tecnicolor en mi biografía descompuesta», escribió en su libro “Serenata Cafiola” (2008), mientras que en el reciente documental de Joanna Reposi (“Lemebel”, 2019), afirma en plena grabación en su casa que «no funciono sin música», mientras pone un casete de Jeanette. Ese aire vital que le significó la música también prendía su fuego interior como escritor. «Creo que esa afirmación es del todo evidente; la continua referencia a canciones o artistas van complementando su obra como un relato paralelo. Lemebel reconoce la permeabilidad de la música popular a la contingencia de una época, de modo que la forma de entender el mundo o el amor, también quedan plasmados en la multiplicidad de textos de la canción y la utiliza para describir la subjetividad de sus personajes», reflexiona la musicóloga y especialista en identidades de género en la música popular, Viviana Silva. Además, agrega que «en algunas de sus obras, la cita musical viene a completar algunos pasajes descritos con gran detalle, que a ratos el lector percibe más como una escena cinematográfica que una prosa». Lemebel dedicó gran parte de su obra escrita a reflexionar sobre la música pop. Artistas, canciones, estilos, fanáticos, fueron parte de su fuente de inspiración. Tanto en sus crónicas como en la novela “Tengo Miedo Torero” (2001) –cuya adaptación al cine se estrenó en septiembre de 2020–, la música cumple un papel central en la construcción de personajes y contextos. Al respecto, al consultarle a Montserrat Martorell de cómo la música se deja percibir en la obra literaria del escritor, nos menciona la importancia de señalar sus años de oficio como locutor en Radio Tierra (desde 1994 a 2002), al conducir el programa “Cancionero”, espacio donde le puso voz y música a sus crónicas. «Ahí nacen muchas respuestas: su libertad, su innovación, su originalidad. Hacía lo que quería. Mezclaba sus textos con música que podía ir desde Violeta Parra hasta Camilo Sesto, pasando por Roberto Carlos, los Rolling Stones, Fernando Ubiergo, Los Prisioneros, Raffaella Carrá, Charly García, Víctor Jara o Chavela Vargas», justifica. De mi sangre a tus oídos Los musicólogos Daniel Party y Luis Achondo, en el artículo “La loca y sus cantantes. La ‘música alharaca’ en la obra de Pedro Lemebel”, realizan un estudio sobre la música asociada con “la Loca” –personaje ícono de sus crónicas tempranas, de su novela y, en menor medida, de sus crónicas tardías– y a los músicos con los cuales ella se identifica. Para los investigadores, la entrada a través de la música y los músicos nos permite delinear una estética musical lemebeliana. Una que está directamente vinculada al proyecto socio-político-sexual del autor. «Más que la música, lo central de algunos de sus textos son los intérpretes. La persona detrás del personaje, no solo como artista, sino como sujeto político. Por otra parte, Lemebel pone más atención en las audiencias que en las canciones mismas, dejando ver que los modos de escucha condicionan, de una manera u otra, la significación que adquiere la canción popular», menciona Silva. Lemebel siempre fue un artista de los bordes, y esa siempre fue su más honesta ideología. «Sus textos contenían la ferocidad de una escritura que va descubriendo sus propios modos, decantando un estilo, una gramática que puede contener o inventar un mundo. Sus textos hablaban de lo que no se hablaba en esos años: muchachos muertos por el SIDA, música popular sonando en el dial de los espacios íntimos de la memoria, íconos pop donde el deseo era un disfraz de la nostalgia», dice la crónica que el escritor Álvaro Bisama le dedicó a Pedro cuando falleció en 2015. En ese texto, en el que se despide diciendo que «su voz era el aire», también plantea algo del ADN de su pluma. «Lemebel hacía literatura, escribía para apropiarse de una lengua transformándola. Sobre eso se ha escrito mucho pero quiero insistir acá en un punto; en que la matriz, el lugar de origen de aquello, era la oralidad; eran los pedazos de algo que había sido alguna vez una lengua real. Esa lengua que existía en la calle, en las esquinas donde los chicos homosexuales se prostituían, en el idioma que se hablaba en las plazas del Centro y en el Forestal, las esquirlas del murmullo de lo que pasaba en la población, de lo que constituían las epifanías de las canciones románticas que todos despreciaban. Leerlo era encontrar ese lenguaje, que estaba vivo y que era intenso y poderoso (…) Quizás era punk, en el sentido original del punk: alguien que construía su estética con los escombros y la devolvía como un vómito no exento de honestidad y de belleza». No solamente desde el margen de la precariedad hablaba Lemebel. Su militania de género, de saberse y manifestarse homosexual, “loca”, también marcó profundamente su relación entre las letras y los sonidos. En este punto, la musicóloga pone énfasis en que uno de los aportes de Lemebel «es visibilizar la importancia de la música en la construcción de subjetividades no hétero-normadas. La continua cita a “lo musical” da cuenta del género como una construcción performática, que lleva, además, una clara marca de clase. No es igual el gay estadounidense que escucha a Myriam Hernández a la loca que escucha a Lucho Gatica». Hablo por mi diferencia Parece ser que no es del todo erróneo pensar que en la obra de Lemebel se logre percibir un ritmo particular en su estilo, asociado a cierta musicalidad inherente a su ser y que permea en sus escritos. Como si hubiese usado el "canto-hablado"–técnica tan presente en boleros y tangos– de forma escrita, donde no solo lo que escribe/dice acusa cierta rítmica, sino también sus pausas. «El silencio es sugerente en su obra. Nos recorre», nos dice Martorell. «Sus textos tienen una marca, un carácter oral. Él decía que trabajar en la radio le dio mucha teatralidad a sus textos. Creo que eso se ve siempre. En todo lo que dejó escrito. Son textos que deben leerse fuerte. Uno escribe con la oreja, con el oído… es muy raro encontrarse con escritores que no puedan percibir los tonos, las armonías, los ritmos. Para ser un buen escritor hay que tener oreja. Y Lemebel la tenía», añade también la escritora. Para la periodista especializada en música popular Marisol García, «los músicos pueden admirar a escritores sin necesariamente existir una conexión musical en su obra. Lemebel la tiene esporádicamente, sí, pero sobre todo presentó un ritmo en la escritura, una ambientación en sus crónicas y personajes, y sobre todo una estética que no me sorprende les resulte atractiva a otros creadores atentos a la sociedad chilena, también desde el trabajo en la canción». La autora de “Llora, corazón” (2017), además alude a no subestimar a Lemebel, en cuanto este sabía el carácter multitextual –que también menciona Viviana Silva– de las canciones. «Cualquier cronista, y Lemebel estuvo entre los mejores, sabe que la canción popular es bastante más que cuatro minutos de melodía y versos banales: es también registro de la sensibilidad, las inquietudes y las aspiraciones de las personas y el tiempo en el que les toca vivir, y brillante en la capacidad de precisión y síntesis para presentarlo. La canción también tiene mucho de crónica, y más que un interés probablemente para los músicos chilenos conocer las crónicas de Lemebel sea un deber». La pluma, prosa y poesía de Lemebel estuvieron bajo el cobijo de los sonidos cálidos de las canciones que iban sonando en su radio casetera. Su estilo barroco y dulce, mordaz e incisivo, melancólico y rabioso, parece obedecer al ritmo pentatónico de las canciones populares. «En su obra literaria podemos ver los detalles, la construcción de imágenes que tienen sonidos, que configuran paisajes, que elaboran emociones. La literatura cuando es genuina es también universal. Acá estamos frente a ese rasgo. La marginalidad hecha palabra, la pobreza hecha palabra, la discriminación, la rabia, la literatura de los bordes hecha canción», puntualiza Martorell. Y me siento mágica Si bien en varias de sus crónicas la música fue eje central para construir sus relatos, es en la novela "Tengo Miedo Torero" donde las canciones y artistas que utiliza son usados como un elemento importante para el texto, como un recurso para la construcción del personaje principal (la loca del frente) y su contexto. La musicóloga Viviana Silva enfatiza que Lemebel visibiliza la importancia de la música en la construcción de identidades individuales y colectivas. «El uso de esa intertextualidad refuerza la construcción del personaje homosexual: la Loca, caracterizada por su excesiva teatralidad y sentimentalismo, pero también por la ingenuidad, la ternura y una triste lucidez, estableciendo un puente emocional entre el lector y el personaje, que a través de las canciones puede encarnar, de algún modo, su subjetividad». Esta subjetividad de la que hace mención Silva se ejemplifica de manera magistral en el tráiler de la película del director Rodrigo Sepúlveda Urzúa, que toma la novela de Lemebel como guión (y al mismo escritor que trabajó en él aún en vida). Cuando hacia el final del video suena ‘Libre’ de la española Paloma San Basilio, y aparece la imagen de la Loca –interpretada por Alfredo Castro– a plano abierto con los brazos extendidos en medio de un paraje campestre, la descripción escrita por Lemebel en el libro se hace carne. «Por otra parte, es interesante observar que la música, como una manifestación mediatizada, se incorpora a la rutina diaria del personaje a través de la radio, contrastando con los noticieros sobre la situación política del país. Mientras estos últimos aparecen en letra mayúscula en el texto, las citas musicales aparecen en cursivas, marcando una diferencia entre el mundo privado y subjetivo y con el mundo real», concluye Viviana Silva. Por su parte, Montserrat Martorell solo se rinde ante la genialidad del cronista. «Lo veo y lo aplaudo desde lo que significa su identidad, sus movimientos, su manera de ver el mundo, de percibir a los otros, de escribir en voz alta. Cito: “Me gustaría haber sido cantante, escribir canciones y cantarlas, que es lo mismo que ser escritor”. Y ojo que esto lo dice la Loca. Y ojo, que “Tengo Miedo Torero” es el verso de una canción de Sara Montiel, actriz y cantante española. Los guiños no se acaban nunca». Tags #Pedro Lemebel #Montserrat Martorell #Viviana Silva #Marisol García #Tengo Miedo Torero Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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